Por Enrique Vargas Peña

Gracias a la caída de Dilma Rousseff, que permitió al mundo conocer la tremenda podredumbre que mina a la clase política brasileña, ahora sabemos cómo financian los intereses económicos y comerciales de nuestro vecino del Este a sus operadores en el gobierno, en el Congreso, en los estados y aun en los municipios de Brasil.

Las relaciones de las gigantes Odebrecht y Andrade Gutiérrez con el Partido de los Trabajadores (PT) de Dilma, no son más que repeticiones corregidas y aumentadas del modo en que los políticos brasileños actúan, recibiendo financiamiento a cambio de contratos o apoyos de privilegio que, a su vez, sirven de fuente para nuevos y mayores financiamientos.

Rodrigo Dolandeli, en el estudio que realizó para el compendio "Financiamiento Político y Regulación de Campañas Electorales en América Latina" del Centro Carter (http://www.cartercenter.org), ya adelantaba las debilidades del sistema brasileño antes de que salieran a luz las confirmaciones dadas por el "lava jato" (http://bit.ly/1TbvIZv): "La Ley de Elecciones (9504/1997) establece que las empresas pueden contribuir financieramente con hasta 2% de su facturación bruta del año anterior a la elección (Art. 81), mientras que los individuos pueden donar hasta 10% de los ingresos declarados al IRPF (Impuesto Sobre la Renta de las Personas Físicas). Esta regla amplía el poder de las empresas en comparación con los recursos de las personas".

Y continuaba: "Dado que las empresas, especialmente las 'big donors', contribuyen con la mayor parte de la financiación electoral, la democracia brasileña es muy dependiente de esta fuente. Así, las organizaciones partidarias, ante la realidad de estas contribuciones, están cada vez más alejadas de sus bases sociales. Esta situación se agrava debido a la omisión de la legislación que no establece límites a las donaciones a los partidos políticos, especialmente en años no electorales".

Dolandeli explicaba que "La literatura especializada ha demostrado que hay una alta correlación dinero y voto, siendo imprescindible el apoyo empresarial en Brasil para que el candidato sea electoralmente competitivo. Esta situación lleva a una alta concentración de los recursos en unos pocos actores. Otra consecuencia negativa es la influencia del dinero 'interesado' en la política pública, donde el lobby pesa más que el interés público y sirve como puerta de entrada a la corrupción".

Y añadía que "A pesar de la reciente mejora en la legislación electoral, como, por ejemplo, la Ley de la Compra de Votos (9870/1999), la fiscalización durante la elección sigue siendo muy débil. El dinero fluye como agua, encontrando vacíos en la legislación para la práctica ilegal, tales como el 'Caixa 2' (donaciones no informadas al Sistema para la Rendición de Cuentas Electorales –SPCE–) y la 'Boca de Urna', dos actividades ilegales generalizadas en la cultura política brasileña".

Dolandeli concluía que "Acerca del 'Caixa 2', parece que se ha utilizado básicamente para financiar las actividades prohibidas por la ley. Del mismo modo, se supone que la mayoría de estos recursos son producto de la evasión fiscal de las empresas, configurando una trama compleja que requiere muchos esfuerzos de fiscalización" (http://bit.ly/1TCQpI4).

Menciono todo lo anterior para abordar el problema que representa para la política exterior paraguaya la posición que sobre nuestro presidente, Horacio Cartes, tiene el nuevo ministro brasileño de Relaciones Exteriores, José Serra (http://bit.ly/24RELAX), senador, ex candidato presidencial y figura determinante del partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) (http://www.psdb.org.br) del ex presidente Fernando Henrique Cardoso.

El nuevo canciller brasileño acusa a Horacio de contrabandista y acusa a "Lula" y Dilma de favorecer "demasiado" a Paraguay durante el gobierno de Fernando Lugo.

Serra participó de eventos patrocinados por la tabacalera brasileña Souza Cruz (http://bit.ly/1TCRDmB) y, a pesar de mencionar siempre sus diferencias de criterio con la tabacalera, repite sin solución de continuidad el discurso de la empresa de cigarrillos sobre Paraguay, que podemos leer resumido en una entrevista que la revista "Isto É" le realizó al entonces presidente de la empresa en agosto del 2000 (http://bit.ly/1TMYHgp).

Souza Cruz es la mayor tabacalera de Brasil, subsidiaria de la British American Tobacco (BAT) (http://www.souzacruz.com.br/) (http://bit.ly/1Nu8rzG), y sus mercados, el particular de Souza Cruz y el general de BAT, están siendo conquistados por tabacaleras paraguayas, especialmente Tabesa, del Grupo Cartes.

Y Serra no solamente acusa a Horacio de contrabandista, sino que sostiene que Itaipú es un acto de "filantropía" (http://abr.ai/1qkfJL9) (http://bit.ly/227QSrS) (http://bit.ly/23Q7IuF).

Conversé en la 9.70 AM con nuestro canciller, Eladio Loizaga, sobre este tema el viernes 13 (http://bit.ly/1TbxolD) y no pareció muy preocupado sobre la influencia de las posiciones de Serra en la definición de la política exterior brasileña, sosteniendo que dicha política se define en Brasil en base a consideraciones distintas a los intereses particulares de los políticos.

Creo que Eladio está equivocado. Los brasileños siempre vendieron la idea de que su política exterior se fija en el palacio de Itamaraty en base al interés general de los brasileños, y yo mismo he comprado siempre esa idea, pero los gobiernos de "Lula" y Dilma muestran que tal idea es pura propaganda y que la política exterior brasileña la hacen los políticos en base a sus intereses particulares, igual que acá o en los demás países del Tercer Mundo.

El apoyo de Brasil a la dictadura venezolana, violadora de las Cartas Democráticas de la Organización de Estados Americanos (OEA) y del Mercosur y violadora de derechos humanos, no permite dudar sobre que no hubo intereses nacionales defendidos por Itamaraty, sino intereses de Odebrecht, que durante los gobiernos de "Lula" y Dilma consiguió gracias a ellos enormes contratos en Venezuela (http://bit.ly/1TCTGqT) (http://bit.ly/1R1TzDn) (http://glo.bo/1JRiPf1) (http://bit.ly/1TbyKNh).

Por tanto, me temo que la sintonía de José Serra con Souza Cruz sí incidirá en la política exterior brasileña durante el gobierno del presidente Michel Temer.

Ocultar el problema no elimina el problema sino que impide solucionarlo. Brasil, lastimosamente, tiene una indeseable importancia en nuestra vida económica y política como para no abordar con madurez y conocimiento las situaciones que allí se generan y que penosamente, nos guste o no, impactan en nuestra vida diaria.

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