Por Marcelo A. Pedroza

COACH – mpedroza20@hotmail.com

Puede parecer que se vuelve a lo mismo aunque de eso no quede nada que se esté haciendo. Hay situaciones que se asimilan a las que alguna vez se vivieron y entonces se activan los recuerdos de aquello que pasó y surgen las comparaciones inevitables con lo vivenciado en la actualidad.

¿Hasta qué punto existe un parecido con lo que fue?, depende del prisma con que se lo ve. Los hechos pasados pueden ser ampliamente generalizados entonces la distorsión se prepara para acechar en los eventos que retornan vagamente entre quienes se disponen a rememorarlos.

El cuidado de las imágenes puede haber sido olvidado y ante esa posibilidad hay tierra fértil para idear algo a medida de quien se propone recomponer un escenario que no existió, por lo que en vez de retratar comienza a idealizar la elaboración de algo nuevo aunque el matiz de su inspiración sea algo que alguna vez sucedió.

Una cosa es querer intentar volver a hacer y otra es no querer intentar hacer lo de antes sino simplemente pretender etiquetar a lo que se hace como parecido a lo que se hizo y de esa manera adjudicarle al presente el ropaje del pasado.

Es complejo determinar la intencionalidad de otros cuando no se conoce lo que realmente quieren o cuando la conducta es contraria a las declaraciones emitidas. Lo incompatible alimenta la aparición de las suspicacias y le da forma al ingreso de la disconformidad de quienes deben soportar la incongruencia manifiesta.

Habilita el ingreso del más de lo mismo. Sirve para citar lo que alguna vez sucedió con actores que tuvieron su instante temporal de protagonismo en ciertas circunstancias. La historia deja muchas lecciones, entre tantas es que los años pasan para todos y que los que se creían eternos no son más que un periquete dentro de la humanidad.

Y eso le llega a quienes también así se creen. Ante la indefectible temporalidad existencial hay que considerar honrar el tramo que se vive. Para ello hay que asumir que éste es el lapso que a cada uno le toca vivir para poder hacer de forma auténtica lo que corresponde conforme a sus responsabilidades.

Si se quiere hacer algo que ya se hizo hay una intención de repetir aquello. Al intentar reiterar lo que sea se activan los aprendizajes otorgados por la experiencia anterior para poder asimilar los pasos que hay que realizar y ante esa compresión movilizarse hacia la ejecución de los mismos.

Pregonar la posible reiteración de los males del pasado, teniendo la posibilidad de aportar para la construcción de un nuevo orden social, constituye una muestra triste de lo que se es capaz de hacer cuando no se toma magnitud de las consecuencias que sufren y sufrirán quienes son afectados por las mismas.

El pasado puede haber sido ayer, no hace falta irse temporalmente lejos. Si se vuelve a lo mismo hay una compulsión consciente hacia lo que provoca dicha conducta.

Pregonar la posible reiteración de los males del pasado, teniendo la posibilidad de aportar para la construcción de un nuevo orden social, constituye una muestra triste de lo que se es capaz de hacer cuando no se toma magnitud de las consecuencias que sufren y sufrirán quienes son afectados por las mismas.

No se puede reprimir lo que ha sucedido, sí se puede aprender a valorar lo que ha significado su paso, y en ese proceso valorativo debe respetarse la variedad de interpretaciones que puedan expresarse; así es posible entender que nada es igual a lo que fue y que si hoy persisten las secuelas de lo mal hecho hay que actuar para transformarlas en el acceso que permite la creación de una nueva etapa.

No hay dos opciones iguales. No hay historias idénticas. La línea entre una y otra acción puede ser difícil de identificar, más si los antecedentes son similares o tienen un espacio en común que permiten un correlato parecido.

Hay que precisar qué pasó y qué está pasando. Las generalizaciones pueden orientar hacia algo pero es necesario especificar lo que se quiere evitar vivir o lo que se anhela construir. Una palabra puede servir para reconocer a quienes se dedican a una actividad pero no porque la misma los aglutine son todos iguales.

Cuando generalizar se transforma en una costumbre se abren las puertas de la confusión, ante un universo de personas y sin la posibilidad de conocerlas una a una es engorroso emitir un juicio de valor. También puede pasar que una experiencia sea referencia para generalizar otros hechos que no necesariamente tengan una misma finalidad.

Dada la amplitud de criterios apreciativos que se pueden producir sobre cada caso en particular, salvo que eso sea lo que se busca y ahí es otro tema para tratar, es muy delicado tanto recurrir a lo pasado como emitir generalizaciones si lo que se pretende es forjar una sociedad visionaria y constructiva.

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