Al llegar el final del año, además de las numerosas y a veces extenuantes actividades de formación educativa, muchos jóvenes se enfrentan a las dudas y cuestionamientos a la hora de elegir una carrera terciaria para continuar con su formación académica y profesional.

Las ofertas son abundantes y a veces les llegan de manera atractiva, gracias al uso de la tecnología a la que ellos –los jóvenes– son usuarios constantes y también por diferentes vías, como los medios masivos de comunicación y otras formas de las muchas maneras de acercar propuestas que hoy en día tenemos al alcance e la mano, no importa donde vivamos.

Y esa abundancia de oferta de educación terciaria ha acercado a las universidades e institutos superiores, a lugares en los que hasta no hace mucho tiempo, era imposible pensar en hallar una Universidad o casa de Altos Estudios. Así, hay facultades, tanto nacionales como privadas, que acercan la oportunidad de desarrollar todo tipo de carreras que antes solo podían llevarse en Asunción y excepcionalmente en una o dos capitales de departamentos más, a sitios a los que no era posible ni en sueños. Este aspecto positivo, debe valorarse, así como la facilidad que ha puesto al alcance de muchos, la tecnología, a través de la cual, se pueden cursar carreras y diplomados de formación terciaria a la distancia.

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En un país como el nuestro, donde el número de personas jóvenes es nada menos que el 56% de la población; es decir, que tienen entre 16 y 30 años de edad, esta elección es de gran peso en importancia para el futuro inmediato del país.

Estamos transitando en Paraguay, de acuerdo al informe especial sobre Juventud del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), una etapa más que especial: la que se llama "Bono demográfico", que es, en síntesis, una oportunidad única e irrepetible, en la que el porcentaje de población en edad de trabajar y producir es mucho mayor al porcentaje de la considerada "dependiente", como niños y adolescentes, además de adultos mayores.

Esta situación de privilegio para la producción económica debería ser acompañada, ya que coincide con la etapa dedicada a la formación terciaria, con una elección adecuada de las carreras que apunten al crecimiento del país y ayuden a los jóvenes a acercarse a la gran diversidad de oportunidades académicas, ya no solo en carreras consideradas tradicionales, sino que se dirijan a generar los cambios que tanto anhelan ellos y necesita el país para desarrollarse.

Actualmente, hay más posibilidades de acceder a la educación terciaria, y lo sabemos, pero creemos que aún falta poner más énfasis desde las instituciones y tal vez, desde que los jóvenes están en etapa educativa primaria y secundaria, en acercar a todos el menú completo de las posibilidades, haciendo hincapié en la formación técnica y especializada en la producción en todas las áreas, desde las industriales hasta las agropecuarias.

Todos sabemos que se necesitan ingenieros y especialistas en varias ramas ligadas a esa carrera. Hoy, más allá de las declaraciones, se ofrecen opciones reales para los jóvenes profesionales, así como la oportunidad de realizar posgrados en las mejores Universidades del mundo. El Paraguay debe seguir apostando a la formación de ese 56% de la población y apoyar el deseo de inclusión de quienes por motivos de economía y sobre todo, por falta de información correcta, no pueden elegir el futuro que desean.

Atravesar el presente pensando en el futuro y abonar ese futuro dándoles oportunidades a los jóvenes, tanto en la formación académica como en la inclusión en el mercado laboral con el apoyo constante a su crecimiento y formación, será la mejor apuesta que podremos realizar como país, en el presente.

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