Por Clari Arias
@clariarias
Fue inevitable aun para los que odian el fútbol, no hablar de la mala hora que pasa la selección nacional de fútbol, luego de su derrota frente al peor equipo de Sudamérica. En un país donde la pelota es Dios, la gente gasta horas y horas en análisis fatuos buscando las razones del fracaso fraccionado –gracias al sistema eliminatorio sudamericano– de unos deportistas que lo tienen todo para llegar a su objetivo, pero que sin embargo solo ofrecen alegrías pírricas a sus fanáticos seguidores. Así que, vaticinando una catastrófica derrota del operativo Rusia 2018, no nos quedará más que concentrarnos en la otra pasión guaraní: la política (o lo que sea que los paraguayos hacemos en nombre de ella!).
Los colorados oficialistas, esperanzados aun por lograr la reelección de HC, se ven sometidos a un error capital en la política, la falta de líderes por debajo del presidente. Sin la posibilidad cierta de una segunda carrera presidencial de Cartes, las diferencias comienzan a mostrarse –por ejemplo– en la Cámara de Diputados, en donde hasta hace poco tiempo se jactaban de tener una sólida bancada de 45 miembros, que hoy, con los apuros del calendario, se ha atomizado en 5 bancadas! Es decir, las carreras individuales y/o grupales por el rekutú parlamentario han arrancado sin la certeza de una candidatura presidencial, por lo menos en el oficialismo.
Como desenlace de estas divisiones entre diputados colorados, el precandidato presidencial Mario Abdo ha logrado, de carambola diría yo, la adhesión de 8 diputados con variopinta fuerza electoral: José María Ibáñez, Freddy D'Ecclesiis, Carlos Maggi, Víctor González, Eber Ovelar, Danny Durand, Andrés Retamozo y Ariel Oviedo.
Este último parlamentario ya puede ser considerado con holgura, como el más contradictorio saltimbanqui de la política paraguaya: su extinto padre, el general Lino Oviedo, realizó una furibunda campaña electoral (cuyo resultado es la diputación que él ostenta) en contra del entonces candidato Horacio Cartes. Pero ni bien este ganó las elecciones, y liberado de cualquier compromiso moral con la muerte del general, Arielito abandonó el partido fundado por su progenitor para apoyar fervorosamente al flamante ganador. Y ahora, sin desparpajo alguno, refrenda la campaña electoral del hijo de uno de los pilares del gobierno autoritario que su padre echó del poder a balazos!
Como un adelanto claro de cómo se conformarán los equipo para las justas del 2018 (olvídense del fútbol, no vamos a clasificar al Mundial de Rusia), los disidentes colorados han sacado considerable ventaja en esto de promocionar a su precandidato presidencial. Ayer, el legendario Kalé (así con "K") Galaverna festejó su cumpleaños número 67 lanzando una temeraria arenga, "Marito es el presidente en situación de espera", dijo, ante un enfervorizado grupo de invitados a su cuchipanda. Más que un evento social, el onomástico del senador Galaverna es una tarima política donde se miden por igual, lealtades y cambios de bando en el Partido Colorado. Ayer se vieron rostros nuevos entre los comensales, como el del tránsfuga Eduardo Petta, quien afanosamente busca legitimar su regreso a la ANR, luego de engañar sin pudor alguno a los votantes del Partido Encuentro Nacional.
Mientras tanto, en el oficialismo nada se sabe acerca de una candidatura presidencial. Suenan muchos nombres, pero ninguno tendrá la fuerza del actual presidente de la República, y esa es la mayor debilidad, como ya dije más arriba. Esperando la definición de la agenda llamada reelección, la ansiedad (y tal vez la desesperación) va creciendo y todo aquel que pueda hablar lanza nombres para ensillar el caballo del comisario: Riera, Afara, Leite, Alliana, y hasta el neo-colorado Santiago Peña. De hecho cada día que pasa se van agregando más y más nombres a una lista que –por ahora– por lo menos gana en imaginación, porque en la realidad sólo una persona decidirá quién será el candidato. Porque uno solo es el gran elector: Horacio Cartes.