Trabajadores de la industria metalúrgica argentina protagonizaron este jueves una ronda de "desaparecidos del mercado laboral", en el mismo monumento donde marchan desde hace más de 40 años las Madres del Plaza de Mayo.

"No a la importación", "queremos las notebooks argentinas", reclamaron decenas de trabajadores de fábricas de partes de autos, refrigeradores, lavarropas y de plantas de ensamblaje de teléfonos celulares y tablets instaladas en Tierra del Fuego, extremo sur de Argentina.

Según la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), se han perdido este año unos 20.000 puestos de trabajo en el sector, y hay varias empresas con miles de trabajadores suspendidos y otras preanuncian cierre para finales de diciembre.

"Las políticas del gobierno de Mauricio Macri buscan que desaparezca la industria nacional y es mentira que tengan un plan 'b' para todas las familias que estamos por perder el trabajo", dijo a la AFP Óscar Martínez, secretario general de la UOM de Río Grande (Tierra del Fuego).

Martínez, empleado en una ensambladora de tablets y notebooks de capitales brasileños y argentinos en Tierra del Fuego, dice que cerrarán esa planta el 22 de diciembre. En esa provincia los trabajadores metalúrgicos llevan semanas realizando protestas.

Invasión de los productos chinos

Graciela Jerez, delegada gremial en una planta que fabrica interruptores de luz, lamentó que "estemos viviendo una invasión de productos chinos que estábamos haciendo nosotros", dijo.

En el gobierno anterior, peronista de centroizquierda de Cristina Kirchner (2007-2015) "había inflación, y podías estar o no de acuerdo políticamente, pero discutíamos las paritarias (ajustes salariales anuales), ahora estamos peleando para que no nos echen", indicó Emiliano Gallo en Plaza de Mayo. Desde que asumió la presidencia Mauricio Macri (centroderecha) Argentina experimenta un drástico giro pasando de un modelo de proteccionismo de la industria nacional a otro liberal.

La inflación ronda 45% anual y, junto a una devaluación de la moneda de 30% a principio del 2016, hizo caer el consumo de manera sostenida, golpeados por aumentos de tarifas de servicios públicos entre 400% y 2.000%.

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