Anita Daher dejó su carrera de Diseño Industrial para hacer paracaidismo a tiempo completo. Su tenacidad y ganas de aprender la guiaron para convertirse en la primera instructora de túnel de viento en Paraguay. Ahora, la sed de aventura la llevó a España, pero después ¿quién sabe a dónde?

Por: Jazmín Gómez Fleitas

Anita (23) conoció el paracaidismo a través de su hermano Adib. Él le regalo por su cumpleaños número 18 un salto tándem, una modalidad en la cual se salta enganchado a un instructor profesional para disfrutar mejor de la vista y la experiencia. "Él es el culpable de todo (risas). Es paracaidista pero lo ocupa como hobby, para desestresarse. En esa primera experiencia admito que tenía bastante miedo pero se me iba pasando al convencerme a mí misma que todo iba salir bien (risas)", recuerda.

Una vez que Anita ya estuvo más hábil en la materia, hizo equipo con Adib para que su familia saltara "y supieran lo increíble que es estar en los cielos". Se animaron todos con el salto tándem: su papá, primos, hermanas y cuñado con ellos. "A mi mamá todavía no logro convencerla. Me dice que si la quiero matar que la lleve (risas). Pero mamá: voy a seguir insistiendo, ¡tenes que saltar con tu hija!".

Foto: Gentileza de Anita Daher[/caption]

Lo cierto es que la adrenalina en la vida de Anita nunca faltó. De chica quería ser astronauta, "desde ahí parece que me apasionaba estar lejos de la Tierra", bromea. Jugaba fútbol con sus primos y a los 12 empezó a seguir a Adib en el rally. Su papá le hizo probar el karting a los 17 y para los 18 ya era campeona en Super Kart. Confiesa que el automovilismo le estaba gustando mucho... hasta que probó saltar de un avión.

Lo cierto es que el paracaidismo llegó a su vida cuando ella ya había marcado una hoja de ruta hacia el Diseño Industrial. Fanática de la tecnología y de diseñar cosas para el futuro, viajó a Chile matriculada en la Universidad Adolfo Ibáñez convencida de que eso era lo suyo. Sin embargo, constantemente pedía permisos en la Facultad para ausentarse y hacer viajes para progresar en el túnel de viento.

Foto: Gentileza de Anita Daher[/caption]

Sin embargo, cuando la gente profesional la veía volar, le decía: "¡Esto es lo tuyo! ¿Qué haces en Chile?". Incluso, su decano ya estaba acostumbrado y bromeaba: "¿Vas a volver a pedirme permiso para ir a volar?". "Me fascinaba esa carrera pero lo que pasó fue que estaba en la primera promoción, y como sabrán, es muy pesada. Estábamos 24/7 en la universidad, tanto, que teníamos un colchón en la sala de estar para turnamos a descansar 20 minutos", explica.

Le costó tomar la decisión, y más aún decirle a sus padres, pero la necesidad de volar fue más fuerte. "Empecé a considerar la opción cuando me dicuenta de que me fascinaba estar volando, aprendiendo y enseñando sobre eso. Prefería mil veces trabajar haciendo videos y fotos en el aire, viendole a la gente feliz al saltar por primera vez. Esa emoción al llegar al suelo y que te digan: 'me encantó el salto' no se compara con nada". Así decidió dejarel diseño, vender todas sus cosas y mudarse a los Estados Unidos para empezar su carrera profesional. "Me siento afortunada de que mis padres aceptaron mi locura y pusieran toda su confianza en mí. Soy lo que soy gracias a ellos", enfatiza.

Foto: Gentileza de Anita Daher[/caption]
Dentro del túnel de viento

La primera vez que Anita entró a un túnel de viento fue en Arizona, Estados Unidos. "Desde ese día quise dedicarme al túnel". Explica que dentro de él uno puede avanzar en 15 minutos muchísimo en el vuelo. "Mi mamá sí voló en el túnel. Se asustó un poco con el taxi fly, que es cuando volás a alta velocidad para mayor diversión, pero así pudo saber lo que le apasiona a su hija (risas)".

El túnel es un simulador de caída libre, donde podés experimentar cómo sería si realmente te acabaras de tirar desde el cielo. Su ventaja está en que, al volar en un espacio reducido, cuando la próxima vez te tires de verdad, vas a poder volar más cómodo, fino y seguro. Se puede practicar durante más tiempo, ya que en el paracaidismo sólo tenés 45 segundos de caída libre, pero en el túnel con 15 minutos se podría estar volando con toda confianza de panza, espalda, sentada o de cabeza, dependiendo de lo que quiera cada persona.

Foto: Gentileza de Anita Daher[/caption]

Para ingresar se necesita una ropa especial. Un buzo enterizo para volar con comodidad y que los instructores te sostengan desde los grips. Probar el túnel por primerza vez en Windoor, Empuriabraza- España, donde Anita es instructora, cuesta unos 50 euros por 5 minutos. Son dos vuelos y uno de ellos es el taxi fly. Anita hizo su curso de instructora justamente allí y cuando los dueños la vieron, le ofrecieron el trabajo porque tenía la personalidad indicada. Les faltaba una chica en el equipo y ella se encarga de enseñar a volar a los niños y adultos que entran por primera vez, así como también a los paracaidistas que quieren aprender a mejorar su vuelo.

"El paracaidismo es caro si lo elegís como profesión", sentencia Anita. "Tenés que comprar tu vela principal, tu vela de reserva, el sistema de apertura automática, el contenedor, los saltos, la gasolina del avión. Las horas de vuelo en el túnel de viento también son caras debido a la energía que utiliza", explica; pero como contrapartida: "si te gusta, resulta adictivo". Anita cuenta que los paracaidistas dan todo por el deporte, literalmente; ya que no es raro escuchar historias de personas que venden todo o trabajan solo por querer saltar más y más. Por eso, agrega: "Hasta nos vamos al país que nos ayude a mejorar nuestro vuelo con los mejores profesionales".

Foto: Gentileza de Anita Daher[/caption]

En Europa hay un aproximado de 40 túneles de viento y el de Empuriabrava tiene 14 pies. Mundialmente, el deporte tiene mucha participación de mujeres que cada año rompen récords con sus formaciones de 120 mujeres volando. En América Latina es un deporte que está creciendo aún; de hecho, Anita rompio un récord en Chile en el 2014 volando con doce chilenas, siendo ella la única extranjera. Su mejor estilo es el vuelo dinámico: volar de cabeza y moverse bastante.

Cuenta que en Paraguay tiene un grupo de 15 chicas pero que de a poco se van sumando más. Su sueño: le encantaría completar aquí el Casa 212, el cual es un avión grande que usan los militares para saltar. De igual manera, también tiene en Chile un grupo y ahí son más porque cuentan con más zonas, escuelas de paracaidismo y aviones, entonces hay más visibilidad. "Chicas, anímense a practicar, así pronto podemos hacer historia en Paraguay", anima.

Pero y ¿qué sobre el miedo al primer salto?. "La verdad que hasta mi salto número 20 le tuve muchísimo miedo a las alturas", detalla. "Cuando el altímetro llegaba a los 13 mil pies de altura me tenía que autoconvencer de que todo iba estar bien pero así fui perdiendo el miedo. Hoy miro abajo antes de saltar y pienso en lo pequeños que somos los seres humanos y me da felicidad poder hacerlo. Ese miedo a las alturas se convirtió en mi mejor vista; aunque siempre la respeto. En el paracaidismo tenés que ser siempre consciente de la altura". ¿Alguno se animará a saltar de aquí a poco?

Foto: Gentileza de Anita Daher[/caption]

Dejanos tu comentario