Alexandra Stevenson
Se lo puedo llamar de "El show de Bill y Carl".
William A. Ackman y Carl C. Icahn –dos gigantes del negocio de fondos de cobertura (instrumentos de inversión alternativa, de alto riesgo) de Wall Street– se disputan una compañía de suplementos nutricionales llamada Herbalife. Argumentando que la empresa tiene un esquema piramidal, Ackman invirtió US$ 1.000 millones en una apuesta de que las acciones irían a cero. Icahn, tildándolo de un "niño llorón en el patio de la escuela", compró tantas acciones de Herbalife como le fue posible.
Los dos mantuvieron sus posiciones por años. Luego públicamente se reconciliaron. Y ahora, hubo un giro: El viernes, Ackman dijo que, recientemente, los banqueros le ofrecieron las acciones de Icahn.
En una entrevista, Ackman dijo que fue contactado este mes por banqueros de Jefferies, el banco de inversión, y le dijeron que estaban planeando un negocio para adquirir el mayor lote accionario de Herbalife (propiedad de Icahn, quien posee una participación del 18,3 por ciento). Los banqueros preguntaron a Ackman si estaba dispuesto a comprar acciones para "cubrir" su posición, lo que tendría el efecto de revertir parte de su apuesta en contra de Herbalife.
"Dije no, absolutamente", aseguró Ackman. Pero se ofreció a comprar algunos millones de acciones si los banqueros se esforzaban por encontrar suficientes compradores dispuestos a invertir, comentó, y agregó que estaba listo hasta a perder dinero para lograr que Icahn perdiera sus acciones.
Pero ese no fue el único giro del viernes. A última hora de la tarde, Icahn emitió un comunicado negando cualquier intención de vender sus acciones de Herbalife, acusando a Ackman de estar "ciego a los hechos" y de hablar, sin autorización, en su nombre. Icahn también dijo que compró otras 2,3 millones de acciones de Herbalife el viernes.
Todo es parte del último acto de un drama que ya lleva cuatro años y que involucró a dos de los inversionistas que más de una vez han atrapado la atención y hasta desconcertado a Wall Street. Conocidos inversionistas como George Soros y Daniel S. Loeb también hicieron apariciones de este tipo.
En julio, todo parecía que se acumulaba para un gran final. La Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés) anunció duras sanciones contra Herbalife, acusándola de "engañar a cientos de miles de personas llenas de expectativas" y cuestionó sus prácticas de distribución y las formas de generar ingresos basados en la modalidad de venta de sus productos: del consumidor a sus amigos y familiares. La autoridad reguladora también multó a Herbalife en US$ 200 millones y ordenó la contratación de un monitor externo y el cambio de sus prácticas de negocio en los Estados Unidos.
La noticia fue una victoria moral para Ackman, quien ha sostenido durante años que Herbalife estaba engañando a los clientes. Pero también parecía que Icahn había ganado la guerra por el futuro de la empresa debido a que la FTC no llegó a cerrarlo.
E Icahn perdió poco tiempo disfrutando de la aparente victoria. En una declaración emitida el mismo día, indicó que incluso podría estar interesado en doblar su posición.
Herbalife dijo que le dejaría aumentar su participación en la compañía hasta un 35 por ciento. La firma también dijo que había sido "atacada por un especulador empecinado en una campaña de desinformación diseñada para destruir nuestra empresa".
El histrionismo no es inusual en Ackman e Icahn. Ambos construyeron multimillonarios fondos de cobertura, así como reputaciones de ser audaces, haciendo declaraciones inconformistas, a veces polémicas, sobre las empresas en las que invertían, a favor o en contra.
Los dos hombres también han intercambiado estocadas en el pasado sobre otras disputas de negocios.
En una conferencia sobre inversiones en Manhattan el año pasado, los dos parecían estar de acuerdo en mostrar su disconformidad en su última disputa, abrazándose públicamente en el escenario.
"No se trata de ganar", dijo Ackman entonces, pero agregó rápidamente, "me gustaría dejarlo a Carl sin sus acciones".
En su entrevista del viernes, sin embargo, Ackman dijo que ellos dos parecían ahora estar de acuerdo acerca de Herbalife y agregó que los comentarios públicos de Icahn del mes pasado acerca de la búsqueda de oportunidades para Herbalife fue un "amague de cuerpo".
Ackman también mantuvo un tono optimista, con el argumento de que el interés de Icahn en la venta de su participación –que se informó anteriormente por The Wall Street Journal– enviaría un mensaje fuerte sobre el futuro de Herbalife.
"Herbalife es un juego de confianza. Carl es el jefe, el hombre de confianza. Si Carl sale, eso significa algo", aseveró, agregando, "yo lo veo como muy favorable para nosotros".
Icahn atacó de nuevo, contrarrestando que Ackman "puede ser un tipo inteligente, pero claramente ha sucumbido a la misma enfermedad peligrosa (y a veces mortal) que afecta a muchos inversores: ha desarrollado un síndrome muy malo de obsesión por Herbalife".
Icahn fue más allá. "¡Me sorprende que un tipo que no tiene conocimiento alguno acerca de mi pensamiento sobre inversiones internas pueda creer que está en condiciones de ir a la televisión para decirle al mundo lo que YO pienso! ¡Asombroso!".
En su batalla contra Herbalife, Ackman hizo todo lo que está a su alcance y se comprometió a ir "hasta el fin del mundo" para derribar la empresa. Ha gastado decenas de millones de dólares en investigación y honorarios de abogados en una campaña contra la compañía. Ha caminado los pasillos del Congreso, presionando a los legisladores a tomar medidas, y personalmente instó a los reguladores a cerrar la compañía.
Ackman ha dado conferencias que duran horas enteras (la primera en el 2012 se prolongó durante más de tres horas). Incluso ha llorado en el escenario, comparando las prácticas de Herbalife a las de la mafia y los nazis.
Al mismo tiempo, Ackman ha perdido miles de millones de dólares en su apuesta, que solo hace dinero cuando el precio de las acciones cae. En lo que va de este año, Ackman ha perdido 15,5 por ciento para los inversores en su fondo de cobertura Pershing Square Holdings. Algunas de esas pérdidas han venido de su apuesta en contra de Herbalife, así como de una mala apuesta en Valeant Pharmaceuticals International, que ha sido objeto de escrutinio regulatorio y público en el último año.
Icahn, por el contrario, compró las acciones de Herbalife a un precio promedio de US$ 40 por acción y ha hecho un poco de dinero, ya que el precio de las acciones se ha disparado. A pesar de que el valor se redujo 1,4 por ciento el viernes, se estuvo negociando a US$ 60 por acción en el último mes.
Hablando el viernes, Ackman dijo que continuará su búsqueda para cerrar Herbalife y mantiene su especulación en las acciones.
"He sufrido a través de la parte más difícil", dijo.
Icahn tenía un mensaje diferente. En una advertencia dirigida a Ackman, dijo: "Las obsesiones relativas al valor de las acciones son la ruina de muchos inversores. A menudo los ciegan a los hechos ya que los árboles impiden que vean el bosque".