Justin Martin y Fiery Cushman

En 1966, Charles Whitman asesinó a su madre y esposa en medio de la noche. La siguiente mañana compró armas, munición y otros suministros; manejó hasta la torre del reloj de la University of Texas at Austin y subió a la cima. Entonces continuó su ola de asesinatos, dejando 13 personas muertas y 32 heridas, antes de que la policía lo hiriera de muerte. Si hay alguien que merezca una condena moral, seguramente Whitman cumple con el perfil.

Sin embargo, el caso de Whitman no es tan simple. En los meses y semanas previos al evento, él reportó sentir fuertes dolores de cabeza e impulsos cada vez más violentos. Después de su matanza, una autopsia reveló que un tumor presionaba las regiones del cerebro de Whitman que se cree que regulan las reacciones emocionales y los impulsos.

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¿Qué habría pasado si Whitman hubiera sobrevivido para enfrentar un juicio por sus crímenes? Imagine, por un momento, que usted es su abogado defensor y que un examen médico acaba de revelar el tumor subcortical de su cliente. ¿Qué clase de defensa podría usted montar para impulsar al jurado hacia la indulgencia, considerando tan crueles acciones?

La respuesta a esta pregunta depende de la psicología moral, las formas en que la gente ordinaria, como los jurados, toman decisiones acerca de lo correcto y lo incorrecto, el bien, el mal, el crimen y el castigo. Una simple regla gobierna muchos casos: es incorrecto causar daño si lo hace intencionalmente.

Sin embargo, la capacidad humana para los juicios morales es compleja, y sentíamos que algo acerca de esta regla debía estar incompleto. Whitman claramente causó daño, y no fue un accidente. Sin embargo, seguramente importa que un enorme tumor estaba afectando centros clave de la toma de decisiones en su cerebro.

Queríamos probar cómo los observadores podrían hacer juicios afinados acerca de la culpabilidad moral en temas como este. En una serie de estudios usando más de 5.000 participantes, investigamos la relación entre manipulaciones del comportamiento, control e intención. Encontramos que cambiar el qué tanto control tiene un agente sobre su comportamiento influye en nuestro juicio moral respecto a esa persona: los perpetradores con un control reducido son menos castigados. Más aún, esta reducción en el juicio moral sucede porque la persona es vista como menos responsable causalmente del daño.

Armado con ese conocimiento de la relación entre el control y la responsabilidad causal del daño, su hipotética defensa podría proceder de la siguiente forma: Charles Whitman desarrolló un tumor cerebral que ocasionó que tuviera violentos pensamientos e impulsos. Whitman sintió que estos impulsos provenían de un lugar ajeno a su propio ser, como lo expresó en su nota suicida y en sus intentos de buscar atención médica. Por lo tanto, el comportamiento de Whitman estaba más allá de su habilidad para controlarlo.

Por supuesto, la mayoría de nosotros no somos requeridos para defender casos de pena capital, y la mayoría de los asesinos en masa no tienen extraños tumores. Sin embargo, cualquier persona con un padre, hijo, esposo, amigo, empleado o jefe, probablemente ha sido requerida para jugar el rol de fiscal o defensor en algún punto de su vida.

Considere el lugar de trabajo: cuando un empleado falla en una fecha de entrega importante, cuando un compañero presenta incorrectamente una de las ideas de usted como si fuera propia o cuando las políticas de su compañía están siendo desobedecidas, usted debe construir una respuesta. Al hacerlo, ayuda el comprender cómo las personas tenderán a procesar los hechos del caso. En particular, usted debería comprender que ellos serán sensibles respecto a si se causó daño, si se ocasionó intencionalmente y qué tanto control tenía el perpetrador respecto a su comportamiento.

No es suficiente alegar que el daño se hizo de forma involuntaria; usted quizá también debería presentar el argumento de que no estaba en su poder el detenerla.

(Justin Martin es estudiante de posgrado en el departamento de psicología en la Harvard University. Fiery Cushman es profesor asistente de psicología en Harvard University).

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