Berlín, Alemania. AFP.

La británica Theresa May y la alemana Angela Merkel tienen mucho en común, como sus orígenes y su temperamento, pero de poco les servirá en las negociaciones sobre el Brexit. "¿Cuánto hay de Merkel en la Señora Brexit?", se preguntaba el diario más leído de Alemania, Bild.

Tanto en Alemania como en el Reino Unido, las comparaciones entre estas dos mujeres de la misma generación hacen correr ríos de tinta desde que se supo que May sustituyó a David Cameron al frente del gobierno.

"Las dos son hijas de reverendos, son de personalidad seria, no son conocidas por su sentido del humor y se las respeta por ello", afirma el ex ministro británico de Relaciones Exteriores Malcom Rifkind, en el diario alemán Handelsblatt.

Ninguna de las dos tiene hijos, han recibido una educación cristiana y están casadas con hombres relegados a un segundo plano en la vida pública. Además ambas cargan con el apodo de nueva "dama de hierro", que se ganó Margaret Thatcher con su intransigencia a la hora de negociar.

Poco se sabe de sus actividades de ocio, aparte de su afición por la cocina y los paseos por el monte. Un perfil sin estridencias. La única extravagancia conocida es la colección de zapatos de la británica y los vestidos coloridos de la alemana para la apertura del festival de Bayreuth.

En política, las dos son discretas y poco carismáticas, dan una imagen de animal político de sangre fría, sobre todo cuando se trata de eliminar a sus rivales. "Al igual que la canciller alemana, Theresa May es ambiciosa pero no vanidosa ni ideóloga", concluye el diario Die Welt. Un cóctel que le ha dado resultado a Merkel, con casi 11 años en el poder. ¿Se lo dará a May?

Esta última siente cierta admiración por Merkel. "Todavía hay gente que no la aprecia, que es despreciativa, quizá por su aspecto o la forma en la que se viste" pero "lo que cuenta es lo que ha conseguido hacer", declaró en el 2012 al Daily Telegraph.

"Además de estar rodeada de hombres inmaduros que se hacen el harakiri públicamente, comparte con Merkel su prudencia, esa impresión de que está esperando su hora", estima Constanze Stelzenmüller, analista de la Brookings Institution.

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