Andrew Ross Sorkin

Supongamos por un momento que Donald Trump gana la presidencia.

Algunos quizá se estremezcan ante la pura idea y dejen de leer este momento. Pero en el mundo de los negocios, otros estarían radiantes como Peter Thiel, empresario de Silicon Valley.

Pero, ¿qué sucedería exactamente al día siguiente? ¿Qué les sucedería a los mercados y a la economía?

La noción generalizada es que, de entrada, el mercado bursátil sufriría una caída estrepitosa. Simon Johnson, economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts, plantea que la presidencia de Trump "probablemente haría quebrar al mercado bursátil y sumir al mundo entero en la recesión".

Prevé que las políticas de Trump "contra el libre comercio causarían un bache profundo, similar a lo que están experimentando los británicos", tras su decisión de abandonar la Unión Europea.

Para explicar su previsión, Johnson señala que la economía de Europa es tan frágil que "la recesión causada por Trump inclinaría a Europa hacia una recesión declarada, lo que muy probablemente provocaría una grave crisis bancaria".

Después de eso, continúa con esta advertencia: "Si no se contiene el peligro –y la probabilidad de una debacle bancaria en Europa ya es de por sí desconcertantemente alta– habría una espiral negativa. De cualquier modo, los efectos en los mercados emergentes y en los países de bajos ingreso serían dramáticos".

La opinión de Johnson quizá sea un poco exagerada pero, en cierta medida, su pesimismo es el de muchos economistas de todo Wall Street, desde Citigroup hasta Goldman Sachs. Y cada quien menciona una serie de razones diferentes de que los mercados se colapsarían si ganara Trump.

Pero esa es la noción generalizada, ¿no es así?

Es natural que los inversionistas y analistas aborrezcan la incertidumbre. Hillary Clinton en gran medida representa al status quo. Trump es como la caja de chocolates de Forrest Gump, como dijera Peter Boockvar, jefe de analistas del mercado en The Lindsey Group, una firma de consultoría económica de Washington. "Nunca sabemos lo que nos va a tocar".

Pero con toda probabilidad, la victoria de Trump causaría una rápida liquidación instintiva. Muchos inversionistas decidirían rematar sus acciones primero y preguntar después.

Pero días y semanas después de la victoria de Trump, entre los inversionistas que seleccionan su cartera con cuidado, la decisión de comprar y vender se tomará compañía por compañía, industria por industria, divisa por divisa, y así sucesivamente.

En verdad, es imposible predecir cómo se las arreglarán los mercados con una presidencia de Trump, a pesar de las especulaciones desatadas en todas partes. Con toda probabilidad, los inversionistas necesitarán tiempo para entender y hacer números respecto del efecto que tendrían sus políticas en la economía.

Sí, el peso mexicano muy probablemente caiga por miedo a una guerra comercial –Goldman Sachs prevé que podría caer hasta en 25 por ciento– y las acciones de algunas compañías de seguros van a tropezar con la incertidumbre de lo que les ocurriría si se derogara la ley de atención médica accesible.

Pero las compañías de petróleo y otros sectores de la industria de energía tradicional probablemente se recuperarían dado el plan de Trump de echar por tierra todas las regulaciones.

(Las compañías de energía renovable, por su parte, se derrumbarían). Las acciones de empresas médicas y de biotecnología, que han declinado por la inquietud de que Clinton trate de aplicarles mayores regulaciones e incluso también el control de precios, también podrían resurgir.

Si Trump gana, dos compañías que parecen encaminarse a un aporreo inmediato son AT&T y Time Warner, dado lo mucho que el candidato Trump ha objetado su recién anunciado plan de fusión. AT&T, por lo demás, también tiene un enorme negocio en México.

La mayor prueba para los mercados bursátiles estará condicionada a la futura cabeza de la Reserva Federal. "Hay mucha incertidumbre respecto de a quién podría nombrar Trump, aunque sí ha dejado en claro que no reconfirmaría a la presidente Yellen", señaló Goldman Sachs en una nota para sus clientes.

"Las críticas de Trump hacia las políticas de la Reserva son algo ambiguas; ha dicho que se han dejado las tasas muy bajas por demasiado tiempo, pero también ha advertido que el alza de las tasas tendría consecuencias negativas. Nosotros esperaríamos que los mercados financieros vieran la victoria de Trump como algo que tiene ciertas implicaciones belicosas, ya que sería mucho más probable que hiciera cambios en lo que muchos consideran una gestión de la Reserva demasiado inclinada a la prudencia".

Un puñado de economistas ha dicho que a pesar de todas las promesas hechas por los candidatos, el resultado de la elección no decidiría realmente el rumbo que tomaran los mercados.

"Haciendo a un lado la personalidad y las propuestas de política, en lo que se refiere al rumbo que vayan a tomar los mercados, muy probablemente no será cuestión de quién es el próximo presidente", señaló Boockvar en una nota a los clientes.

"Ya que estamos en el segundo mercado alcista más prolongado de todos los tiempos, y al acercarnos al octavo año de esta expansión económica, hay muchas probabilidades de que, sea quien sea el próximo presidente, le va a tocar presidir durante una recesión, un mercado a la baja y aumentos de deuda y déficit".

Esa podría ser una opinión demasiado pesimista, pero dado que en los últimos decenios hemos tenido una crisis financiera de algún tipo cada ocho años, más o menos, es difícil pensar que atravesaremos los próximos cuatro años sin ningún traspiés. Si la actividad de fusiones es un buen indicador de los ciclos del mercado, la reciente oleada de acuerdos apunta a que estamos más cerca de la novena entrada que de la primera.

Lawrence G. McDonald de ACG Analytics, que ha comentado los posibles beneficios de una presidencia del republicano, aseguró que "Trump crearía un pánico colosal, pero la recuperación de alivio sería formidable".

McDonald publica un boletín sobre riesgos políticos globales llamado Bear Traps Report y piensa que "Trump ladra sobre su posición contra la globalización, pero en realidad no muerde en términos de su implementación real".

Aunque Clinton es claramente la favorita de los directores e inversionistas de las empresas Fortune 500, Wall Street no se entusiasma tanto con la idea de una presidencia de Clinton combinada con la posibilidad de que los demócratas tengan la mayoría en la Cámara y en el Senado.

"El índice S&P 500 ha tendido a reaccionar mal cuando aumenta la probabilidad de que arrasen los demócratas, después de descartar los efectos estimados del cambio en crecimiento, inflación y expectativas de política", consideró Goldman Sachs. "Lo bueno es que el mercado de valores parece favorecer a Clinton sobre Trump, pero también parece preferir un gobierno dividido por encima del control de un solo partido".

Empero, una cosa es segura. Aunque la marca comercial de Trump se enfrió durante la polémica campaña, ciertamente durante una presidencia de Trump, los cabilderos y otros traficantes de favores harían cola para jugar golf en el Club Mar-a-Lago de Palm Beach, Florida, así como para reservar habitación durante la semana de toma de posesión en el recién inaugurado Trump International Hotel en Washington. Algunas conductas no son difíciles de predecir.

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