Por: Cristóbal Nicolás Ledesma Salas

Periodista del Grupo Nación de Comunicaciones

Cuando José Mourinho asumió la dirección técnica del poderoso Manchester United comenzó a seleccionar los jugadores con los que iba a contar, los que debían buscar otro destino y a elaborar la lista de nuevos contratados, entre ellos el fantástico Ibrahimovic y el cotizado Pogba.

Hasta ahí todo bien, es lo más lógico. Pero donde comenzó a mostrar su jerarquía fue cuando, entre los que podrían buscar otro camino, mencionó a jugadores de alta clase –ya comprobada– como el español Juan Mata. Cómo podría desprenderse de un futbolista múltiple-campeón, con su selección y los diferentes clubes con los que jugó?

La idea era tocar la fibra más íntima de un jugador que no venía rindiendo en el nivel que él puede, desafiarlo, aún sin decirlo. Mata, en el momento de escribir este comentario, acaba de anotar un golazo, hacer una asistencia para otro tanto y ser figura en la victoria del United sobre el último campeón inglés, el sorprendente Leicester. También sacó de la titularidad al "mimado" Rooney, quien ingresó ya consumado el triunfo y se lo vio bien suelto, sereno, maduro, comprometido.

Este es el tipo de golpe de timón que necesita Cerro Porteño, de sacudidas violentas para desperezar a jugadores que deambulan en la cancha como si fuera igual ganar, empatar o perder un partido.

  • Este es el tipo de golpe de timón que necesita Cerro Porteño, de sacudidas violentas para desperezar a jugadores que deambulan en la cancha como si fuera igual ganar, empatar o perder un partido.

Todos los futbolistas del Ciclón saben jugar al fútbol. Dominan los preceptos básicos de la táctica y la técnica, de las estrategias, conocen a los rivales y cómo sacar provecho de las mínimas ventajas que puedan dar. Nada de eso está en reparo. Sí es de necesidad urgente un mayor compromiso durante todo el juego, teniendo o no la pelota, la disposición para estar siempre.

Mata no caminó hoy ni en el 4-0 de su equipo, siempre estuvo a puntillas de pie, moviéndose, mostrándose, ofreciéndose para que siempre sean once los que juegan. Hasta habrá soñado despierto con Mourinho y sirvió muchísimo. Si en Inglaterra, en la altísima competencia, hace falta este tipo de "sacudidas", por qué no acá?

Vivimos en un país donde el conformismo es una conducta cotidiana, en todos los órdenes. Dar un extra es casi imposible. Dejar a medio terminar una tarea al llegar la hora de salida, cuando que en cinco minutos más se puede acabar el trabajo, levantar algo que molesta en el camino porque "no es nuestra responsabilidad", ir corriendo al vestuario cuando el entrenador dio el pitazo final de la práctica, salir volando de la clase aún con alguna duda que pudo quedar en la explicación del profesor, etc., etc.

Nuestra rebeldía pasa por romper los códigos, violar las normas, desatender las indicaciones del profesor o técnico. No queremos usar el pelo corto en un colegio que tiene como regla ese estilo, marchar cerrando las calles para impedir que el que no se manifiesta sufra las consecuencias y no los que deben ser receptores de la protesta, no portar una acreditación cuando sí lo hacemos en un evento apenas cruzamos el río Paraguay, pasar la luz roja del semáforo, dejar de hacer un ejercicio apenas el PF mira para otro sitio, y tantos otros ejemplos que conocemos todos.

Nuestras protestas, revoluciones, reclamos no son siempre en la búsqueda de la mejoría individual para un bien común, sino para que mejore el otro en mi provecho; hacer lo mínimo posible con tal de cumplir el horario y pegar el raje.

Mourinho no es santo de mi devoción (y no tiene porqué serlo), pero si él busca trabajar la cabeza a jugadores súper profesionales, con remuneraciones siderales como lo hizo con Mata, cómo no hacerlo en Cerro Porteño, otro club o en otras actividades ya mencionadas, como para que los reclamos tengan la consistencia que amerita y los resultados sean beneficiosos para todos.

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