es la trabajadora social que desde el año 1996 da de comer a numerosas familias de escasos recursos en la villa

, su labor como madre y activista son sinónimos de solidaridad y progreso.

Por Matías Irala (mirala@lanacion.com.py).

La villa Los Piletones limita la autopista Campora, al sur de la capital porteña. Al atravesar la calzada y caminar unos 200 metros el panorama se torna totalmente distinto: unas paredes ornamentadas con llamativos colores, el característico olor a choripan entre paredones blancos y estrechas calles anuncian la entrada al barrio de Villa Soldati.

En este lugar más de 200 familias a la semana son atendidas por la activista social Margarita Barrientos, que desde hace ya veinte años ayuda a personas en situación de pobreza. Actualmente cuenta con apoyo del Gobierno de la Ciudad, pero anteriormente la iniciativa era totalmente auto gestionada por los vecinos y la propia Barrientos.

"Teníamos un tipo de pasta por semana, la primera semana de cada mes eran fideos entonces nos juntábamos entre todos los vecinos para juntar nuestros paquetes y así poder llenar las ollas".

Margarita Barrientos nace en la ciudad de Santiago del Estero en el año 1961 donde vive hasta los diez años con sus padres y sus once hermanos. Posteriormente su madre muere y su padre la abandona, situación que obliga a Barrientos a pasar por numerosos momentos de inestabilidad trabajando en casas de familia e incluso recurriendo a "cirujear" por las calles algunos elementos que encontraba en los depósitos de basura. Así sostuvo su familia compuesta de 10 hijos junto a su marido Isidro Antúnez, quien la acompañaba en su labor.

"Isidro salía por las mañanas encima de Nena, nuestro caballo, a buscar cosas entre las basuras que pudiéramos vender".

En los 90 se muda a la Villa 20 donde un día, tras una grave tormenta pierden gran parte de sus pertenencias. Debido a esto, se mudan a su actual residencia en villa los Piletones.

"El plato para Dios"

En 1996, por iniciativa de Barrientos, quien comenta que su madre siempre aconsejaba colocar un plato extra cuando comían justificando que era para Dios, comienza a dar de comer a los pobladores locales al ver la situación precaria en la que viven.

Convierte su casa en un comedor provisorio de día por el que transitan aproximadamente 1500 personas a diario para recibir el desayuno, el almuerzo y cena, entre ellas 490 madres y 90 abuelos. Apenas con una heladera pequeña y una cocina que sólo funcionaba con garrafa de gas. Considera que si bien hubo varios momentos de inflexión en su entorno familiar respecto al tiempo que implicaba sostener el comedor nunca abandonó el proyecto. La prensa comienza a visibilizar su causa y numerosas donaciones y ayudas de entidades externas no se hacen esperar.

"No es fácil vivir en la villa, cuando uno sale a buscar trabajo sabes que no será fácil encontrar. Al saber que venís de la villa automáticamente te cierran las puertas", recalca Margarita Barrientos.

Isabel, el acento guaraní en Los Piletones. Foto: Kaled Naya.[/caption]

Mujer paraguaya

En el comedor trabajan más de 10 mujeres que se distribuyen las tareas logísticas y administrativas del lugar. Cuatro de ellas son paraguayas oriundas de diferentes departamentos del Paraguay que trabajan desde hace más de 11 años en el comedor. Reciben un gran número de compatriotas en el lugar, en los últimos años se ha acrecentado e incluso existe una pequeña colectividad paraguaya en el barrio con quienes suelen dialogar con frecuencia.

"Isabel mi mano derecha es de Paraguay. Ella se encarga del itinerario de las comidas, las otras chicas suelen quejarse de que hablan mucho en guaraní y no entienden nada".

"Con esta labor doy de comer a mis hijos", dice Isabel. Ella es una de las mujeres que ayuda a Margarita a organizar el comedor y las preparación de los alimentos. Oriunda de la ciudad de Limpio tiene 3 hijos, dos de ellos paraguayos y uno nacido en territorio argentino. "Con esta labor logro llevar un plato de comida a diario a mi casa. Es la retribución por ayudar en el comedor, todas las compañeras nos ayudamos para abastecer nuestra canasta básica", comenta.

