POR CHRISTIAN PÉREZ

A Olimpia no le sobra nada, pero hace lo suficiente y sigue gozando en lo más alto del Clausura. El franjeado, en un partido rebosado de emociones, remontó un mal inicio y con un poco de fútbol, corazón y eso que tanto se necesita, dejó con las manos vacías a Nacional, que sigue incómodo en lo más bajo de la tabla.

La Academia tenía bien estudiado el panorama y en apenas 20 minutos dejó congelado a Olimpia, que pagó caro su adelantamiento excesivo, dejando espacios explotables y explotados por Leonardo Villagra, la pesadilla de José Leguizamón en los primeros minutos.

Cristhian Aguada, tras una "habilitación" de Leguizamón y el juvenil Fernando Romero firmaron de entrada un 2-0 impensado.

Olimpia estaba perdido, sin Mendieta lúcido y con todos los conductos saturados. Julián Benítez era el único que se atrevía y su actitud comenzó a contagiar a todos.

El equipo de Jubero despertó cerca de la media hora y dio señales de estar vivo. Bareiro asustó al tricolor y luego Benítez descontó, tras un servicio perfecto de Rodi Ferreira.

En la complementaria, el Decano mandó a la cancha a su arma secreta: Roque Santa Cruz, que sin estar con todas las luces, le da otro peso al ataque. Asusta, molesta y distrae a cualquier defensa rival.

Rápidamente, "Willy", de penal emparejó las cosas. El 2-2 fue doloroso para la Academia y enchufó aún más al Decano, que solo tardó cinco minutos más dar vuelta la cosa.

Roque Santa Cruz exhibió toda su jerarquía y elegancia en el área para controlar de derecha y definir de zurda. La cosa ya iba 3-2 y Nacional, que parecía liquidado, volvió a revivir con un zurdazo de Aguada.

Bueno, 3-3, partidazo y puntos repartidos, era el pensamiento de todos, pero sobre el tercer minuto agregado, el incansable y siempre optimista Julián hizo delirar a todo Olimpia, que sigue invicto y goza bien arriba.

Nacional dejó una buena imagen, pero sin triunfos no le sirve de mucho, ya que está en la orilla del descenso.

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