"Jamás, pero jamás, le di un beso con el uniforme puesto", dice Elisa, refiriéndose a su esposo Manuel Duarte Soloaga (55). Ambos son comisarios y están de acuerdo en aquello de respetar el uniforme por encima de cualquier muestra de afecto. Para reforzar esta teoría, basta escuchar lo que dice Johana, la única hija de la pareja: "Yo no les tengo que abrazar cuando están con el uniforme puesto". Johana, a sus 19 años, lo único que tiene decidido en la vida es que no va a ser policía. "Yo siento que la gente nunca valora o aprecia lo que hacen los policías. Se lee siempre cosas negativas, pero los demás no saben que hay policías que están arriesgando sus vidas por la seguridad de todos. Definitivamente, no es lo mío", expresa Johana, quien actualmente está estudiando diseño gráfico en la universidad y plantea llegar al exterior para especializarse.
Elisa Ledesma y Manuel Duarte son comisarios. Son esposos. Son amigos y cuando están uniformados, se tratan de camaradas. Se casaron hace 25 años y viven juntos en el barrio Villa del Sur, en Ñemby. Completan la familia Norma, la joven que ayuda en los quehaceres de la casa –y que conoce cada uno de los uniformes que ambos deben usar–, un loro que aprendió a remedar ladridos y Mafalda, una pincher de 4 años que se cree dueña del sofá de la sala, donde hicimos la nota.
La historia de ambos policías se inició a principios los 90, en la Comisaría 19 de barrio Jara, cuando Duarte Soloaga era oficial inspector y Elisa era oficial ayudante. Cruzaron las miradas y un par de charlas sirvieron para hacerse novios. Así, poco más de 9 meses de noviazgo fueron suficientes para entender que ellos eran el uno para el otro y se casaron. En efecto, la fotografía del casamiento luce reluciente en la pared de la sala.
"Mostrar que soy tan capaz como cualquier hombre"
La comisaria Ledesma cuenta que ingresó a la carrera de la Policía en 1988 y gracias a que una ley le habilitaba en ese entonces a probar por medio de un título universitario. La vida dentro de un mundo marcadamente machista la marcó, le sacó varias lágrimas, pero nunca se resignó. "Te digo que hasta hoy, con mis 27 años de servicio, todavía lloro por algunas cosas que me pasan. Pero bueno, con el paso del tiempo también soy más fuerte y ahora ya me planto en varias cosas", señala Ledesma.
Décadas atrás, la presencia femenina en filas policiales era un tanto normal, pero en sectores bien determinados, como por ejemplo la parte de asistencia de enfermería, la parte administrativa o cuestiones que hacen a relaciones públicas. Sin embargo, Ledesma decidió romper con un paradigma y se presentó para hacer carrera dentro de la Unidad de Orden y Seguridad, una sección que hasta su llegada, era exclusivamente para hombres.
"Después de anotarme, al día siguiente tuve que presentarme a un curso. Es muy difícil llegar a una clase donde 55 de tus compañeros son hombres y sos la única mujer del grupo. En principio me marcaron, pero después, con el tiempo, fue mejorando la situación", refiere Elisa. Como cualquier oficial de Orden y Seguridad, Ledesma cumplió con todas las guardias y servicios que se requerían en la unidad, sin ningún tipo de excepciones, afirma. "Mi primer servicio fue la cobertura de un partido entre Olimpia y Sol de América. Cuando me bajé de la camioneta se cayó mi casco y empezó a rodar por unas escaleras. Me quise morir. Ahora recuerdo como una anécdota, pero en ese momento fue muy difícil porque todos pensaron que no iba a servir para hacer el trabajo", relata Ledesma, recordando el caso, hoy, con una sonrisa.
Actualmente, la comisaria se desempeña como jefa de Relaciones Públicas de la Policía, cargo al que accedió a través de un concurso público, siendo la única aspirante mujer entre 22 candidatos. La comisaria es además abogada y escribana, estudios que realizó a la par de su carrera policial. Recuerda además que participó en su momento en la elaboración del nuevo código de la niñez y de la ley para evitar o castigar la violencia intrafamiliar. "Estos proyectos me obligaron a que yo esté siempre capacitada. Hice varios cursos, capacitaciones constantes", menciona.
En este sentido, resalta que el último curso que hizo, el año pasado, para la escuela de estrategia en el Instituto de Altos Estudios Estratégicos (IAEE), fue la mejor egresada entre 65 estudiantes. El curso fue desarrollado a la par de sus jornadas laborales como jefa de Relaciones Públicas. Esta serie de estudios y trabajos le sirvió a Ledesma para ser la elegida por el Ministerio del Interior para representar a la Policía Nacional en un congreso sobre seguridad que se realizará esta semana en Montevideo, Uruguay, en el marco de la Cumbre del Mercosur. "Mi lema fue siempre demostrar que una mujer, que yo como mujer dentro de la Policía, soy tan capaz de hacer las cosas o de ocupar cargos como cualquier otro hombre", afirma.
La disciplina, una cuestión de familia
Ser comisaria hace suponer que conlleva una vida disciplinada. Pero además de eso ser hija de un suboficial de policía, esposa de un comisario y nuera de un militar, hace que la disciplina en la vida de Elisa sea tan normal y necesaria, casi como respirar. "En casa tenemos una hora para despertarnos, para almorzar, para cenar. Si estamos uniformados nos tratamos como corresponde, con los saludos estipulados. Los afectos pueden venir después, cuando estamos de civil", reitera Ledesma.
Para el comisario Duarte, hoy ya retirado, la vida ahora ya no es lo de antes, cuando tenía que volver a su casa cada 15 días cuando estaba a cargo de comisarías del interior del país. No obstante, hay cosas que la costumbre ya no dejan pasar, por ejemplo, despertarse muy temprano todos los días, incluso los domingos, buscando algo en qué trabajar, a pesar de que eso muchas veces ocasione que le despierte a su hija Johana, que entiende que los domingos a las 6:30 todavía son para dormir.
Una pareja de policías que enfrenta a delincuentes y otros tiene que tener, en algún momento de su historia, una situación complicada a raíz del peligro al que se exponen. La de los comisarios Duarte y Ledesma se registró en 1995, cuando el comisario fue gravemente herido en la pierna, tras enfrentarse a unos asaltantes que propiciaron un golpe en el Banco Unión de Carapeguá. Como comisario local, Duarte fue hasta el local bancario para tratar de frustrar el asalto, pero en el tiroteo contra los delincuentes, quedó herido.
"Fue el momento más difícil que tuvimos como pareja. Teníamos pocos años de casados y él tuvo que prácticamente empezar de nuevo. La rehabilitación nos costó demasiado, pero lo más duro para nosotros fue enterarnos, después, que dentro de la gavilla que hizo el asalto participaron varios policías. Eso para él (comisario Duarte) fue demasiado fuerte", cuenta la oficial Ledesma.
Pero señala que salieron de ese momento difícil aplicando lo que más saben y les gusta: la disciplina, el trabajo en equipo y mucho cariño en familia.