Por Guido R. Brítez Balzarini

Socio gerente de Sunergos. Especialista en liderazgo, comunicación, coaching y crecimiento personal. contacto1@sunergos.com.py

Para ciertas personas, la toma decisiones puede ser algo incómodo; sin embargo, hay herramientas sencillas y prácticas que pueden ayudar a convertirlo en una experiencia agradable, por ejemplo:

1. Ver la toma de decisiones como un proceso que lleva su tiempo.

No sentirse presionado por encontrar rápidamente una solución. Nadie es tan eficaz como para tener la solución en el mismo momento en que se enfrenta a un problema. Sería normal, por ejemplo, que al principio uno sienta enojo al enfrentar un problema inesperado. En esos momentos, uno no puede tener creatividad para encontrar soluciones, así que es importante tener paciencia con uno mismo y dejar pasar un tiempo hasta llegar a la aceptación del problema. ¿Cuánto tiempo? El tiempo necesario de acuerdo a la magnitud o importancia del problema.

2. Al inicio, intencionalmente tomarse el tiempo para conocer mejor el problema.

Tomar decisiones sin conocer el problema por supuesto que crea ansiedad. Recomiendo que al inicio del proceso, uno prácticamente se olvide de buscar una solución, sino más bien focalice en conocer mejor el problema, y luego pensar en las posibles soluciones. Aquí aplica la frase: "Definir bien un problema es prácticamente la mitad de la solución". El conocimiento exhaustivo del problema aumenta considerablemente la generación de alternativas de solución. Einstein dijo: "Si tengo sesenta minutos para resolver un problema, me tomaría cincuenta y cinco minutos para entenderlo, y cinco minutos para resolverlo".

El conocimiento exhaustivo del problema aumenta considerablemente la generación de alternativas de solución. Einstein dijo: "Si tengo sesenta minutos para resolver un problema, me tomaría cincuenta y cinco minutos para entenderlo, y cinco minutos para resolverlo".

3. Hablar con 3 o 4 personas sobre el problema

Es útil hablar con otras personas, aunque conozcan poco sobre el problema, ya que los beneficios son varios:

-Se obtienen nuevos ángulos sobre el tema en cuestión, nuevas opciones. No es necesario inclusive que el interlocutor proponga una idea concreta. La simple pregunta: "¿Qué te hace pensar que eso es así?" Ya puede obligar a uno a acceder a nuevas maneras de ver algo. Por otro lado, una simple palabra emitida por el interlocutor puede transportarle a uno hacia ideas no pensadas al comienzo del proceso, y de esa manera ver nuevos ángulos previamente no pensados.

- Se comprende mejor el problema. En otras palabras, no es tan importante lo que pueda decir la otra persona, sino la oportunidad que uno tiene para verbalizar pensamientos propios que están en el cerebro. Esto es de mucha utilidad para las personas que procesan mejor información al exteriorizarlos. Pedir ideas no significa aceptar automáticamente las ideas recibidas. Uno tiene derecho a su propio análisis y conclusiones. Con esta estrategia, una decisión puede ser fruto de una simple opinión.

4. Hacer una lista con datos del problema

Consiste en conocer más a fondo los detalles que componen el problema, escribiendo y viendo esos datos. Enfatizo la importancia de "ver" los datos del problema, ya que el cerebro es más eficaz cuando "ve" las cosas. Las preguntas para listar los datos pueden ser, aunque no están limitadas a: ¿Cuándo ocurre el problema?, ¿Cómo ocurre?, ¿Por qué es un problema?, ¿Quiénes son las personas afectadas por el problema o la decisión?, ¿Quiénes están pendientes de la decisión?, ¿Qué probablemente piensan?, ¿Qué quieren?, etc. Es normal empezar a imaginar posibles soluciones por el simple hecho de visualizar las respuestas.

En resumen, las ideas mencionadas más arriba facilitan la toma de decisiones y contribuyen a disminuir la ansiedad al haber conocido mejor el problema.

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