La crisis política y humanitaria que vive Venezuela desde hace bastante tiempo sigue siendo sostenida por un gobierno que ha demostrado que hace prevalecer el fanatismo ideológico por encima de las necesidades de su pueblo.

La situación que ha generado la administración de Nicolás Maduro, además de causar estragos en la población venezolana, también afecta a la región, y pone en la mira de ataques sinsentido a países del continente, como Paraguay, que consideran que la mejor manera de gobernar es la democracia.

Venezuela se encuentra en este momento en una explosión social que llega a las calles. La marcha realizada en los últimos días en todo el país, evidentemente muestra que una mayoría de los venezolanos está cansada del régimen que los ha llevado al abismo político y económico. El gobierno chavista no lo entiende así y antes que abrir las puertas para escuchar a su pueblo, se encierra en la violenta estrategia de frenar la reacción popular incluso poniendo tras las rejas a líderes de las movilizaciones.

La comunidad internacional no puede quedar ajena a la crisis venezolana, y el gran paso para denunciar esta crítica situación lo dio la misma Organización de los Estados Americanos (OEA), a través de su secretario general, Luis Almagro, al definir al gobierno de Maduro como una dictadura.

De acuerdo con las informaciones provenientes de Venezuela, la oposición abrió una nueva etapa de presión en las calles para exigir un referendo revocatorio contra Maduro, fortalecida por la multitudinaria marcha del jueves en la que se reunió a más de un millón de personas. "Mostramos al mundo el tamaño inmenso de la Venezuela que quiere cambio. Es una marcha histórica", señaló desde una tarima principal el vocero de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Jesús Torrealba, según la agencia internacional AFP.

Las manifestaciones no pararán hasta lograr que se destrabe el pedido del referendo. Así, el mismo Torrealba aseguró que se dio "inicio de la etapa definitiva", como señal de que, finalmente, el pueblo venezolano logrará su objetivo de llegar al referendo que podría poner fin al sistema político imperante.

Para no dejar la acostumbrada reacción de los gobiernos autoritarios, Maduro respondió a la oposición con otra concentración en el centro de Caracas. Actuó como bien sabe: la contramarcha estuvo sesgada de autoritarismo y violencia.

Según los informes periodísticos, durante la jornada, policías y tanquetas vigilaron varios puntos de la ciudad, y algunas calles y negocios permanecieron cerrados. Es bueno, entonces, señalar la incoherencia del gobierno chavista, que dice anteponer los intereses sociales, en verdad atropella el derecho de los que no comulgan con sus ideas.

Torrealba describió muy bien lo que pasa en ese país, al decir que "Venezuela se está movilizando por el derecho a votar, por encima de la estrategia del miedo, el chantaje y el amedrentamiento, para hacer la más importante movilización política de la historia reciente".

Maduro, una vez más en su discurso desesperado, acusó a la oposición de planear un golpe de Estado y amenazó con mandar a la cárcel a más opositores si se desatan hechos de violencia en la manifestación: "Chillen, lloren o griten, ¡presos van!", sentenció. Y lo está cumpliendo gracias a una justicia que, según la oposición, está al servicio chavista, aunque Chávez ya no esté. Fue así que en vísperas de la marcha, las autoridades detuvieron a dos dirigentes opositores y fue enviado a prisión un ex alcalde que estaba en arresto domiciliario.

Paraguay, a decir de las autoridades del Gobierno, se ha plantado desde un principio al gobierno venezolano, no por una cuestión ideológica, sino porque no puede avalar la violación de los derechos humanos. Esta fue la postura que llevó al interior del Mercado Común del Sur (Mercosur), que por culpa de Venezuela ahora vive una de sus peores crisis.

La posición paraguaya ha generado una serie de agresiones e insultos de parte del gobierno de Maduro, que no se mira al espejo cuando sostiene que Paraguay vive un régimen autoritario, cuando el mundo es testigo que, en realidad, la pobre Venezuela es la que en este momento está dominada por un gobierno dictatorial, como bien lo señala la propia OEA.

Venezuela vive momentos de tensión, de angustia y de temor. Ante esto, se debe insistir en que la comunidad internacional no puede quedarse con los brazos cruzados mientras los venezolanos, cansados de un sistema perimido, sufren los embates de un gobierno que endiosa a un personaje, mientras va matando a su gente.

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