Por Christian Pérez
En el 2010, la última vez que Guaraní fue campeón, De la Cruz jugaba en la Sub 20 y a veces compartía con el plantel del Primera.
"Beto", como le conocen en Guaraní, recibió a La Nación amablemente en compañía de varios familiares, entre los que resaltaron sus dos hijas, Alexandra de tres años y Mía, de apenas un mes, quien según él, "trajo la copa bajo el brazo".
–No quedan dudas de que es uno de los días más felices de tu carrera...
Cerré un año perfecto.
–A tu parecer, ¿por qué salió campeón Guaraní?
–Porque jugamos en equipo, porque somos unidos, eso es fundamental. Se dijeron demasiadas cosas por nosotros y al final callamos a todos. Hasta nuestros hinchas comenzaron a desconfiar de nosotros en un momento.
–Parecía que los fantasmas de siempre volvían. ¿Sintieron algo de miedo, pensando en años anteriores?
–Pensamos un poquito en los tropezones de antes, pero no fue como años anteriores, esta vez teníamos una confianza distinta.
–Fuiste uno de los más eufóricos en el festejo en Luque, ¿fue muy especial para vos?
–Claro que fue especial. Cuatro campeonatos se me escapó así. Siempre terminamos a uno o dos puntos. Dolía mucho pelear hasta el final y quedar en la orilla. Desde que llegué en el 2007 me volví fanático del club. Disfruto el doble porque juego como hincha.
–El primer tiempo les costó mucho ante Luqueño. ¿Cómo fue ese entretiempo, hubo nervios?
–Sinceramente estábamos tranquilos y muy confiados que en el segundo tiempo íbamos a reaccionar.
Antes de entrar, sí estuvimos muy ansiosos y capaz con algo de nervios. No había presión, sino mucha ansiedad de salir a ganar y definir ya de una vez.
–¿Cuál fue el partido clave?
–Es difícil hablar de un partido nomás, pero para mí, dos juegos fueron determinantes: el que le ganamos a Olimpia en su cancha y el que remontamos a Sol de América (de 3-1 a 4-3).
–Por último, ¿tenés alguna promesa que cumplir?
–Sí. Tengo que ir a Concepción a visitar la tumba de mi abuela. Hace rato que vengo con esa promesa.