Por: Cristóbal Nicolás Ledesma Salas, Periodista del Grupo Nación de Comunicaciones
Cuántas veces hablamos de la jerarquía, de jugar con entrega para alcanzar los grandes triunfos, de la mentalización de nuestros futbolistas para hacer frente al mejor equipo y ser más positivistas para que la fuerza anímica nivele la capacidad innata de nuestros atletas que, a veces flaquea superados por el entorno, por la responsabilidad y por la presión de tener que ganar.
El martes pasado, cuando se realizaba el arqueo de venta de entradas, se encontraba con un poco más de trescientas vendidas para los sitios asignados a los paraguayos. Los chilenos, para ese entonces, ya habían comprado la totalidad de lo que les correspondía.
Qué pasaba, nos preguntábamos todos. Por qué nos costó meternos en el partido de la Albirroja? La mayoría de nuestros programas radiales o televisivos hablaban de los clubes tradicionales, de la interminable problemática del caso "Piris da Motta", de la Olla, de los supuestos errores arbitrales, etc. Y las pocas veces que escuchábamos algo de la selección eran con tono de descreimiento, de descrédito, de imposibilidad en siquiera pensar en un triunfo ante los chilenos.
Y llegó el miércoles de gloria, que para mi modesto entender, es el día en que se ganó el gran partido. Como tocados por una varita mágica, el rumbo cambió y con una vehemencia tal que tuvo sabor a revolución. De las mentes, del pensamiento, del optimismo, del positivismo. Y todos los medios, hasta los programas no deportivos, comenzamos a meternos en el mundo de la selección.
Fue Vidal o "Chiqui" Arce? Los que tuvimos "roces" con los periodistas chilenos, que ya copaban Asunción, pudimos percibir ese aire de soberbia con que llegaban; algunos incluso desafiantes en sus conductas y con el ánimo permanente a violar las normas.
No se puede dudar de la calidad de juego chileno, de mucha competitividad. Y esa actitud de hoy es, seguramente, producto del "copamiento" de argentinos, brasileños y uruguayos de los títulos más importantes a nivel internacional. Se evidenció en la conquista de la primera Copa América ganada y que se acrecentó en la Copa Centenario. Se salieron de la raya y hasta justificadamente.
Las declaraciones de Vidal y la actitud del técnico Pizzi (de "trabajar" exclusivamente fuera del área técnica ante la pasividad de los árbitros) eran muestras elocuentes de que se pasaron de la raya, dejando de lado la humildad.
Las respuestas firmes y contundentes de "Chiqui" Arce y las frases en nuestro idioma nativo fueron sumando para llegar bien cargados al gran día.
Los que estamos más cerca de los jugadores conocemos a cabalidad la capacidad de cada uno y que no hay jugador –en actividad- desechable, como muchos apurados en soltar sus lenguas lo señalaban.
La magnífica interpretación de "13 Tuyutí", por Francisco Russo fue el complemento justo, mientras el estadio se iba llenando de los revolucionarios de la mentalidad positiva.
Y los experimentados fueron figuras. Paulo jugó como un chiquilín y anotó un golazo, Barreto fue seguro, Candia una fiera por izquierda y Riveros se comió el medio, para transmitir a los más jóvenes esa actitud, esa enseñanza de que así se debe jugar para ganar a quien baje a la arena del Defensores.
Un partido, bien ganado, sirvió para que muchos descreídos corrieran en punta para decir: Yo dije que íbamos a ganar! Y, de pensar ya solo en la posibilidad de ir a Qatar nos quedamos en que no estamos tan lejos de la punta para seguir anotados en lista de espera para el tren a Rusia (hubiera escrito el fantástico grupo Electric Light Orchestra).
Esto demuestra también que no somos ni los mejores ni los peores y que debemos confiar más en la capacidad de los nuestros. Si este tipo de actitudes positivas fueran más frecuentes, quien dice que los resultados también lo puedan ser.
Le ganamos a Chile, una de las mejores selecciones del mundo, estamos en carrera, pero también ganamos la mentalidad positiva de ese miércoles fantástico, día en que comenzó a forjarse el asalto a los agrandados andinos.