Ed Batista

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Mis clientes trabajan duro con responsabilidades que generan una gran dosis de estrés y sus cónyuges o parejas a menudo tienen carreras igualmente exigentes. Sin embargo, una de las experiencias más difíciles en su día a día no se produce en el trabajo, sino en los primeros 15 minutos después de que llegan a casa y se saludan.

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Cuando el encuentro va bien, puede ayudar a ambas partes a que sientan un sentido de apreciación que les ayuda a relajarse. Pero esto a menudo no ocurre, generando una frustración y una decepción que puede arruinar la noche.

Hay varios factores que hacen que esta difícil situación sea difícil de navegar para las parejas.

–Necesidades diferentes: Ambas partes son propensas a estar en diferentes estados mentales y emocionales, con diferentes necesidades. Una versión común de esto es que alguien viene a casa después de un día difícil y necesita tranquilidad y soledad antes que nada, pero se encuentra con su pareja que llegó antes y está dispuesta con todo a interactuar. Incluso si llegan al mismo tiempo, pueden haber tenido muy días diferentes. E incluso si tuvieron días parecidos, simplemente pueden necesitar cosas diferentes. Algunos quisieran hablar con alguien que los escuche y los apoye, mientras que otros solo quieren un tiempo para reflexionar.

–Tiempos de recuperación: En su libro "La vida emocional de su cerebro", el neurocientífico Richard Davidson señala que las personas varían ampliamente en la rapidez con que se recuperan de experiencias adversas. Esto significa que alguien que tuvo un mal día objetivamente puede sentirse muy bien con solo dar un paso fuera de la oficina. Sin embargo, alguien que se encontró con un menor número de retos aún puede sentir su impacto hasta varias horas después.

–Culturas diferentes: "Toda relación es una experiencia intercultural", de acuerdo con John Gottman, psicólogo de la Universidad de Washington. Mientras que las parejas pueden tomar el tiempo para comprender y evaluar sus objetivos de vida y filosofías antes de comenzar una existencia compartida, rara vez piensan en los aspectos más mundanos de la vida doméstica y lo que significa construir una relación intercultural. Es por eso que los cónyuges y parejas pueden tener diferentes interpretaciones y expectativas sobre lo que significa "volver a casa" (después del trabajo).

Entonces, ¿qué podemos hacer?

En primer lugar, reconocer que estas diferencias existen y legitimarlas. No es realista esperar que las parejas van a estar sincronizadas de forma automática solo por llegar a casa.

A continuación, identifiquen sus necesidades como individuos y hablen de ellas. Un poco de planificación –y franqueza sobre lo que necesita– ayuda a recorrer un largo camino.

Por último, tenga en cuenta que la gestión emocional y el autocontrol pueden ser particularmente útiles. Tenemos tendencia a acercarnos a nuestros cónyuges y parejas con la expectativa de que podemos "ser nosotros mismos" sin preocuparnos de cómo vamos a ser percibidos. Pero cuando hacemos esto y mientras nos dirigimos a casa, nos olvidamos de las habilidades interpersonales que hemos utilizado todo el día en el trabajo, justo cuando más vamos a necesitar de ellas.

(Ed Batista es instructor en la Escuela de Negocios de Stanford.)

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