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Una parte destacable de la época en que Ounkeo Souksavanh era conductor de programas de radio en Vientiane, capital de Laos, fue hacia el final del 2011, durante un capítulo de "Wao Kao" (Nuevas Conversaciones), que se trataba de problemas de tierra al sur del país.
Hacia el final del programa –Ounkeo recuerda–, llamó un oyente y criticó al hijo de uno de los integrantes del Politburo de ese país por supuestamente apropiarse de tierras de agricultores para un proyecto de bienes raíces.
A mediados del 2012, el gobierno de Laos parecía mostrar hasta simpatía con ese tipo de denuncias: aseguraba que suspendería las autorizaciones para apropiarse de las tierras destinadas a la agricultura y destinarlas a la producción de caucho, hecho este que generaba airados reclamos de los agricultores.
Sin embargo, no hubo ninguna celebración en la radio. El gobierno censuró el programa, uno de los pocos en los cuales la opinión pública podía manifestar sus denuncias.
En diciembre del 2012, Sombath Somphone, un activista por los derechos de los agricultores que había desafiado públicamente las concesiones para destinar las tierras de producción agrícola a otros tipos de usos, fue detenido por la policía en un puesto de control y subido a una camioneta. Desde entonces no se sabe más nada de él. Sus seguidores divulgaban avisos sobre su desaparición, pero las autoridades los obligaron a parar.
Ounkeo sintió que él también estaba en peligro. Consiguió emigrar a los Estados Unidos, donde ahora trabaja para Radio Free Asia, una radioemisora que cuenta con fondos del Congreso estadounidense.
Los cancilleres del grupo de diez países de la ASAN (Association of Southeast Asian Nations) debían reunirse el pasado 24 de julio en Vientiane para debatir sobre temas regionales.
Una de las delegadas es Aung San Suu Kyi, de Myanmar (Birmania), quien recientemente tomó gran distancia del autoritarismo que alguna vez abrazó. Ounkeo describió a Suu Kyi como un "ícono de la democracia" y dijo que ella es una inspiración para la gente joven y para los intelectuales de Laos.
Sin embargo, Ounkeo y otros observadores en Vientiane dijeron también que hay pocas posibilidades de que la apertura de Myanmar pueda repetirse en un futuro cercano en Laos, el cual, por otro lado, recuerda a Myanmar en sus días más oscuros. No hay libertad de prensa y el disenso es raro y peligroso.
Las organizaciones no gubernamentales deben estar aprobadas por el gobierno, el cual está bajo el control del Partido Popular Revolucionario de Laos, el único permitido por ley. Todo está "estrangulado" por la burocracia.
Desde que desapareció Sombath hubo un llamativo silencio. La mayoría de las organizaciones civiles locales tienen vínculos con el gobierno y se ajustan a iniciativas no controversiales en áreas como educación y salud.
Pero el Participatory Development Training Center es una rara excepción. En mayo, tres personas que publicaron tópicos en Facebook criticando al gobierno fueron exhibidas en la televisión vistiendo ropas de presos y confesando sus crímenes. Su destino es incierto, aunque el mensaje es obvio.
"Es una recalcitrante dictadura stalinista", dijo Phil Robertson, de la ONG Human Rights Watch.
Cuando los diplomáticos occidentales traen a colación la desaparición de Sombath, las autoridades de Laos dicen que ellas tampoco saben dónde está.
E insisten en que el gobierno está constitucionalmente obligado a proteger los derechos civiles de sus ciudadanos.
En diciembre, autoridades participaron en una conferencia ofrecida por la UNDP (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) para discutir sobre derechos humanos, delicadamente, con expertos extranjeros e integrantes de la sociedad civil.
Sin embargo, el gobierno dijo también que valora la estabilidad que Laos disfruta desde 1975, cuando el Partido Popular Revolucionario de Laos llegó al poder con el apoyo del entonces Vietnam del Norte. Esto da una idea de lo que realmente piensan: que las libertades civiles deben estar bajo control.
Los países de Occidente no presionarán a Laos como alguna vez lo hicieron con Myanmar. Más bien, parece que desean una amistosa relación con la ASEAN, cuya presidencia corresponde a Laos este año, en parte para contrarrestar el poder chino en la región. En setiembre, Barack Obama deberá convertirse en el primer presidente de los Estados Unidos en visitar Laos, donde participará en una cumbre de la ASEAN.
Eso pondrá en el centro de la atención a este empobrecido país de siete millones de habitantes, pero, la cuestión de los derechos humanos será un asunto no relevante, en el mejor de los casos.
Los Estados Unidos necesitan el apoyo de Laos –muy cercano a China– para lograr un consenso regional acerca de cómo manejar la agresividad del gigante asiático en la cuestión del Mar de China.
Laos está sembrada con bombas estadounidenses que no detonaron y que fueron lanzadas durante la Guerra de Vietnam, por lo que se espera que Obama trate de ganar mentes y corazones anunciando más fondos para ayudar a neutralizarlas.
Los líderes regionales de la sociedad civil se pusieron de acuerdo en convocar a un "Foro del Pueblo" en forma paralela a la cumbre de la ASEAN. Pero no habrá tal reunión en Vientiane.
Robertson manifestó que los líderes de la sociedad civil de Laos dijeron a sus pares extranjeros que el gobierno no permitirá que ciertos tópicos sean discutidos en Laos. Esto incluye a los derechos de los homosexuales, la construcción de una controvertida represa en el río Mekong y el caso de Sombath.
Así, el Foro del Pueblo tendrá lugar en Timor-Este, a 2.400 millas de distancia. Aún así, los laosianos esperan que su gobierno seguirá de cerca el encuentro.