Jonathan A. Knee
Hay mucho que se puede desdeñar en el libro "Chaos Monkeys: Obscene Fortune and Random Failure in Silicon Valley" ("Monos del caos: Fortuna obscena y fracasos aleatorios en Silicon Valley"), de Antonio García Martínez.
Pero, la biografía de un autor que cuenta que "vive en un velero de 40 pies en la bahía de San Francisco" no está bien posicionada para satirizar las costumbres sociales de la cultura tecnológica de la Costa Oeste.
La dedicatoria del libro "a todos mis enemigos" que hicieron posible la obra confirma la impresión de que la tormenta de nieve de ajustes de cuentas que sigue no es nada equilibrada.
Los aforismos son a veces perezosos, los hechos pueden ser descuidados y los estudios pueden ser ásperos, mientras el autor insiste que es "la persona más mala onda que podrías conocer". Definitivamente, yo podría haber sobrevivido sin tener que enterarme acerca de la debilidad del señor García por la "fornicación extrema" y las juergas de ebrios en el cuarto de limpieza de Facebook.
Y, sin embargo, "Los monos del caos" se las arregla para ser una irresistible e indispensable guía en 360° del nuevo reino de la tecnología.
Escondido debajo de la fanfarronería y la evisceración de vengadores y justicieros profesionales se encuentra el corazón de un maestro formidable.
"Los monos del caos" probablemente es atractivo como titular en los diarios y hasta genere interés debido a los nombres prominentes e instituciones que sin piedad son descritos. Esto es lamentable. El señor García puede disculparse por sus pedagógicos comentarios al margen, pero estos en realidad forman la verdadera esencia de lo que es un libro muy aprendido.
Nos educa en tres dominios que ameritan un estudio en profundidad.
La primera mitad de "Los monos del caos" nos introduce en el mundo del capital de riesgo. Después de dejar y litigar con una compañía de tecnología en sus primeros pasos, solo para crear otra, el señor García nos vende Twitter, solo para abandonar inmediatamente a sus cofundadores por Facebook.
La segunda parte de "Los monos del caos" tiene lugar en Facebook y abarca el abanico de compañías dominantes que emergieron de esta cultura de empresas startup.
Estas empresas (además de Facebook y notablemente Google y Amazon), cuyos valores iniciales de mercado comenzaron en 300 mil millones de dólares (o en el caso de Apple y Microsoft, el gerenciamiento), están aproximándose a la mediana edad.
En adición a contrastar sus escalas de valores con las del mundo de las startups, "Los monos del caos" toca las parecidas a Twitter que no pudieron ingresar a este enrarecido vuelo.
Más allá de la historia personal del autor, lo que conecta las dos partes del libro es el área de su actual dominio: la publicidad. El señor García estudiaba para obtener un Ph.D. en física en Berkeley antes de unirse a Goldman Sachs para configurar precios a derivativos de créditos. Se mudó a Silicon Valley para repetir su mismo acto de magia de conseguir la atención de los usuarios de internet. Y es la explosión de la publicidad digital la que ha alimentado el nacimiento de la más reciente cosecha de gigantes de internet.
En el transcurso de describir su camino desde la publicidad de las startups de tecnología hacia jefe de producto en Facebook, el señor García provee una fascinante descripción de la naturaleza de los mundos de la publicidad online y offline. Ambas en relación con lo que ha cambiado y lo que ha caprichosamente permanecido igual.
Dos aspectos en estas lecciones hacen de "Los monos del caos" una lectura particularmente atrapante, a pesar de sus fallas. Primero, el señor García no es un observador perspicaz de la cultura social y corporativa, sino un analista atento de los negocios y sus políticas armado con un altamente refinado detector de sinsentidos pretenciosos.
Bien antes que el inversor Peter Thiel haya sido revelado como el soporte secreto del juicio que llevó a la ruina a Gawker, el señor García escribía que "el mundo de las startups de tecnología, en todas sus pretensiones de transparencia, innovación y de contracultura hacia las camisas abotonadas y las convenciones sociales, en realidad es una multitud sorprendentemente reaccionaria".
Aun cuando el señor García mutila los hechos, como lo hace por ejemplo al describir el mecanismo por el cual Facebook hizo su oferta pública inicial, se las arregla para describir múltiples descripciones que de alguna manera parecen correctamente direccionadas.
Y, en contraste con los veredictos en beneficio propio contra sus enemigos y a favor de sus aliados, sus amplias conclusiones parecieran estar bien equilibradas. El mundo en el que vive, reflexiona el señor García, "no es peor que el mundo de la política y la industria tradicional, pero, ciertamente tampoco es mejor".
Eso nos lleva a la segunda razón por la cual leer "Los monos del caos" es una obligación. El señor García facilita herramientas que honestamente explican una esquina del mundo que logró amasar una asombrosa influencia cultural, económica y política, y no siempre para lo mejor.
Un total de 60% de los graduados de la escuela de negocios de Harvard ahora trabaja en compañías con menos de 500 empleados. Una mayor conversación es necesaria antes de que nos regocijemos porque la odiosa hegemonía de Goldman Sachs, McKinsey & Company y los fondos de cobertura ya no es el lugar obligado para nuestros mejores graduados y que ese lugar está ahora por compañías de tecnología en sus primeras etapas de funcionamiento.
Por lo menos, los lectores de "Los monos del caos" pensarán dos veces antes de aceptar los argumentos de los líderes de la tecnología para asesorar al aparato de seguridad personal en la lucha contra la amenaza terrorista. Aun el área de la publicidad, importantes cuestiones de políticas públicas y sociales están implicadas.
El gran peligro de "Los monos del caos" es que podría sufrir el mismo destino que muchos relatos semejantes: se lo aprecia como un criticismo social de trinchera y como un manual de cómo se hacen las cosas en el sector.
Esa es la irresistible influencia de Silicon Valley que temo cubrirá al libro y se lo verá más como pistas para obtener un trabajo en Facebook o lograr una captación de capital por el Factor Y. Si este es el caso, tal vez todos querríamos unirnos al señor García en su bote y hacernos a la mar.
Jonathan A. Knee es docente de práctica profesional en la Columbia Business School y un asesor senior en Evercore Partners. Su libro, "Class Clowns: How the Smartest Investors Lost Billions in Education", será presentado por la Columbia University Press en noviembre.