Margarita Barrientos. Foto: Kaled Naya.[/caption]

Margarita Barrientos, entre Francisco y Macri

Dios existe -comenta tras revelar que quitó a uno de sus hijos de la droga. En el comedor se puede observar una miscelánea de santos en las paredes, entre ellos la imagen del Papa Francisco en posición abnegada mirando el horizonte. Barrientos se percata de nuestra atención por la imagen y sonríe.

Margarita había copado los titulares argentinos al declarar que en su viaje a Roma -en el año 2013- para visitar al Papa Francisco tras su ascensión como jerarca católico, éste no la recibió. El hecho que generó gran controversia en los medios. Días antes a la confesión de Barrientos salió a la luz que el Papa recibiría a Hebe de Bonifaci, presidenta de la Asociación de Madres de Mayo, quien había lanzado varias declaraciones contra el sumo pontífice en varios actos políticos. Eso incrementó aún más el debate sobre la posición del Pontífice.

"Había anunciado mi visita al Papa acompañada por la periodista Karina Villela. Tenía audiencia y cuando entramos al recinto a esperar a Francisco, un grupo de personas nos pide que nos retiremos, argumentando que había gente que merecía mayor prioridad".

Margarita justifica que existe un trasfondo político de por medio. Su amistad con el actual presidente de la Republica Mauricio Macri fue el detonante para que el papa Francisco no la recibiera, declaró.

"Fue una falta de respeto, tanto para mí como para los pobladores, mi única intención era saludar y acercar mis respetos de parte de los habitantes del barrio Los Piletones".

La activista mantiene una estrecha amistad con el actual Presidente de la Argentina, Mauricio Macri que evidenció numerosas veces su afecto por Barrientos. Se considera a sí misma apartidaria al ser consultada sobre su conexión ideológica con el gobernante.

"Con Mauricio tenemos una amistad de hace varios años, el aún no era un persona pública cuando venía con frecuencia a tomar mate conmigo e interiorizarse sobre Los Piletones".

Los Piletones. Fotos: Kaled Naya.[/caption]

Urbanización del Barrio Los Piletones

En el año 2015, mediante los proyectos presentados por Margarita Barrientos, al Ministerio de Desarrollo Económico de Argentina se logra mejorar la infraestructura del barrio ubicado en Soldati. El lugar cuenta actualmente con un centro médico, en donde atienden de lunes a viernes a los pobladores; una panadería propia frente al bodegón para quienes recurran al comedor y un jardín inicial "Thiago Andrés", que lleva el nombre del fallecido nieto de la activista.

El citado centro educativo cuenta con maestras, que desde las de la 9 de la mañana hasta las 3 de la tarde se encargan de la atención de los niños. Disponen de desayuno, almuerzo y una vianda para la cena además de cerciorarse constantemente del control físico y psicológico de los niños.

"La mayoría de madres son solteras, por las mañana vienen a dejar a los niños y regresan a la tarde para buscarlos después del trabajo" comenta Margarita.

El año pasado se fundó el centro de rehabilitación y prevención "Casa Lucero" y un centro de tejido textil donde se fabrican sábanas para poder venderlos en diferentes mercados de la capital.

Actualmente se encuentran construyendo un refugio para mujeres víctimas de violencia de género con el que desean abastecer a un grupo de 15 mujeres con sus hijos.

"Hace años que tengo en mente este proyecto. A diario llegan casos de mujeres que reciben maltrato físico por parte de sus parejas y no tienen donde recurrir. Anteriormente me encargaba de buscarles lugar en otros refugios ,pero existía el inconveniente de que querían separar al niño de su madre, razón por la que decidí emprender este refugio para mantener a las mujeres con sus hijos".

Barrientos nos muestra los planos de un centro de asistencia geriátrica para ancianos, proyecto a realizarse esta vez en su natal Santiago del Estero con ayuda de varias entidades públicas y privadas. Considera que existe una despreocupación por las personas de la tercera edad, especialmente en las provincias, razón por la cual espera dar el primer paso para lograr abrir otros centros asistenciales en un futuro.

"A mí me gusta que las cosas se hagan, no que terminen en palabras", concluye la activista argentina.

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