Bogotá, Colombia. AFP.
Con el tiempo y el ex presidente Álvaro Uribe en contra, el gobierno de Colombia y las FARC impulsaban este martes la implementación del nuevo pacto de paz que sellaron hace 10 días, tras incluir propuestas de sectores que rechazaron en las urnas el acuerdo original.
Miembros de la cúpula guerrillera, incluido su líder máximo, Rodrigo Londoño ("Timochenko"), llegaron el lunes a Bogotá para ultimar los detalles de la firma oficial del texto, pero también con otro tema de fondo: la ola de asesinatos y amenazas a líderes sociales que puede amenazar la puesta en marcha de los acuerdos de paz.
Esta violencia completa la tríada principal de obstáculos en el camino para acabar con un conflicto armado de más de medio siglo, a la que la noche del lunes se apuntó definitivamente el actual senador Uribe quien, tras días de suspenso, rechazó el nuevo pacto y pidió en cambio reunirse con las FARC.
"Tenemos toda la disposición de dialogar con el gobierno y las FARC sobre las modificaciones en los temas referidos. Para este diálogo proponemos aprovechar la presencia en Bogotá de los líderes de las FARC", dijo Uribe pidiendo, por ejemplo, que no se permita la elegibilidad política de responsables de delitos atroces mientras cumplen sus penas o que el acuerdo no sea incluido en la Constitución.
NO DILATAR
El encuentro con Uribe fue prácticamente descartado este martes por el comandante guerrillero Pablo Catatumbo, miembro del equipo negociador de paz de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas), quien dijo que no permitirán al ex presidente "dilatar" la aplicación del acuerdo.
"Uribe malgobernó, corrompió y ensangrentó a Colombia durante 8 años y nunca quiso la paz sino la derrota de las FARC, no pudo. Dilatar no", escribió en Twitter.