Por Silvia Velázquez - svelazquez@lanacion.com.py
"Tenía el pelo lacio, súper lacio. Después de la quimio, me volvieron a crecer mis cabellos, pero ya enrulados", recordó Valentina (48) entre risas y con una particular mirada que denota la fortaleza de una mujer que pasó por 16 sesiones de quimioterapia, una cirugía de extirpación de mama y 25 sesiones de radioterapia.
La Nación conversó con mujeres, protagonistas de fuertes historias en las que el cáncer estuvo presente.
Valentina y su familia son oriundos de Ciudad del Este, al principio de su enfermedad, ella tuvo que venir a Asunción a vivir con unos parientes, mientras su esposo, hijos y el resto de sus familiares quedaron allá.
"A los 19 años, con mi primer embarazo tuve la primera manifestación a la que no di importancia en su momento. Me salió un pequeño nódulo que mostré a mi doctor de aquel entonces. El me dijo que eso era normal porque mis senos estaban creciendo por mi embarazo, quedé tranquila con eso y nunca más traté el tema", recordó.
Luego de 20 años de aquel episodio y ya con cinco hijos, Valentina tras un día de intenso trabajo como ama de casa, mientras se bañaba sintió -de la nada- que un seno era notablemente más pequeño que el otro. "Me asusté, miré al espejo y vi que realmente se achicó un seno".
Al día siguiente fue a una clínica en Ciudad del Este. Allí explicó su historial al médico que la atendía, quien le ordenó que urgentemente se hiciera todos los estudios.
"Al principio yo creía que era del corazón. Normalmente a lo largo de mi vida sufría de pequeños dolores en el pecho que los relacionaba al corazón, nunca pasó a mayores por eso no me controlaba. Constantemente sentía mareos y bajaba de peso muy rápido, yo no prestaba atención a esas señales, después de mi diagnóstico relacioné todo", mencionó.
El diagnóstico: "Acá no hay sospechas, acá hay cáncer"
"Estoy preparada para cualquier bomba", dijo Valentina al doctor López, su médico tratante. Cuatro mastólogos más ingresaron a la sala de consultorio de donde Valentina se negaba a salir "querían hablar primero con mi esposo, que me estaba aguardando afuera, pero yo dije que no saldría de allí, que yo quería saber".
Valentina rememora, "le dije 'doctor yo estoy preparada para cualquier bomba que explote acá, pero tengo miedo que mi esposo no esté preparado', yo me sentía fuerte".
El esposo de Valentina, con quien lleva 25 años de matrimonio, entró a la sala y al mirarla rodeada de los médicos, lloró amargamente.
"El doctor le dijo, 'sentate amigo, tenemos que conversar. Tu esposa está necesitando de tu ayuda, de tu apoyo, su entorno tiene que estar consciente de lo que ella se va a hacer, porque el tratamiento es costoso, es muy largo', ahí él ya se dio cuenta de lo que hablaba. Empezó a llorar como un niño, se intentó calmar por un momento y allí el médico le dijo que le pregunte lo que quiera. No pudo, porque se largó a llorar de nuevo".
Valentina ya con mucha angustia, consultó al doctor sobre las sospechas que tenía sobre su salud. "Ahí el doctor me mira y me dice, acá no hay ninguna sospecha... Acá doña Valentina, hay directamente cáncer y tenemos que tratar con urgencia".
Cuando Valentina se enteró de su enfermedad, se cumplían nueve meses del fallecimiento de su padre, a causa del cáncer de pulmón.
"Todavía ni nos recuperamos de eso, no quería contarle a nadie. Primero se enteró mi esposo, y luego de tres meses mis hijos, luego mis hermanos y mi mamá finalmente", expresó.
La parte más dura, recuerda, fue contarle a sus hijos. A lo largo de los meses, ella fue preparándolos para darles la noticia.
"Yo les preparaba despacito. Les decía, yo tengo que hacerme un tratamiento, va a ser costoso. Lo más doloroso para mí, fue cuando el mayor me miró fijamente y me preguntó, entre lágrimas 'mamá, ¿te vas a morir, igual que mi abuelo?' Ese fue un dolor muy grande. Yo busqué las palabras para decirle en ese momento, como que no todos mueren de lo mismo, que su abuelo estaba ancianito y que yo era joven y tenía fuerzas, que debía hacer en forma lo que me decían los médicos. Eso a ellos les reconfortó".
El dolor y la recuperación
"Yo pensaba y no podía creer lo que me estaba pasando. Cuando el doctor me dijo, cáncer casi avanzado, hay que iniciar la quimioterapia. Ahí lo único que supe hacer fue rezar. Le dije al Señor, 'yo no te pregunto por qué, lo único que te pregunto es qué debo hacer ahora para enfrentar esta dura batalla que me espera', porque yo sabía que era una dura batalla", recordó.
