Por Martín Villagra
Cerro Porteño fue mezquino al límite, carente de ambición y fútbol. Ayer se retiró sin nada en el Desierto de Atacama, donde recibió el castigo más duro y humillante de esta Copa Libertadores. Sucumbió 2-0 ante un endeble Cobresal, adversario sin altura, eliminado de antemano, último en la tabla, que pelea por no descender en su país, incluso dio ventajas con su equipo de alternativa. En medio de toda la adversidad, el cuadro chileno perdió la vergüenza y encaró su partido. Fuera de todos los pronósticos, sumó su primera victoria en el grupo 8, además le dio una mano a Corinthians de Brasil, que consumó su clasificación anticipada. Lo festejó Independiente Santa Fe, que vendrá afilado a Asunción en pos de lograr su pase a octavos.
Los últimos cinco minutos fueron fatales y sentenciaron al discreto Cerro Porteño, que hoy está con la mayor presión de jugarse por un triunfo de local en la última fecha frente a Independiente Santa Fe, pues solo así podrá avanzar.
El equipo de César Farías no se animó. Cauteloso y temeroso hizo una discreta presentación. Estudió al rival, fue más defensa que ataque, puro pelotazos y sin peso ofensivo. Así deambuló Cerro. Luis Leal luchó solo y tuvo chispazos para el gol. Fabbro jugó prácticamente parado y Oviedo fue errático. Santana fue el más batallador y sin conexiones entre Bonet y Raúl Cáceres, se adelantaron las esperanzas del desequilibrio. Un intento de gol de Raúl Cáceres fue lo más importante que fue capaz de generar Cerro en el primer tiempo, donde Israel Zúñiga estrelló un cabezazo al travesaño para el local. En el complemento, los cambios no variaron la actitud azulgrana, cuya vergüenza tomó forma de papelón al gestarse el gol de cabeza de Lino Maldonado a cinco del final. Ya jugado arriba en busca del empate, recibió otro cachetazo con el segundo gol mediante Pablo González. Un contragolpe foribundo, que dejó en evidencia a una defensa tambaleante y desarmada.