Luego de varias semanas de negociaciones entre los bloques parlamentarios ayer fue conformada la nueva Mesa Directiva del Congreso Nacional, inusualmente incluso antes de que termine este período, como pocas veces se dio en los últimos años, cuando las tratativas incluso iban hasta horas antes del último día para la elección. Las nuevas autoridades asumirán el 1 de julio y tendrán a su cargo dirigir el Poder Legislativo en un período que se cree será bastante turbulento políticamente ya mirando las elecciones generales del 2018.

Con una mayoría ajustada de 23 votos, los senadores eligieron al liberal Robert Acevedo como nuevo presidente de la instancia parlamentaria. Le acompañarán como vicepresidente primero Eduardo Petta San Martín, del Partido Encuentro Nacional (PEN), y, como segundo, el colorado disidente Julio César Velázquez. La homogeneidad en la conformación es muestra de la necesidad que existe en el Parlamento de lograr acuerdos políticos, y es saludable para el sistema democrático, porque, además, no representa el copamiento de un color como se dieron en otras épocas.

La integración se dio con un acuerdo entre colorados disidentes, parte del PLRA y partidos opositores. Una vez más se demostró que cuando se trata de negociaciones políticas, hasta el último minuto se pueden dar cambios. Como se sabe, el lunes se daba como un hecho que el titular del Senado iba a ser el también liberal Ramón Gómez Verlangieri, pero la intención fue frustrada tras fracasar las negociaciones del oficialismo colorado con el propio Acevedo, que argumentó que no pudo llegar a Asunción "por la neblina" que había en Pedro Juan Caballero. Tenía el as bajo la manga y ahora se convirtió en presidente.

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El Congreso es el estadio adecuado para las altas discusiones políticas que sirvan para la construcción y no para desmeritar lo que se intenta hacer. Desde ese lugar se deben analizar con seriedad los temas que interesan al país, bajo una mirada estrictamente enfocada hacia el bienestar común de la gente. Así también lo debe hacer el Ejecutivo, mostrando apertura para consensos políticos sobre los proyectos que encara para evitar confrontaciones que solo sirven para estancar aún más las acciones que se desean desarrollar. La relación Ejecutivo-Congreso debe ser fortalecida porque depende del nivel de confianza entre los dos poderes del Estado para encarar los proyectos que son urgentes, sobre todo para la economía y la disminución urgente de la brecha social.

Uno de los desafíos más grandes que tiene el Congreso, así como los otros dos poderes del Estado, es actuar de acuerdo con las necesidades de la población por encima de los intereses políticos, grupales o ideológicos. La crítica por crítica sin argumento alguno es lo que ha causado al país un retraso enorme en relación a lo que se debe hacer para solucionar los graves problemas. La responsabilidad de las acciones está en el Ejecutivo y el Poder Judicial debe colaborar con la imposición de justicia castigando a los que osen sacar dinero de la lata.

De esta era democrática se debe valorar el respeto político, salvo algunos hechos puntuales de hace varios años, de los resultados electorales en elecciones nacionales o locales, así como el acatamiento político a las designaciones en un poder del Estado como el Congreso. Los grupos derrotados deberán aceptar que el juego de la democracia permite ganar y perder, y que en esta ocasión, en el Senado les tocará la instalación de un mandato pluripartidario conformado de acuerdo con los reglamentos internos.

Que uno esté a favor de quién ocupa el cargo es otro análisis, no menos importante, pero, como beneficio de duda, siempre existirá un período de la gracia. La clase política y la propia ciudadanía sabrán discernir sobre si fue correcta o no la elección y el tiempo dirá el efecto positivo o negativo que tendrá en el Parlamento. Mientras tanto, se deben echar bases para que los poderes del Estado, como debe ser, trabajen de manera conjunta por el bien del país, que ya no es capaz de soportar más enfrentamientos estériles y dañinos.

Aprovechando la nueva conformación de la Mesa Directiva del Congreso, es bueno recordar de vuelta que, a pesar de las diferencias políticas e ideológicas, los actores principales de la política en Paraguay deben empujar juntos a una nación que imperiosamente necesita crecer con el acompañamiento de una clase dirigencial responsable y comprometida. El Congreso y el Ejecutivo tienen la oportunidad de dar un buen ejemplo en este nuevo período.

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