Valentina se realizó 16 sesiones de quimioterapia. La primera en Ciudad del Este. Sus gastos fueron inmensos, motivo por el cual decidió venir a Asunción a continuar su tratamiento en el Hospital de Clínicas. El resto de las sesiones fueron ahí, además de su cirugía de extirpación mamaria y las posteriores 25 sesiones de radioterapia.
"En mi cuarta sesión de quimioterapia, sentí que no podía más, tuve la peor crisis. Mis hijos ya lloraban y yo les pedía que me dejaran encerrada en la pieza. Era un crudo invierno, y yo me tiraba al piso por el calor y el dolor que sentía, era como un fuego", expresó Valentina. Recordó que su consuelo en esa ocasión fue nuevamente rezar.
"Uno cuando se encuentra en esa situación, debe intentar tener fe plena en Dios. A mí eso hasta hoy me tiene en pie. Confío, me aferro. A la par de mi tratamiento, también busqué un director espiritual, que todos los días me ayuda, me dice que si tengo obediencia a Dios, debo obedecer a mis médicos, porque Dios les dio la inteligencia y sabiduría para tratar mi enfermedad", dijo convencida.
Actualmente, Valentina volvió recuperada a sus controles, luego de ocho meses. "En este tiempo aprendí mucho, sobre todo me dí cuenta que tengo muchísimos amigos, hermanos que siempre me ayudan", contó finalmente.
Historia familiar
Carlota tiene 75 años, a los 65 le diagnosticaron cáncer de mama, sin tener ningún síntoma aparente. Ella se controlaba frecuentemente, ya que su hermana -a los 50 años- y su hermano menor -a los 27 años- fallecieron de cáncer de mama.
"Yo me fui a trabajar a Argentina y me hacía los controles regulares por la historia con la que contaba. Cuando volví a Paraguay, pensé en ir nuevamente a un control de rutina con la ginecóloga. Al conocer mi historial, me mandó hacer estudios, después me derivó a una mastóloga. Allí ya sospechaban algo, por lo que me mandaron a hacer la biopsia de una pequeña parte de mi seno. Yo no tenía ningún síntoma, después le llevé los resultados. Allí me dijo que tenía cáncer", contó Carlota a La Nación.
Al momento de confirmar que el cáncer iniciaba en el cuerpo de Carlota, los médicos le indicaron inmediatamente una cirugía de extirpación. "Allí pensé que yo era la tercera, mi hermana, mi hermano ambos fallecieron de cáncer de mama y ahora me tocaba a mí", recordó la mujer.
Carlota dice que pese a no haber sentido nunca dolores ni malestares y jamás llegar a hacer quimioterapia o rayoterapia, se tuvo que realizar dos cirugías muy grandes. En una de ellas, le extirparon una mama.
"En mi caso, encontraron el cáncer por medio de una ecografía mamaria. Ya que con otros métodos no se detectaba nada" aseguró.
Hoy, 10 años después, Carlota se encuentra saludable y libre de cáncer, siguiendo regularmente sus controles. Vive en Fernando de la Mora, y se solventa de la jubilación que le brindaron 45 años de trabajo como costurera en Argentina. Tiene una hija de 56 años, quien también acude a sus controles religiosamente, según comentó.
A la espera del diagnóstico
En la sala de espera de Mastología del Hospital de Clínicas, se encontraba Cesarina (42), quiso compartir también su historia con La Nación y brindar una recomendación muy importante, sobre todo a las mujeres.
"Un día amanecí con dolor de pecho, toqué y sentí una bolita (señalando su mama derecha), y al día siguiente ya vine acá, me asusté. Después ya me empezó a doler más, no descansaba y se formó una pus por dentro de la mama, en mi costado derecho. Al ver ya pensé que era cáncer", dijo Cesarina. Ella aún aguardaba los resultados de la biopsia que se realizó una semana atrás, de modo a conocer su diagnóstico.
"Nunca me hice ningún autoexamen, yo sabía, pero no quería hacer. Antes de dolerme, nunca vine a ginecólogo y menos al mastólogo. Por medio de la ecografía mamaria, me dijeron que tengo una pus por dentro que empezaba a crecer. Hace unos meses nomas empezó todo. Ahora estoy aguardando el resultado de mi biopsia para ver qué tengo".
Finalmente, Cesarina dijo que "les pido que se controlen, hagan análisis de rutina. Al bañarnos nomás ya podemos tocarnos para ver si no hay algo raro en el pecho y que en caso que sí, no pase a mayores".
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