Por: Micaela Cattáneo
No hay duda de que a los más pequeños de la casa, los caballos les fascinan. Se hacen valientes con el caballo de Enredados; se ríen sin parar cuando ven al burro de Shrek convertirse en uno, e incluso, aspiran a tenerlo en casa cuando la realidad les muestra lo que las películas de animación no.
Con la equitación los niños descubren ese amor innato hacia estos animales, formando con el tiempo una relación de amistad que nutre a ambos, porque el caballo siente la confianza de quien lo está cuidando y el niño percibe el afecto que recibe al estar en contacto con él.
La historia no fue tan amable con estos animales, ya que desde tiempos inmemorables los caballos eran sinónimo de trabajo en el campo, de combate en guerras y de movilidad en las carreteras. No obstante, la línea del tiempo universal marca que en el año 1539 se da el inicio de la equitación como deporte, abriéndose la primera escuela en la ciudad italiana de Ferrara, por el Conde de Fiaschi, quien también plasmó en palabras todas las experiencias que había tenido con los caballos.
Generalmente, la elección de esta práctica en los adultos tiene que ver con una afición extendida desde la infancia; mientras que en los niños empieza como parte de una admiración por los animales, como ya lo veníamos adelantando.
"La equitación es un deporte noble, de donde nace una relación mutua entre el niño y el caballo; podrán conocer lo que implica el cuidado de estos animales, además de disfrutar de algo sano y divertido", comentaba Ricardo Schweizer, profesor de equitación en Rakiura.
El primer paso, animarse
No hay requisitos complicados para empezar a practicar equitación, en los niños lo primordial es tener seis años o más, los cuales deben estar provistos de un pantalón resistente, botas largas, guantes, breech -indumentaria necesaria en la equitación-, y por supuesto, casco; una vez completa la vestimenta, la aventura arranca.
La primera etapa de este deporte comprende el trabajo de equilibrio, coordinación con el movimiento del caballo y al mismo tiempo el fortalecimiento de las piernas, haciéndolas más resistentes para cualquier ejercicio. Cuando éste logra avanzar en la fase inicial, se lo orienta consecuentemente en las actividades que implican saltos.
¿Los beneficios? Son bastantes, pero en primer lugar podemos citar aquellos que permiten cambios en el aspecto físico como el desarrollo de la musculatura -principalmente de piernas y glúteos-, además de la mejora que presentan en su coordinación, equilibrio y sentido de orientación.
Junto a estos beneficios físicos, se suman los aspectos psicológicos en donde la equitación ayuda a la socialización del niño, el aumento de confianza y seguridad en sí mismo y la mejora en su capacidad de concentración y disciplina.
No menos importante es la adquisición de valores y actitudes que lo hacen más fuerte ante problemas cotidianos, en donde reflejará su liderazgo, responsabilidad, esfuerzo, compañerismo y autocontrol. "Cuando aprenden a gestionar sus errores con deporte, educación y buenos hábitos diarios, conseguimos que cada día sean un poco mejor", resaltó el especialista.
La equitación es una proeza hípica, un sentimiento ecuestre; una mirada inocente que anhela recorridos elocuentes. Una aventura que atrapa el corazón de los nobles para convertirlos en verdaderos héroes.