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MÉXICO DF
Omar García Cervantes, un aspirante a novelista, se crió en el estado de Veracruz pero se mudó a la Ciudad de México hace 16 años. Como homosexual, es más feliz ahí que en cualquier otra parte. La Ciudad de México solo se ha vuelto más acogedora desde que llegó a residir en ella. En noviembre del año pasado, el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, firmó una declaración que proclamaba la cordialidad de la capital con los gays.
El matrimonio entre homosexuales ha sido legal en la ciudad desde el 2010; según una ley aprobada en el 2014, las personas pueden cambiar su sexo legalmente con solo hacer una solicitud para modificar sus registros de nacimiento. Casi no se escucha de crímenes de odio contra los gays, dice Alejandro Brito, de Letra S, un grupo activista a favor de los derechos de los homosexuales.
Afuera de la ciudad, el clima es más amenazador. Los fanáticos del equipo nacional de fútbol tienen por costumbre gritar "puto" a los porteros rivales. La Iglesia Católica, la casa espiritual del 80 por ciento de los mexicanos, sigue denunciando al matrimonio gay como una amenaza para las familias.
Su influencia es especialmente fuerte en los estados al noroeste de la capital. Una manifestación el año pasado contra el matrimonio gay en Guadalajara, la segunda ciudad más grande del país, atrajo a más de 50,000 personas, dice el grupo organizador, una alianza de asociaciones religiosas e instituciones educativas.
Las actitudes se endurecen incluso a pocos kilómetros de la Ciudad de México. La artista Lorena Wolffer notó miradas desaprobatorias cuando visitó un hospital con su pareja recientemente. "Simplemente nos miramos una a la otra y dijimos: 'Por supuesto, estamos en el Estado de México'", no la ciudad, recuerda.
Pero hay avances. El año pasado, la suprema corte dictaminó que las leyes estatales que impiden a los homosexuales casarse violan las protecciones constitucionales contra la discriminación. Tres de los 32 estados de México (Michoacán, Colima y Morelos) aprobaron recientemente leyes que permiten el matrimonio gay, uniéndose a la Ciudad de México, Campeche, Coahuila y Nayarit en un grupo liberal de siete. Cuatro más permiten el matrimonio gay pero no han aprobado leyes que lo sancionen.
En los 21 estados que aún lo prohíben, las parejas ahora pueden refutar las leyes acudiendo a los tribunales; según el fallo de la suprema corte, los jueces están obligados a darles permiso de casarse. En mayo de este año, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, propuso cambiar la Constitución para hacer legal el matrimonio gay en todo el país, aunque hay poca perspectiva de que eso suceda antes de la próxima elección presidencial en el 2018.
La propagación de los derechos de los gays se ha visto acompañada por más reportes de violencia contra los homosexuales. El número de asesinatos homofóbicos ha aumentado a 71 al año en promedio en la última década en comparación con 50 anualmente durante los 10 años anteriores, según Letra S. En junio, en la ciudad norteña de Monclova, un camionero le disparó a Jessica González Tovar y la arrolló en presencia de su pareja femenina.
Pero los reportes de más violencia homofóbica quizá sean engañosos. Letra S saca sus datos de reportes periodísticos, ya que la policía no reporta esos crímenes por separado. Las cifras más altas quizá muestren que la prensa está reportándolos con más precisión, reconoce Letra S. "Parece haber más homofobia", dice Nicolás Loza Otero, de FLACSO, una universidad en la Ciudad de México, "pero pienso que hay menos".
Esa evaluación optimista probablemente es correcta. Incluso las áreas conservadoras al noroeste de la Ciudad de México están cambiando. Fresnillo, una ciudad en Zacatecas, eligió al primer alcalde abiertamente gay de México, Benjamín Medrano, en el 2013. Rubí Suárez Araujo se convirtió en la primera regidora municipal transexual del país en Guanajuato en marzo de este año. La diversidad sexual es cada vez más visible en Guadalajara, dice María Martha Collignon, del ITESO, una universidad ahí. Cada semana tiene lugar un matrimonio gay.
Apenas poco menos de la mitad de los mexicanos aprueba el matrimonio gay, según un sondeo realizado en el 2013 y el 2014 por el Centro de Investigación Pew, un grupo de análisis. Pero en aquellos de entre 18 y 34 años, la aceptación es del 63 por ciento. Los mexicanos de más edad se están volviendo menos censuradores.
"Los padres no están diciendo que estén complacidos ante la noticia de que su hija sea lesbiana", dice Paulina Martínez, de Metal Muses, un grupo de presión de lesbianas. "Pero lo aceptan más". Tomará años antes de que México se vuelva tan tolerante como su capital, pero las personas gays en el interior tienen base para la esperanza.