A Digno Gómez Roa lo mataron defendiendo un transportador de caudales en noviembre del 2015 . Su familia, que no encuentra consuelo hasta hoy, recibió como indemnización G.100 millones, mientras que del IPS recibe G.400 mil mensual.

Aldo Benítez

Periodista

aldobenitez@lanacion.com.pyFotos: Ariel Galeano

El 9 de noviembre del 2015, doña Ana Patricia Gatica estaba en pleno preparativos de lo que sería una modesta pero significativa fiesta para recordar los 26 años de casados que dos días después, el 11 de noviembre, tenía que celebrar junto a su esposo, don Digno Gómez Roa (52). Pero ese día don Digno jamás regresó a su casa. Fue asesinado a la mañana, en medio de una balacera, cuando se enfrentó a delincuentes que intentaron asaltar un transportador de caudal frente al Banco Continental, en Luque. El asalto quedó frustrado y la familia de don Gómez Rosa, destrozada.

Aquel día -recuerda hoy doña Ana Patricia- don Digno, que entonces trabajaba para la firma Guardián SA, se levantó como todos los días a las 04:30 Am para ir a su lugar de trabajo. Su horario laboral se extendía generalmente entre 12:00 a 14:00 horas diarias y como para llegar a tiempo, tenía que salir a esa hora de la madrugada, ya que su casa, ubicada en el barrio La Querencia, en los límites entre Luque y Mariano Roque Alonso, al costado del predio del aeropuerto Silvio Pettirossi, quedaba siempre retirada de los puestos a los que se les asignaba.

Digno llevaba trabajando como guardia de seguridad unos 26 años. Pasó por varias empresas del rubro y en los últimos tiempos estuvo en Guardián SA, una firma que desde el 2014 hasta este año, facturó solamente para el Estado por unos G. 3.347 millones. Según doña Ana, era recurrente hablar entre ellos sobre los riesgos que corría en este trabajo. Recuerda que, años atrás, se registró un violento asalto a un vehículo transportador de caudales. Un día antes del asalto, que terminó con balacera, a don Digno le habían cambiado de puesto, de lo contrario, tenía que estar resguardando ese transportador.

Doña Ana es chilena y llegó al país hace 30 años, cuidando a niños de una familia de chilenos que vino a Paraguay por cuestiones de trabajo. La familia posteriormente partió al Uruguay, pero doña Patricia decidió quedarse. Aquí, ella no tiene ningún pariente de sangre, salvo los tres hijos que tuvo con don Digno: Andrés (25 años), Ignacio Javier (18) y Ana Sofía (14). Ignacio Javier tiene discapacidad intelectual y hace sus estudios en la organización Denide (Derechos por los niños en Desarrollo), cuenta doña Ana. Hoy, ella sola tiene que hacer cuesta arriba con su familia.

De los ojos de doña Ana salen unas gruesas lágrimas mientras habla, pero rápidamente pide disculpas porque dice que todavía no puede recordarse de su marido sin llorar. Pasaron 9 meses desde que están sin don Digno en la casa y no es fácil empezar una vida prácticamente nueva. "A mí, como siempre digo, me dejaron huérfana con mis hijos. Él era todo lo que teníamos nosotros, pero un día te llaman a decirte que ya no va a volver nunca más. Es realmente muy complicado todo", expresa.

Al tiempo que tienen en la familia sin el papá, se le debe agregar los al menos seis meses que doña Ana lleva luchando por conseguir que el IPS le pueda dar un mejor pago en concepto de pensión por ser viuda. Cuenta que actualmente recibe de la Previsión G. 417.000 en forma mensual. Su marido llevaba 26 años de aporte al IPS y el último año, su sueldo era de G. 2.500.000. "Me atascaron con papeleos y con cuestiones burocráticas diciéndome que el aporte de mi marido no alcanza para más", señala doña Ana.

