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Los estadounidenses que quieren una jubilación cómoda, y que trabajan en el sector privado, tienen que ver por sus propios intereses en estos días. Ya no pueden confiar en gran medida en que su patrón vaya a pagar una pensión vinculada a su salario final, porque esas promesas de beneficios definidos son demasiado costosas.
En vez de ello, a los trabajadores se les promete algo llamado pensión de contribución definida, la cual, la verdad sea dicha, no es para nada una pensión. Es un fondo de ahorros al cual contribuyen los patrones y los empleados, con algunas ventajas fiscales. Se desconoce cuán grande será ese fondo y qué tipo de ingresos proporcionará.
La mayoría de esos ahorros probablemente se invertirán en fondos mutuales. Sin embargo, como escribe el abogado académico William Birdthistle en su entretenido nuevo libro, "Empire of the Fund: The Way We Save Now" ("Imperio del fondo: cómo ahorramos ahora"; Oxford University Press, 2016), los pequeños inversionistas necesitan informarse más sobre cómo funcionan los fondos mutuales.
Uno podría pensar, por ejemplo, que todos los inversionistas en un fondo son tratados de igual manera. Sin embargo, Birdthistle cita a un conjunto de fondos de capital de JP Morgan que tienen siete tipos de acciones diferentes, con nombres opacos como "Class R5". La principal diferencia tienden a ser las comisiones que cobran los fondos. Los pequeños inversionistas habitualmente pagan más, incluso aquellos en algunos planes de contribución definida.
Estas comisiones a menudo parecen excesivas. El autor reproduce una tabla de un solo fondo administrado por Oppenheimer, el cual tiene seis clases de acciones, y el costo es determinado por nueve conjuntos de cifras separadas para cada clase. Las comisiones anuales totales oscilan entre 1,01 por ciento y 2,2 por ciento.
Las comisiones normalmente se cobran como proporción de los activos de un fondo, y por ello suben o bajan con el mercado en general. Sin embargo, ¿realmente cuesta más operar un fondo si el mercado sube en 20 por ciento? No todas las administradoras de fondos comparten las economías a escala con sus inversionistas.
Una comisión en particular destaca entre las otras. Es la comisión de distribución y servicio, o 12b-1, la cual es usada para promover el fondo ante nuevos inversionistas. ¿Por qué los inversionistas existentes deberían pagar este proceso, el cual beneficiará a la administradora de fondos? Estudios sugieren que los inversionistas existentes no reciben beneficio alguno de un aumento en el tamaño del fondo. No obstante, la industria se embolsó más de 12.000 millones de dólares provenientes de fondos 12b-1 en el 2014.
Notablemente, las comisiones enlistadas en un folleto de fondo mutual no son las únicas que enfrentan los inversionistas. Los fondos también incurren en gastos, como las comisiones de los corredores de bolsa, cuando cobran y venden valores. Estas comisiones son deducidas de los rendimientos de los inversionistas.
Bastante justamente, argumentaría uno. Esos cobros son un costo inevitable de la operación de un fondo, y una administradora de fondos mutuales puede hacer movimientos de manera mucho más barata de lo que lo harían por su cuenta los inversionistas minoristas.
En ocasiones, sin embargo, la administradora de fondos recibe servicios del corredor de bolsa a cambio de las operaciones, un sistema conocido como "soft dollar", o dinero intangible. Algunos de estos servicios quizá parezcan benignos, como investigación de inversión para ayudar a un administrador a seleccionar mejores acciones; aunque ¿no se supone que esa es su área de experiencia? Sin embargo, las investigaciones de la Comisión de Valores y Cambios han encontrado más usos dudosos del dinero intangible, como el pago de facturas de hotel o de teléfonos móviles. Aunque estos acuerdos son legales, representan un potencial conflicto de interés, y su costo no es revelado a los inversionistas.
Birdthistle también resume graves abusos que han ocurrido en la industria de los fondos mutuales, particularmente en torno a las operaciones fuera de horario y el manejo de los horarios del mercado, por medio de los cuales los clientes privilegiados pudieron obtener utilidades a costa de los inversionistas comunes. Estos costaron a las firmas de administración de fondos involucradas miles de millones de dólares en multas.
Con suerte, la industria se ha reformado y esos escándalos son cosa del pasado. Birdthistle acepta que los fondos mutuales desempeñan un papel útil al dar acceso a los inversionistas pequeños a carteras diversificadas, en ocasiones a un costo bajo. Sin embargo, es necesario reformar más la estructura de la industria: por requisito, solo 40 por ciento de los fideicomisarios, las personas responsables de cuidar de los intereses de los inversionistas, son independientes de la administradora de fondos. Sería mejor si los independientes fueran la mayoría.
El ascenso de los fondos pasivos de rastreo de índices con comisiones ultrabajas ejercerán presión en las comisiones impuestas por el resto de su industria. Algunas administradoras de altas comisiones pueden superar el desempeño de su índice, pero no hay forma confiable de seleccionarlas con anticipación.
Suponiendo un rendimiento bruto del 6 por ciento, un punto porcentual extra en las comisiones anuales a lo largo de la carrera de una persona puede reducir su pensión en alrededor de 30 por ciento. Los inversionistas que asumen la responsabilidad de crear su propio fondo de pensión necesitan comprender el enorme impacto que pueden tener los cargos.
Leer el libro de Birdthistle sería un buen lugar para empezar.