Mientras desde el seno eclesiástico aseguran que Carlos Ibáñez Morino los engañó a todos para vestir como sacerdote y oficiar como tal, detrás de cualquier tipo de excusa encontramos a una persona que hizo carrera con la sotana, lo que le permitió ganarse respeto y confianza de varias familias paraguayas, utilizando el sacerdocio como herramienta.

Carlos Richard Ibáñez Morino, alias "Richardi", nació en la ciudad de Caucete, provincia de San Juan, Argentina, el 15 de octubre de 1958. Estudió en su ciudad natal, pero su carrera sacerdotal concluyó en el Seminario Arquidiocesano "Juan Carlos Borromeo", de Rosario, Santa Fe. A principios de los '90, llegó a la ciudad que posteriormente le cambiaría la vida, Bell Ville, Córdoba, y que paradójicamente, antes de tener este nombre, era conocida como "Fraile muerto".

Ibáñez Morino es un seductor de la palabra. Quienes lo conocen lo califican como una persona muy abierta, amable, que está siempre dispuesto a escuchar a los demás y que tiene la capacidad de agradar rápidamente a su interlocutor. De ahí que muchos de quienes lo conocen en profundidad y que conversaron con La Nación Investiga coincidieron en señalar que las publicaciones que este equipo empezó a hacer desde el pasado viernes resultaron un balde de agua fría para ellos.

Su extraña salida de Bell Ville –tras las denuncias en su contra por supuesto abuso sexual de 10 adolescentes, causa que obligó a que la Interpol emita una orden de captura internacional en su contra– es el inicio de una serie de hechos llamativos, partiendo de la posición de la Iglesia y de la Justicia paraguaya con respecto a su presencia y permanencia en el país.

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El ex sacerdote ingresó a Tacumbú oficialmente el 8 de agosto de 1995, tras haber sido detenido en Ciudad del Este por la policía local. Para ese entonces, Ibáñez ya ejercía como sacerdote en nuestro país, a pesar de que el mismo estaba suspendido por el Obispado de Villa María, Córdoba, para ejercer cualquier tipo de actividad religiosa.

Luego de estar 11 meses en la cárcel, Ibáñez logró que su proceso de extradición fracase y entonces se metió de lleno al ambiente académico y religioso. Trabajó en varias parroquias pequeñas de la zona central y Asunción, generalmente, de zonas carenciadas. Ofició misas, casamientos, bautismos, como un sacerdote más. Su poder de convencimiento y sus conocimientos lo ayudaron a ganarse la confianza de mucha gente con la que trató a lo largo de estos años.

Ibáñez Morino presenta al menos 23 títulos académicos, entre doctorados, postgrados y especializaciones. Sin embargo, varios de estos documentos habrían sido adulterados. Fue examinador de mesa para la defensa de muchas tesis y ejerció, durante varios años, la docencia en diferentes carreras, pero se dedicó con mayor preferencia en el área de la educación, en la que obtuvo un lugar más que importante en ciertos círculos, principalmente de la investigación educativa.

Pero su trabajo no se limitó simplemente al campo universitario o religioso, sino que también apostó en el campo empresarial. En el 2006 se creó la firma denominada "Onix SA", con el sacerdote Ibáñez como uno de los socios propietarios y el abogado Ricardo Antar Morel como síndico titular, según registros de la Gaceta Oficial. Recordemos que Antar Morel apareció junto con Ibáñez el día de la misa del papa Francisco en Ñu Guasu, el pasado 12 de julio del 2015, en plena zona reservada para sacerdotes.

Ibáñez Morino figura además como coordinador del Comité Científico VE Chile, una organización para promocionar la educación científica. Al menos así muestra una de las tarjetas personales que suele entregar a la gente. Su vasta experiencia, en su currículum de 23 hojas, menciona varias universidades públicas y privadas de nuestro país, en las que fue docente. Además, cita como experiencia, cursos, talleres y conferencias en el extranjero, en las que aparece como invitado.

Su amplia trayectoria igualmente lo ubica como uno de los profesionales de la firma "SAE Consultores", donde se muestra parte del currículum de Ibáñez dentro del staff de la misma. Ibáñez Morino vive –o al menos vivía hasta hace unas semanas– con su madre, en uno de los departamentos del Quartier Club Las Marías, de San Lorenzo.

Supuesto sacerdote, o cura suspendido, Ibáñez Morino no encontró mayores obstáculos para abrirse camino en una milenaria institución que hoy busca, por todos los medios, tratar de justificarse ante un hecho de esta magnitud.

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