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PARÍS.

Tres era un número mágico. Al menos, eso era lo que creían hace unos años las operadoras y los reguladores de la telefonía celular en Europa. Permitir solo la competencia de un trío de compañías rivales dentro de cada mercado nacional supuestamente produciría resultados decentes. Los clientes verían suficiente competencia que ofreciera precios bajos y un servicio innovador; las empresas, pese a los mercado maduros con tasas de penetración ya altas, engrosarían lo suficiente sus utilidades para poder invertir en infraestructura, como el lanzamiento de los servicios 4G y 5G.

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Con la autorización de tan pocas operadoras se pretendía producir otros beneficios. Un argumento de los proponentes era que si las compañías podían fortalecerse en un país, intentarían después las fusiones transfronterizas, creando rivales europeas ante los gigantes estadounidenses como AT&T y Verizon. Otro era que tener solo tres empresas realmente limitaría el dominio del pez más grande –regularmente el ex monopolio, como Deutsche Telekom o British Telecom– porque los dos actores más pequeños desafiarían al más grande, sin pelear con otros pescaditos. Otra afirmación, igualmente difícil de probar, era que los reguladores, al permitir las fusiones, alentarían mercados dinámicos. Las fusiones ofrecían una salida para quienes invirtieran en, o lanzaran empresas de telecomunicaciones más pequeñas. Bloquear las fusiones, por el contrario, les disuadiría.

Por un tiempo, los reguladores europeos aceptaron la sabiduría recibida. Así que se dieron fusiones en Austria en el 2013, luego en Irlanda en el 2014, reduciendo esos mercados de cuatro a tres operadoras. Las empresas en países más grandes se prepararon para actuar. Orange, la principal operadora de Francia, celebró conversaciones desde enero para comprar Bouygues, la tercera más grande, por unos 10.000 millones de euros (11.300 millones de dólares). En Gran Bretaña, CK Hutchison, que opera la marca Three, aceptó el año pasado pagar 10.250 millones de libras esterlinas (15.000 millones de dólares) por O2, la segunda operadora, propiedad de Telefónica de España. Y en Italia se propuso otra fusión que involucraba a Hutchison. En cada caso, el número de operadoras habría caído a tres.

Ahora, ninguna de estas grandes fusiones es probable. Los funcionarios franceses discretamente frustraron el acuerdo entre Orange y Bouyges en abril, antes de que inquietara a los reguladores de Europa: al parecer les preocupaba que Martin Bouygues, un industrial multimillonario, consiguiera demasiada influencia en la firma recién fusionada. Orange es en parte propiedad del Estado y se le ve como un paladín nacional. La semana pasada, la comisionada de competencia de la UE, Margrethe Vestager, descartó la fusión británica, inquieta de que la falta de competencia perjudicara a los consumidores. La mayor parte de la industria espera que ella bloquee también la propuesta fusión italiana entre Hutchison y VimpelCom. En marzo, Vestager lanzó un estudio "a profundidad" sobre el efecto que tendría en la competencia.

Vestager no está sola en dudar de la magia de las tres operadoras. El regulador de Gran Bretaña también se opuso a la fusión de Three y O2. E investigación realizada el año pasado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos sugiere que los usuarios prosperan con cuatro operadoras. Después de que Austria perdió a la cuarta, los costos para los consumidores se elevaron rápidamente. Cuando Francia tuvo un cuarto actor disruptivo e innovador, Free, en el 2012, los precios cayeron más rápidamente que antes, aun cuando el gasto en infraestructura aumentó. En ambos países, cuatro operadoras ofrecían a los clientes mejores contratos de interconexión internacional que tres. En cuando al gasto en redes, otros análisis del OFCOM, el regulador de comunicaciones de Gran Bretaña, no ha encontrado "nexo alguno entre la consolidación o una concentración más alta en los mercados móviles y un aumento en la inversión".

Algunos en la industria se sienten decepcionados. "Tanto los reguladores de la UE como del Reino Unido parecen preocuparse solo por el precio al consumidor y no pensar en el panorama más amplio", se queja Bengt Nordstrom, quien asesora a empresas en fusiones. Advierte que bloquear las uniones de empresas más pequeñas ayudará principalmente a los líderes del mercado, de los cuales dice que típicamente ya acaparan más del 50 por ciento de los ingresos de la industria. Y le preocupa que los mercados dominados por ex monopolios fomenten muy poca competencia en la construcción de redes y tendido de cables de fibra para preparar a Europa para el futuro crecimiento digital.

Si las fusiones dentro de un país están fuera de discusión, las empresas necesitan otras formas de prosperar. Una opción podría ser que más de ellas compartan las redes, recortando por tanto los costos. Otra es más fusiones de la industria de las líneas fijas y la telefonía móvil. En Gran Bretaña, BT, una operadora de líneas fijas, ha comprado EE, una empresa de telefonía celular. En Holanda, Liberty Global combina telefonía fija y celular. Vodafone, el ejemplo más exitoso de una empresa móvil paneuropea, presente en 14 países, también participa en las líneas fijas. El jefe de Vodafone, Vittorio Colao, dijo el 17 de mayo que su empresa acababa de disfrutar del "primer trimestre de crecimiento de ingresos positivo en Europa desde diciembre del 2010", después de gastar 19.000 millones de libras esterlinas en infraestructura.

Sin embargo, las fusiones de líneas fijas y celulares no son la cura para todo, argumenta James Barford de Enders Analysis, una firma consultora. Mientras que las fusiones dentro de un mismo país de las compañías de telefonía celular ofrecen muchas eficiencias, la combinación de líneas fijas y telefonía celular ofrece beneficios más modestos. Peor aun así, estos tienden a acumularse en las empresas más dominantes, notablemente las antiguas compañías de líneas fijas.

Lo que realmente cuenta, dice Barford, es cómo se sitúen las empresas para transmitir enormes cantidades de datos a los consumidores, mayormente para ver videos y televisión. Estima que las empresas de telecomunicaciones ya generan alrededor de la mitad de sus ingresos de los datos, y los volúmenes de datos en la telefonía celular están aumentando en entre 60 y 70 por ciento al año. La industria de la telefonía celular gira cada vez más en torno de la transmisión de bytes, lo cual depende de cuánto del espectro controle una empresa y cuán eficientemente se use. Las empresas pequeñas con derechos a la utilización del espectro, por tanto, pudieran buscar nuevos tipos de socios. Forasteros –quizá firmas de capital privado con fondos abundantes, dice Nordstrom– podrían querer unírseles para lanzar servicios de televisión, Internet, telefonía celular, líneas fijas y otros novedosos. Así que hay vida más allá de las fusiones dentro de cada país.

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