Por Alex Noguera

Periodista

Este año se cumplen 55 de que saliera al aire el primer capítulo de una serie de dibujos animados llamada "Don gato y su pandilla". Muchos componentes de la generación actual no la conocen, no existe, están más conectados con las nuevas propuestas de Cartoon Network y sus nuevos personajes.

Para los televidentes intermedios, "Don Gato" es un clásico. Añejo, pasado de moda, con valores y episodios ridículos, que se ganó un merecido respeto, pero nada más. Ya fue.

Para otro público, entrado en años, sin embargo, es más que una simple serie de dibujitos pasada de moda. Incluso, tal vez, los que tengan la capacidad, pueden extraer algún tipo de enseñanza.

La serie tenía varios personajes y cada uno reunía ciertas características y talentos especiales. Eran los "malos", y su criminalidad radicaba en organizar alguna que otra rifa pro bolsillo, vivir sin trabajar, dar una moneda y retirarla con un hilo y usar el teléfono del oficial Matute para tomar las apuestas.

Matute era "el bueno", el impecable oficial que ni siquiera portaba una pistola, solo una cachiporra con la que jamás golpeó a nadie.

Bueno, su tarea consistía en mantener el orden en la manzana, controlar que abrieran las tiendas a hora, que los vecinos sean felices... y amenazar al "cerebro" de la pandilla, a Don Gato, con obligarle a limpiar el callejón, si lo sorprendía en alguna fechoría. Como un padre a su hijo, para que ordenara su cuarto.

Después de 30 capítulos, el 8 de abril de 1962, Hanna-Barbera jubiló al intachable Oficial Carlos Matute, quien a partir de entonces se dedicó a vivir de rentas, pues la serie tuvo gran éxito durante un par de décadas.

Este personaje, Matute, era la imagen perfecta del policía: bueno, confiable, capaz de dar la vida por sus semejantes, aunque en la tira cómica nunca arriesgaba el pellejo ya que los ladrones y asaltantes no disparaban y salían huyendo cuando el uniformado hacía sonar su silbato.

Nada que ver con el sonido que produce una ametralladora calibre .50, nada que ver con el terror de toda una ciudad sitiada por sicarios, regada de asesinatos, de drogas, de policías que son acusados no de recibir coimas, sino de exigir y montar situaciones en las que obliguen a que se les pague.

Matute no entiende. Claro, está fuera de moda. Para él, ayudar a cruzar la calle a una ancianita era una razón para sentirse bien.

Se pregunta cuántos policías de hoy en toda su carrera ayudaron a una viejecita a cruzar la calle. La respuesta le causa vergüenza.

"Se pregunta cuántos policías de hoy en toda su carrera ayudaron a una viejecita a cruzar la calle. La respuesta le causa vergüenza".

Los tiempos son otros. Hoy la idea de diversión o de éxito pasan por quien puede beber más, quién tiene un mejor automóvil -aunque carezca de documentos legales- y si es soltero, quien tiene más conquistas.

Los tiempos son otros. Hoy día Matute se tapa la cara de vergüenza cuando lee en los periódicos que sus colegas, incluso el comandante de Policía, van presos por robar combustible. Imagina que esto no es de ahora, que tal vez viene de antes, pero que ahora hay gente que se anima a denunciarlos, que no tiene miedo, que cumple su labor para la gente.

Matute está jubilado. Sentado en un sillón en su Nueva York de siempre recuerda a Don Gato. Se pregunta dónde estará, en qué playa del Caribe habrá tendido su hamaca. En el fondo, no era tan malo. Travieso sí, pero malo no.

El no mandaba matar, no distribuía drogas, no destruía generaciones enteras para vender su "mercancía", no entraba en las escuelas para iniciar a los menores en los vicios. ¿Qué habrá sido de los muchachos? El enamoradizo Panza, Demóstenes el tartamudo, el dulce Benito y Cucho, el de la pronunciación rara.

En la televisión de hace medio siglo atrás, la lucha entre el bien y el mal era una batalla épica de inocencia. No había agentes con metralletas que por error mataban a niñas de 3 años.

Tal vez en la Academia de Policía puedan enseñar a los reclutas un poco más de silbatos y menos de balas, tal vez vean una serie en la que aparece un personaje llamado Matute y traten de entender su figura y la importancia que representa para toda una sociedad que se precie de civilizada.

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