Por Roberto Izurieta

Catedrático de la George Washington University

Luego de las elecciones de este martes 15 de marzo, me queda claro que los candidatos a la presidencia serán Hillary Clinton y Donald Trump. Para que el senador Cruz, o el poder del Partido Republicano (el partido moderado), le quite la elección a Trump a estas alturas del partido, deberían pasar por pugnas políticas en la Convención del Partido que terminarían en tales deserciones, que de todas maneras perderían la elección general. Es decir, no valdría la pena el esfuerzo.

Trump ganaría la primaria republicana donde terminarán votando entre el 20-30% del electorado general. En las elecciones generales votan entre el 50-60%. O sea, si Trump continúa ganando con 30% de los votos de su partido, que significan un 10% del electorado nacional, le faltará mucho que remontar para ganar la elección general. Y no hay tantos electores tan molestos con el sistema político y económico de los EUA como para que Trump triplique o cuadriplique esa votación para noviembre (aún sacándole algunos votos del senador Sanders, que también están molestos pero que son idealistas y no contestatarios como Trump). En otras palabras, luego de las elecciones de este martes, apuesto a que Hillary Clinton ganará la Casa Blanca con una cómoda ventaja.

Este verano será un déja vu de las convenciones del Partido Demócrata de 1968 y 1972 cuando radicalizados contra la guerra de Vietnam terminaron dándole a Richard Nixon uno de los mayores triunfos electorales de la historia. A los demócratas les tomaron años en aprender esa lección, en recuperarse y en definir lo que significaría un Partido Demócrata, moderado y moderno. Jimmy Carter ganó gracias al escándalo de Watergate, pero aún con un partido debilitado (que más la crisis económica por la subida de los precios del petróleo y la subsecuente inflación) no le permitió ganar la reelección. Como consecuencia del radicalismo de los demócratas en los años 70, los republicanos ganaron (con excepción de los cuatro años de Carter) durante 25 años. Fue Bill Clinton quien definió el nuevo Partido Demócrata, moderado, práctico y con una base electoral sólida: clase media, mujeres, afroamericanos y jóvenes.

Los republicanos atraviesan por el mismo proceso que los demócratas pasaron durante los setenta, y les costará al menos una o dos elecciones para que se den cuenta de lo que verdaderamente pasa y puedan poder reagruparse, hacer un replanteamiento de centro derecha y volver a ganar en un país donde el centro derecha es aún la mayoría de los electores.

Los republicanos han cosechado en esta elección lo que han venido sembrando los últimos seis años, cuando se entusiasmaron por el gran triunfo de Sarah Palin y sus Partidarios del Te que ganaron las dos cámaras legislativas en el 2010. Fox News y la dirigencia del Partido Republicano celebraron este proceso y le dieron rienda suelta a una tendencia política radical y de poco contenido para que luego de seis años, un master de la comunicación, una celebridad de la televisión, lleno de chiches, les robe el show, el partido y la elección.

¿De que están molestos los electores de Trump? ¿De Obamacare? ¿Cuando la mayoría de ellos lo tienen o lo necesitan? ¿De los ricos del 1% que les roban sus oportunidades? Cuando votan por un candidato que no es del 1% sino del 0,1%. ¿Porque han perdido sus empleos por culpa a la globalización, que ha sido una de las grandes banderas de lucha del Partido Republicano? ¿De que los políticos no se han puesto de acuerdo en Washington, cuando son los mismos republicanos que no quisieron pasar la reforma migratoria integral para pasar tratando de tumbar Obamacare en múltiples votaciones infortuitas? ¿De que no bombardeamos o invadimos el Oriente Medio (o ISIS) sin saber a dónde disparar? ¿Dónde está su propuesta? Seamos honestos, el debate político en los EUA ha disminuido a su nivel más bajo gracias a Sarah Palin, Fox News y ahora Trump. Los republicanos moderados son víctimas de sus propias acciones y decisiones políticas de los últimos seis años. Están cosechando lo que han cosechado y celebrado por querer destruir a Barack Obama y Obamacare.

En mi opinión, lo mejor que le puede pasar al Partido Republicano ahora es que gane Trump la elección interna y sea claramente derrotado en la elección general como lo fueron McCarthy y McGovern. Luego de eso, y sólo luego de eso, con los radicales del Partido del Te y Trump derrotados; los moderados e institucionales, puedan recuperar el partido para volver a sus bases, a sus principios y valores para volver a convertirse en una fuerza política que representa algo más que las iras de una crisis que ya está pasando. Esto es la democracia en acción.

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