Por Augusto dos Santos

Comunicador, periodista y analista

El abordaje del tema del EPP es un ejemplo emblemático de cómo se gastan horas en debates que no sirven para nada. Todos los gobiernos del Paraguay desde Nicanor hasta Cartes fracasaron, al menos hasta hoy, en la lucha contra el EPP.

Lo curioso es que todos los que fracasaron terminan convirtiéndose en una especie de catedráticos en la lucha contra el EPP. Un ejemplo impresionante es el Gral. Benítez, ex comandante de la FTC, que hace un tour semanal por las radios enseñando cómo hay que derrotar el EPP, luego de fracasar él mismo en la derrota del EPP.

Pero una cosa es utilizar los medios para la guerra mediática y la liturgia de visibilidad y otra cosa es cuando se encaran acciones que por su irresponsabilidad pueden poner en riesgo la vida de la gente.

En este último capítulo se inscribe la iniciativa de una audiencia pública planteada en la zona de influencia del EPP en la que congresistas plantean preguntar a la gente qué opinan sobre las fuerzas que luchan contra el EPP. La iniciativa o es estúpida o es mal intencionada o es sencillamente irresponsable: ¿quién en su sano juicio diría: "yo quiero que la FTC siga en combate", entre los vecinos de una zona dominada por el terror del EPP?

Y no es un dato pintoresco, es un dato peligroso, porque ¿quién garantiza la vida de algún vecino que quiera testimoniar en favor de la FTC?

Aquí es donde alguien puede decir que estamos asumiendo que hay territorios del Paraguay que están dominados por fuerzas irregulares. Pero por supuesto. Y no solo del EPP. Las mafias también y desde hace décadas.

Si los congresistas quisieran aportar, quizás con un perfil menos espectacular, podrían desarrollar un sondeo de opinión, con una de estas empresas que lo hacen con seriedad; visitando a las familias solicitándole su opinión y su testimonio anónimo. ¿Pero para qué exponerlas en la boca del lobo?

Tenemos que aprender a no mezclar el delicado tema del EPP con el juego político. Los asesores de Cartes lo engañaron al no dimensionar la fuerza del EPP y al provocarle al discurso inaugural sobre que el EPP no le marcaría la agenda. Como en el gobierno de Lugo anunciaron que le pisaban los talones y como cuando Franco dijo que lo traerían del jopo. En realidad, los gobiernos de este país nunca le dan pelotas a las reglas básicas de la comunicación de crisis; "en crisis nunca anuncies plazos, días, horas, resultados. Solo anuncie certezas".

Otro error estratégico es no construir un escenario de visibilidad de los esfuerzos que produjeron aun con pequeños y medianos frutos. Al contrario, todo lo que se hizo es medir por la vara negativa a todos. No terminaba de secarse la sangre de los policías muertos tras la visita del Papa y desde el propio Ministerio del Interior ya trascendía que estos uniformados podrían estar vinculados a actividades irregulares. No hay un solo héroe en una década de la lucha contra el EPP. Y en verdad hubo policías muertos y militares muertos en el desempeño del deber, pero nadie recogió sus nombres. ¿Quién querría pelear por una patria que no recuerda a sus luchadores?

Por todo esto, la oposición puede estar por inaugurar un error importante: tratar de debilitar desde la agenda del EPP. Es un tema delicado. Hay demasiado dolor alrededor. Mucha gente muerta, secuestrada. Usar la lucha contra el EPP y sus fracasos puede ser un boomerang que vuelva con un golpe en la cabeza sencillamente porque la ciudadanía sabe que no hay nadie que pueda enseñar cómo hacerlo. Los gobiernos –éste y el que venga– deben seguir probando estrategias. Más temprano que tarde surgirá alguno que lo logre; mientras tanto es claro: con el EPP no se juega.

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