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A medida que los resultados de las elecciones para la cámara alta de la Dieta (el Parlamento japonés) se daban a conocer el 10 de julio pasado, el primer ministro de ese país, Shinzo Abe, sonreía de oreja a oreja ¿Y por qué no? Esta fue su tercera victoria electoral arrolladora desde que él y su Partido Liberal Democrático (PLD) volvieron al poder a finales del 2012.

Ganó a pesar de una economía pulverizada y de crecientes dudas acerca de cómo Abe podría solucionarlo, y lo llevó un gran paso más cerca de lograr la ambición política de toda su vida: desencadenar al Japón de la constitución impuesta por los Estados Unidos tras la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial.

Con su socio menor, Komeito, el PLD ganó 70 de los 121 escaños en juego, la mitad de la cámara alta, aunque es cierto que con una baja participación. No obstante, este resultado otorga a la coalición un firme control sobre la cámara alta. Con el apoyo de otros partidos y los independientes afines, Abe ahora puede contar con una mayoría de dos tercios en ambas cámaras, superior e inferior.

Eso, en teoría, le da la "supermayoría" desde hace mucho tiempo codiciada y necesaria para someter cambios constitucionales vía referéndum a los votantes.

Antes, sin embargo, Abe debe lograr impulsar la economía. Para todo el bombo y platillo del "Abenomics" de los últimos tres años, incluyendo estímulos monetarios y fiscales, se pronostica que Japón crezca solo el 0,9% este año. La confianza empresarial es baja, los salarios están estancados y, a pesar de que los trabajos son fáciles de encontrar, el consumo es lento. No es la primera vez que el "Abenomics" necesita recomenzar.

Dadas las circunstancias, es notable que el opositor Partido Democrático (PD) pudo asestar tan pocos golpes. Perdió 15 escaños. Las turbulencias del pos-Brexit en Europa pudieron haber estimulado a los votantes a aferrarse a la estabilidad que el PLD representa. El acuerdo táctico del PD para presentar candidatos con tres partidos dispares de la oposición alejó a muchos votantes. Apostando toda su oposición en un cambio constitucional, el PD carece, sin embargo, de propuestas económicas.

Después de haber pospuesto un alza prevista en el impuesto al consumo, Abe ha dado instrucciones al Ministerio de Finanzas para elaborar un presupuesto "complementario" a ser aprobado en una sesión especial de la Dieta, que se espera para mediados de setiembre. El nuevo estímulo puede ascender hasta 99 mil millones de dólares, o el 2% del PIB, que se añade al actual déficit presupuestario y a la deuda nacional de aproximadamente el 6% y el 250% del PIB, respectivamente.

Abe sigue aferrado a la vieja receta del PLD de proyectos de construcción y de trenes de alta velocidad. Parte del dinero serán conseguido a través de bonos de inversión que, como casi todas las emisiones de deuda del Ministerio de Hacienda en estos días, serán comprados por el banco central en una ajustada pareja fiscal-monetario. Se habla también de las transferencias directas de efectivo para impulsar el consumo entre los grupos afectados, en particular los jóvenes, los trabajadores pobres, las mujeres y los jubilados, una variante del "dinero helicóptero" que parece destinado a ser llamado "dinero de drones".

Un cambio en el gabinete ocurrirá probablemente en agosto y ninguno de los cambios se presentará como trayendo sangre nueva reformista. Es posible que el ministro de Finanzas, Taro Aso, quiera marcharse.

Aún así, Abe sabe que tiene que hacer algo más que cambiar las caras y empujar aún más los estímulos. Una medida insinuada para la sesión de la Dieta este otoño (boreal) es reformar el mercado de trabajo.

El primer ministro, dicen sus asesores, ha llegado a creer que los problemas de la economía son estructurales y tienen que ver con una disminución de la población y las prácticas rígidas de trabajo. Japón tiene un mercado laboral de dos niveles de empleados: los permanentes y los menos protegidos con contratos no fijos, muchos de estos últimos son jóvenes.

Dicho esto, Abe ha eludido hasta la fecha cualquier muestra de voluntad política para la reforma laboral, o para cualquier otro tipo de cambio estructural. La sesión de la Dieta también tiene otros asuntos urgentes, incluyendo la aprobación de la legislación para unirse a la Alianza Trans-Pacífico, un acuerdo de libre comercio que aún tiene que ser aprobado por el Senado de Estados Unidos y al cual se oponen los dos candidatos presidenciales, aunque las precisas opiniones de Hillary Clinton sean difíciles de encontrar.

El primer ministro Abe ve la fuerza económica y su agenda nacionalista como herramientas para restaurar la energía y el prestigio japoneses como un objetivo combinado.

A pesar de todos los esfuerzos de la oposición, Abe se metió en el debate sobre el cambio constitucional durante la campaña y por buenas razones: Una encuesta preelectoral por la NHK, la cadena pública, encontró que solo el 11% de los encuestados veían a la constitución como una mayor preocupación para ellos que los problemas del pan con manteca.

Con la victoria en las alforjas, Abe ahora ha llamado a un debate sobre el cambio de la constitución, diciendo que es su "deber" como presidente de su partido. Setsu Kobayashi, un especialista en derecho constitucional en la Universidad de Keio, en Tokio, dijo que en materia de seguridad y asuntos constitucionales, Abe tiene un historial de seguir adelante con las medidas impopulares, como ocurrió con una controvertida ley que permite ahora a Japón participar en operaciones defensivas con aliados.

Un borrador del PLD para una constitución revisada exige, entre otras cosas, volver a escribir el artículo 9, por el cual renuncia a la guerra, y a buscar la refundación de las "fuerzas de autodefensa" del país como fuerzas armadas regulares. Conseguir que el proyecto sea aprobado requerirá el "arte de la política", dijo Abe esta semana.

China todavía puede probar que es su mejor aliada: reaccionó con furia a un fallo internacional, el pasado 12 de julio, que desechó las reivindicaciones territoriales chinas en el Mar del Sur de China, y su marina y su fuerza aérea han aumentado su sondeo de las aguas y el espacio aéreo alrededor de Japón.

En la actualidad, sin embargo, los obstáculos para el cambio constitucional siguen siendo altos. El líder del Komeito, Natsuo Yamaguchi, por su parte, ha advertido contra la manipulación de la cláusula pacifista de la constitución.

Asesores cercanos sugieren que Abe no va a impulsar tempranamente un cambio. El Brexit, dicen, ha venido como un recordatorio para él de cómo, sin preparar el terreno, un referéndum puede dividir un país y producir un "mal" resultado inesperado.

Además, no existe consenso sobre cuáles deben ser los cambios. Mientras que algunos simpatizantes de las reformas, incluyendo algunos en el PD, se preocupan por el artículo 9, otros están más preocupados por consagrar los derechos humanos o, simplemente, la modernización de los procedimientos de modificación de la constitución. Todavía otros hablan de una nueva enmienda que da al primer ministro y a las fuerzas de autodefensa poderes de emergencia después de un desastre natural.

Por lo tanto, no hay ningún impulso inmediato para una reforma constitucional. Con mayor razón, entonces, se juzgará a Abe por su promesa de transformar la economía.

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