Una muerte de "bajo costo" cuidando millones

El seguro de vida que le pagaron a doña Ana por su marido fue de G. 20 millones. Esa suma más los G. 80 millones que le pagó la firma Guardián SA llega a los G. 100 millones en total. Sin embargo, al momento del pago, grande fue la sorpresa de doña Ana cuando le advirtieron que los gastos del sepelio le fueron descontados de la indemnización, unos G. 15 millones. Doña Ana cuenta que el sueldo de don Digno en la empresa era de G. 2.500.000 y que nunca recibió la asignación familiar.

Ninguna cifra puede acercarse a lo que vale una persona ni llenar el vacío que deja en su hogar don Digno. Sin embargo, en su familia cree que años y años de entrega absoluta a su trabajo, demostrando entera honestidad y responsabilidad, amerita al menos algún tipo de gesto que pueda ser entendido como algo más que un compromiso legal por parte de sus superiores. Sin embargo, lo que doña Ana siente es que hoy, la vida de su marido valió muy poco para quienes hoy pueden disfrutar de sus bienes materiales a costa de su extremo sacrificio.

En la casa de doña Ana, solo el hijo mayor trabaja. Ignacio Javier sigue haciendo su curso en el Denide y la pequeña Ana Sofía está como para ingresar al primer año de la media, en el colegio. "No pienso dejar que mis hijos dejen de estudiar. Pero del dinero que cobramos, una parte ya guardé para la facultad de mi hija. Eso fue lo que habíamos acordado con Digno cuando ya veníamos hablando sobre lo que queríamos para nuestros niños", dice la señora.

Doña Ana hoy vende bollos y tortas buscando tener otros ingresos económicos para su casa, que además de los gastos normales por luz, agua y la escuela, está la situación de su hijo Ignacio Javier, que requiere siempre de una atención especial para que pueda ir progresando en sus estudios. Doña Ana prepara en la mañana la masa en su casa y después del mediodía, ya sale, sobre su moto, a vender sus productos en el barrio. Por ahora, es el único medio que tiene para poder mantener y darle una vida más digna a los suyos.

En estos días, otro inconveniente -como si no faltarán situaciones incómodas a todo lo que le está pasando- que se le presenta a doña Ana tiene que ver con el panteón que mandó construir para su esposo. Una persona le reclama dicha construcción porque dice que usurpa su terreno, dentro del camposanto de Luque. Por el momento, dice que está viendo con la gente de catastro para resolver este drama.

Mientras tanto, tan solo pide que las empresas ofrezcan mayor seguridad a sus trabajadores y que los traten como personas, porque dice que detrás de cada guardia de seguridad, hay una familia que lo espera en la casa.

Captura del asalto perpetrado frente al Banco Continental, donde perdió la vida Digno Gómez.

Lo que mueve el negocio

El negocio de los guardias de Seguridad creció tanto en los últimos años que, hoy día, alrededor de 7.000 a 10.000 personas dependen de este rubro, según registros oficiales del Ministerio de Trabajo. Esta cartera del Estado igualmente registra a unas 270 firmas habilitadas oficialmente según el sistema obrero Patronal. A su vez, la Policía Nacional tiene habilitadas a unas 276 empresas para este sector que, solamente este año, generó contrataciones con el Estado por G. 6.946 millones.

Ocho guardias asesinados

Solamente desde el 2014 hasta hoy, 8 guardias privados murieron defendiendo su puesto o tratando de evitar asaltos. El caso de Digno Gómez Roa había despertado la atención de la prensa por la violencia en la que finalmente falleció el guardia. La mañana del 9 de noviembre de 2015, Gómez Roa estaba ofreciendo seguridad a un transportador de caudal de la empresa Guardián SA cuando tenía que ingresar al Banco Continental, en Luque, para el depósito del dinero.

En ese instante, varios delincuentes -que después se pudo precisar eran integrantes del clan Vera y Aragón- intentaron asaltar a suerte de plomo, pero finalmente los guardias del banco y del transportador pudieron evitar el asalto. En medio de la balacera, Gómez Roa fue muerto.

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