Por Natalia Santos

Lorena Duarte Limpens – paraguaya residente en Bélgica– estaba en el metro cuando explotó la bomba. En medio de la oscuridad bajó en una estación que estaba antes de la que fue afectada por el atentado. Pero ella tenía que estar ahí, donde sucedió todo. Se atrasó porque fue a buscar almidón para poder hacer la chipa. "Me salvó nuestra tradición", dijo a La Nación.

-¿En dónde estás?

-En el metro.

-En dónde en el metro

-En el vehículo

-Salí. Hubo un atentado.

Más o menos esa fue la conversación que mantuvo Lorena con su marido –un funcionario holandés de la Comisión Europea– minutos después de la tercera explosión que sacudió en Bruselas hoy. Ella bajó inmediatamente y se encontró con las mismas caras de terror que recordaba haber visto en las noticias, cuando sucedió lo de las Torres Gemelas en Nueva York.

"Salí del metro como pude, en medio de la oscuridad", señaló. Cuando estuvo en la calle abordó un taxi para volver a su casa y el conductor aún no tenía noticias sobre el atentado. Ella conmocionada sentía que le salvó la tradición de Semana Santa. Paró en otro lugar antes, tenía que comprar el almidón que necesitaba para hacer chipa. "Si no hacía eso, yo iba a estar ahí. Me salvó la tradición", remarcó.

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