Bob Frisch
Las reuniones de pie se han convertido en rutina dentro de muchas organizaciones, esparcidas principalmente por la adopción de la gerencia ágil y otros métodos innovadores de dirección.
Éstas son típicamente breves sesiones de progreso diario, durante las cuales un equipo anuncia actualizaciones y coordina esfuerzos. La frase "de pie" es literal –los participantes están parados durante la reunión– y el motivo es la velocidad. Usted quiere que las personas presenten temas y resuelvan desacuerdos rápidamente.
Aunque las tácticas ágiles suelen ser exitosas, vale la pena cuestionar la prudencia de adoptar las reuniones de pie en forma generalizada. Éstas no funcionan para todas las interacciones, y, como todo, tratarlas como una solución unitalla puede tener consecuencias no previstas.
Cuando era un socio directivo en Accenture, un equipo ayudó a diseñar una nueva instalación de conferencias. Específicamente variamos las formas y tamaños de las mesas, desde rectángulos abiertos y cuadrados hasta opciones en forma de U o de V. la razón para dicha variedad es obvia: las dinámicas de las reuniones están directamente relacionadas al cómo las personas están sentadas en relación al jefe, a los demás y al presentador.
Ahora piense acerca de una reunión de pie, en la que no hay rima o razón respecto a cómo las personas se posicionan, y añádale a ello las diferencias físicas entre los compañeros de equipo.
Imagine alguien que es de 1,61 metros, tratando de plantear un argumento mientras un colega de 1,95 metros está parado enfrente de él; o imagine a los dos debatiendo un tema de gran importancia mientras están de pie.
¿No cree que ese es un problema? Entonces usted probablemente no mide 1,61 metros. Adicionalmente, el hombre promedio es más alto que la mujer promedio, así que el "estaturaísmo" suele alimentar el sexismo.
Considere también a una saludable persona de 25 años negociando un difícil acuerdo con una contraparte de 63 años, que tiene una condición cardíaca, con el "reloj" para la resolución planteado por el hecho de que ambos deben estar parados mientras conversan.
La mayor resistencia del trabajador más joven podría inclinar la balanza a su favor. Tratar de compensar estas diferencias al, por ejemplo, decirle a las personas de baja estatura que se pongan al frente u ofrecerle a los trabajadores de más edad que se sienten mientras todos los demás están de pie solo las refuerza.
Las sillas podrán hacer que las reuniones sean más largas, pero también ponen a todos en igualdad de condiciones.
Las reuniones de pie pueden ser efectivas, y la investigación ha demostrado que pueden aumentar la productividad. Sin embargo, toda organización que las use regularmente debería revisar cómo, dónde y por qué se están realizando.
¿Sería suficiente una reunión de pie al día o a la semana en lugar de hacer varias? ¿Deberían estar limitadas a cierta cantidad de minutos? ¿Las personas realmente se desempeñaron mejor estando de pie?
(Bob Frisch es el socio directivo del the Strategic Offsites Group, una consultora con base en Boston).