Por Matías Ordeix

Socio del Club de Ejecutivos

Desde nuestras primeras palabras hasta las últimas, vivimos una existencia de antónimos. Aprendemos a diferenciar el sí del no, a identificar lo bueno de lo malo o generalmente lo correcto de lo incorrecto. Este aprendizaje, si bien puede sumar mucho a nuestro presente y futuro poder de discernimiento, en algunos casos puede volverse extremista.

Recuerdo las sabias palabras de mi abuelo, quien siempre decía: "in medio stat virtus", o sea la virtud está en la mitad. Cada vez que había alguna disputa entre nietos traviesos, su palabra conciliadora y diplomática ponía paño de agua fría y siempre solución.

Sin embargo, y con pena, no es lo que habitualmente observamos en la sociedad. Públicamente es corriente leer o escuchar resistencia, pesimismo, crítica y destrucción. Y para poner un ejemplo, todo lo que hace el Gobierno para unos está mal y todo lo que hace el mismo para otros es excelente. Los polos están tan lejanos, que la conciliación, mediación y encuentro de puntos en común son difíciles. Pero en verdad, ni todo está bien ni todo está mal !!

La vida no debe pasar nunca por el extremismo, la sociedad no debe verse inmersa en la polarización. El vaso medio lleno es también una frase a la cual recurrimos habitualmente, pero a veces nos lleva a los mencionados extremismos. Uno ve el vaso con la mitad a su favor y el otro con la mitad en lo opuesto. No vivimos, –volviendo al caso del Gobierno– ni en el país de las maravillas ni en el país de los fracasos. No todo lo que se hace está bien o mal. Los matices pueden ser muchos, del blanco al negro la escala de grises puede ser muy amplia.

Debemos aprender a ver la vida en forma más objetiva, separar nuestros intereses estrictamente personales y pensar en el otro, en la sociedad. Si se construye una autopista y esta beneficia a la sociedad en general, a la fluidez del tránsito, al transportista que trabaja diariamente, pero incomoda el acceso a mi casa, el deber que tengo es ser tolerante y respetuoso. Debo –aunque me cueste– ver necesariamente el interés general.

Hay ira en la sociedad, hay negativismo de unos pocos, pero que hacen mucho ruido. Están los felices y contentos, pero tampoco intentan contagiar. Y el egoísmo es un grave error. Vean nomás las noticias, donde las pocas buenas apenas aparecen y las malas inundan por momentos los medios. Felicitamos a los valientes que promocionan los hermosos logros que tiene nuestro país, que promocionan al trabajador, al paraguayo honesto y el nuevo país que todos forjamos.

Debemos procurar enseñar a nuestros compatriotas a ver la vida en forma más optimista. Y esto para nada es tapar o esconder bajo la alfombra los problemas. Por el contrario, debemos trabajar sobre nuestras fortalezas como nación e intentar ayudar a minimizar los sabores amargos. Diluyamos nuestras debilidades.

El vaso está servido, quien lo beba será el responsable de transmitir positivismo o tomar el camino simple de la condena, la crítica destructiva e insípida. El país se construye entre todos. Debemos abrirle los ojos y hacerle razonar a muchos, cuanto podemos lograr si somos constructivistas. Si "hacemos" y no solo decimos. Si hablamos menos y edificamos más. Sumémonos al desafío de ver lo completo de nuestro vaso, cargado de oportunidades, sueños y esperanza.

Dejanos tu comentario