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Son tiempos difíciles para Electricité de France, el proveedor de electricidad casi monopólico del país que atiende a 88 por ciento de los hogares franceses.

Las suspensiones en no menos de 18 de los 58 reactores nucleares propiedad de EDF que proveen tres cuartas partes de la electricidad de Francia han significado un desplome en la producción, y la empresa dice que la producción nuclear anual pudiera caer a 378 teravatios hora, respecto de 417 el año pasado. Ocho reactores están actualmente inactivos y varios podrían no reencenderse en semanas o meses. Las estaciones eléctricas están quemando carbón a un ritmo no visto desde los años 80. Conforme las importaciones y precios de la electricidad aumentan, los funcionarios están teniendo que negar que una onda fría pudiera producir apagones.

La causa de la crisis –posiblemente partes de reactores defectuosas en los sitios de EDF– sugiere que podría no ser fácilmente contenida. Este verano, el regulador nuclear de Francia, la Autorité de Sûreté Nucléaire, ordenó pruebas urgentes a partes de reactores, mayormente bases de generadores de vapor cilíndricos. A los inspectores les preocupan los altos niveles de carbono encontrados en el acero fundido por Creusot Forge, que es propiedad de Areva, otra compañía francesa, y por Japan Casting & Forging Corporation, un proveedor japonés. En algunas piezas, los depósitos de carbono están más de 50 por ciento por encima de los niveles permitidos, con lo que se corre el riesgo de fractura en caso de un repentino cambio en la temperatura del acero.

La extensión del trabajo de fundición defectuoso se desconoce todavía, así como si los empleados de Areva falsificaron datos. La ASN evidentemente está sorprendida de que Areva no detectara el problema. Ahora está auditando miles de expedientes que se remontan a décadas. Es probable que surjan más fallas, estima el regulador.

El costo para EDF está aumentando. A la par de los ingresos perdidos de las plantas cerradas, cambiar un generador –un reactor puede tener hasta tres– puede tomar seis meses y costar 159 millones de dólares. La decisión de la compañía en noviembre de pagar 2,65 dólares por Areva Nuclear Power –la mayor parte de Areva, incluido Creusot Forge– ahora parece más bien como haber pagado por tragarse una cena altamente radioactiva.

Las dos compañías tienen un importante proyecto conjunto: un nuevo Reactor Presurizado Europeo (RPE), construido por Areva y en su mayor parte operado por EDF. Aquí, también las fallas de fundición son un problema: se encontraron primero el año pasado en el recipiente del reactor instalado en Flamanville 3, un nuevo RPE cerca de Cherbourg. Otra fuente seria de preocupación es el diseño de la válvula de seguridad.

El regulador determinará el futuro de Flamanville a mediados del 2017. Más pruebas o cambios de diseño podrían significar postergar su inauguración mucho más allá del 2018. Eso asestaría otro golpe a la reputación de Francia en la energía nuclear. El único otro RPE en Europa, en Olkiluoto en Finlandia, tiene un atraso de años y ha superado tres veces el presupuesto.

Los retrasos también podrían obstaculizar a EDF en su plan de construir dos RPE en Hinkley Point, en Gran Bretaña, por 30.700 millones de dólares. Es necesario cumplir ciertas condiciones para las garantías crediticias británicas, y se dice que incluyen ver a Flamanville operando para el 2020. Steve Thomas, un experto en energía en Londres, coincidió con la opinión de muchos en la industria de la energía nuclear cuando llamó al RPE una porquería. No obstante, EDF sigue adelante, pero la presión financiera está aumentando. En marzo, renunció el director financiero de la empresa, Thomas Piquemal, llamando a Hinkley Point prohibitivo.

Parece probable que crezca la sensación de crisis. Yves Marignac, un experto en energía nuclear en París, llamó a EDF "ya financieramente lisiada". Solo el respaldo del Estado evita que la calificación crediticia de EDF caiga pronunciadamente, dicen analistas.

No es solo la ASN la que tiene en la mira a EDF. El 22 de noviembre, funcionarios de competencia franceses registraron sus oficinas, en busca de evidencia de que su posición preponderante está presionando a los rivales y manteniendo los precios más altos de lo que deberían estar, aun cuando los precios de la electricidad más bajos han debilitado sus ingresos en los últimos años. Su precio accionario se ha reducido a la mitad en dos años.

El futuro parece sombrío. Unas cuatro quintas partes de las plantas nucleares francesas fueron construidas a fines de los 70 o principios de los 80. Las plantas tienen una expectativa de vida de 40 años, lo que significa que varias al año enfrentan el retiro en la próxima década. Planificadores de energía han supuesto que habrá extensiones a 50 años o más, pero la ASN podría titubear después de los problemas de las partes de fundición, o podría imponer costos más altos.

Cyrille Cormier, un ingeniero nuclear que ahora está en Greenpeace, un grupo activista que se opone a la energía nuclear, estimó que un reacondicionamiento total costaría a EDF entre 63.000 millones de dólares y 212.000 millones de dólares.

Cerrar las plantas permanentemente también sería extremadamente costoso. Francia nunca ha cerrado una grande. EDF podría estar subestimando los costos del desmantelamiento de plantas. Ha apartado 38.000 millones de dólares, menos que los 47.000 millones de dólares que Alemania ha reservado, aun cuando el vecino de Francia tiene una base nuclear más pequeña.

Luego están los desechos nucleares. Los cinco estanques que almacenan combustible gastado en La Haya, la planta de reprocesamiento central de Areva, están casi llenos, dijo Marignac.

Las penas nunca llegan solas.

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