Por Richard E. Ferreira-Candia

Periodista, analista y docente

Hace varias semanas habíamos coincidido con el comandante en que estamos entrando aceleradamente en un clima político y social bastante peligroso y, se observa que, antes que bajar los decibeles de la crispación entre los actores políticos o sociales, ese ambiente hostil va en aumento, cada vez que se habla de las aún lejanas elecciones generales del 2018.

Este tipo de ambiente, sin embargo, no es nuevo, dijo e inmediatamente agregó: Este mismo clima envolvió a cada uno de los períodos electorales anteriores y es hasta irremediable -por la carencia de interés en que las cosas sean distintas- que siga así hasta que realmente los cuadros políticos sean reemplazados, no solo de hombres, sino la mentalidad.

El comandante ya había pedido las dos tazas de café negro, sin azúcar, poco después de que llegara y se ubicara en el altillo del Café Literario. Puso en la mesa un libro, que miré con bastante consternación. Era "En busca del hueso perdido (Tratado de paraguayología)", de Helio Vera (1946-2008). Es el libro paraguayo más vendido en nuestro país desde hace muchísimo tiempo, le indiqué. - Así es-, asintió.

Helio, como se nos permitió a un grupo de sus alumnos llamarlo en las reuniones nocturnas de los viernes en el restaurante "El Tauro" de Asunción, y luego ya en el trajín del trabajo profesional, describió al paraguayo como pocos. En este libro y con otros intentó explicar/descifrar el enmarañado carácter del paraguayo. "En busca del hueso perdido" (1990) es de lectura obligatoria para todo quien desee conocer la "una visión descarnada y crítica de la cultura y del hombre paraguayo", como bien señala la descripción de la obra.

La visión de Helio sobre el paraguayo partió en algunos aspectos desde las características del contexto político que le tocó vivir. Compartimos con el comandante algunos fragmentos del libro.

"Hay muchas clases de paraguayos. Hay paraguayos de campo y de la ciudad. Hay paraguayos "gente" y paraguayos koygua (campesino oculto). Hay paraguayos valle y paraguayos "loma", como propone la tipología de Ramiro Domínguez", apuntó. Utilizando su fino humor de salón, describió, además, una serie de "tipos" de paraguayos, entre los que citó también a los "blancos, albinos, rubios, trigueños, morenos, overos y amarillos", y por último, "como es muy notorio, los paraguayos de primera y de segunda categoría". Una descripción real, desde donde se mire.

Explicó, en la sutil pero agria ironía que desparramaba cada vez que hablaba, que para distinguirlos no era necesario un estudio profundo, porque se determinaba a simplemente vista. Los primeros -escribió- tienen una credencial que les permite acceso al "piso superior de la República", y los segundos "deben contentarse con la planta baja".

Se supone, en el mundo de la imaginación y por qué no en el mundo real, que el paraguayo es un ser raro, inexplicable, razón por la cuál existió siempre interés en conocer de qué es "especie" es, expresó el comandante.

Recordó que el nombre del libro, precisamente deriva de una leyenda urbana de la época del dictador Francia. El mismo Helio lo explica: "La sospecha de la singularidad no es nueva". El Dictador Francia fue de los primeros en aventurar esa hipótesis. Rengger anota en su obra: "...le gusta (al dictador) que le miren a la cara cuando le hablan y que se responda pronta y positivamente. Un día me encargó con este objeto que me asegurase, haciendo autopsia de un paraguayo, si sus compatriotas no tenían un hueso de más en el cuello, que les impedía levantar la cabeza y hablar recio". (Rengger, J.R "Ensayo histórico sobre el Paraguay" -El Lector, 1982).

Este relato hace que Helio, con una inteligencia bárbara, empezara a intentar desmarañar la compleja característica del paraguayo, que le permitió describir situaciones tan antiguas que persisten hasta nuestros días, como la habilidosa cualidad del paraguayo para "disfrazarse", según su conveniencia. Sobre eso, Helio escribió: "Todo el mundo se disfraza de algo: de patriota, de leal, de sabio, de sincero, de puntual, de místico, de pundoroso, de corajudo, de espléndido, de filántropo. Dentro de esta alegre comedia humana, no está demás que alguien ensaye algo distinto: disfrazarse con su propia cara".

Para el querido Helio, como muchos sostienen, no hay un solo Paraguay, sino dos, que dependen de las interpretaciones interesadas de cada quién. "No hay un solo Paraguay, sino dos, culturalmente hablando", precisó en su libro, para explicar luego: Se encuentra el Paraguay de gua'u, "palabra en guaraní que designa lo que es simulado, regido por la ficción, falso, trucado, mentiroso"; y también el Paraguay teete, "otra eficiente palabra en guaraní empleada para nombrar lo que es real, auténtico, genuino, prístino y puro".

Describió que "son dos países, bien distintos del uno del otro", pero que sus habitantes viven sobre la misma geografía, "como animales de distintas especies disputando en un único cazadero".

Aquí, en nuestra dura realidad, no se puede dejar de recordar frases tan dispares, como aquella recordada "vivimos en un país de maravillas" comparada con "nos estamos hundiendo". Estas afirmaciones no son nuevas, siempre se lanzan dependiendo de la época, de quién está en el poder y quién está en la oposición. Lo más descriptivo de todo esto es lo que el mismo Helio explicó: "Ambos (países) se encuentran en estrecha e inseparable vinculación". - Y seguirán así, con los diferentes "tipos" de paraguayos- acoté, a lo que el comandante enfatizó: Si hablamos en términos políticos, la cuestión está en que los políticos eligen sus disfraces dependiendo exclusivamente al momento político, al sector en el que están y el cargo que ocupan circunstancialmente. Eso.

Dejanos tu comentario