Brasilia, Brasil. AFP.

El presidente de Brasil, Michel Temer, envió al Congreso su propuesta para reformar el sistema de jubilaciones, pieza clave y polémica del ajuste con el que pretende sanear las cuentas públicas. "Tenemos que reformar el sistema de previsión social para poder mantenerlo", afirmó el secretario de Previsión Social del Ministerio de Hacienda, Marcelo Caetano, en una conferencia de prensa para detallar el proyecto que fue enviado al Parlamento.

La propuesta de enmienda constitucional, que endurecerá las actuales condiciones de retiro laboral, es una de las piezas centrales del ajuste fiscal del gobierno conservador, que corre contrarreloj para aprobar reformas estructurales en medio de una severa recesión económica, una aguda crisis política y la resistencia de las centrales sindicales.

Entre las nuevas reglas para acceder al beneficio de la jubilación, el gobierno pretende exigir una edad mínima de 65 años y al menos 25 años de contribución. Hoy, en el sistema general de pensiones, los brasileños pueden jubilarse con todos los beneficios a través de dos caminos: por edad (hombres con 65 años y mujeres con 60) o por tiempo de contribución.

En esta segunda alternativa se aplica desde el año pasado la fórmula 85/95 que exige que la suma de esos dos elementos llegue a 85 puntos para las mujeres y a 95 para los hombres, con un mínimo de 30 y 35 años de contribución respectivamente. Por ejemplo, una mujer de 55 años que trabaja desde los 25 cumple con esos requisitos, así como un hombre de 60. Las nuevas reglas valdrán a partir de la promulgación de la norma para hombres de hasta 50 años y mujeres de hasta 45. Los brasileños mayores de esa edad que ya cumplan con los requisitos actuales no verán su régimen alterado, explicó el gobierno.

Críticas del sector sindical

El presidente de la UGT, Ricardo Patah, criticó que se establezca una edad mínima para jubilación, y dijo que la aprobación de la reforma "será muy difícil". Las centrales ya han prometido movilizarse para que la propuesta no avance en el Congreso. En Brasil, el sistema general de pensiones para trabajadores tanto del sector privado como público es distributivo y reposa en los aportes de los trabajadores activos. Con una población cada vez más envejecida, el sistema de previsión social tendrá este año un déficit de 147.000 millones de reales (US$ 46.000 millones), de acuerdo a cifras del ministerio de Planificación. Los gastos del régimen de jubilaciones y pensiones, que representaban 2,5% del PIB en 1988, equivalen actualmente a más del 7%. Y eso en un país que se apresta a cerrar su segundo año consecutivo en recesión.

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