Jorge Zárate

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El historiador Óscar Pineda cuenta que el 1 de marzo lo encuentra casi siempre emocionado por sus significados. "Me emociono mucho, he leído mucho la historia de la primera y la segunda guerra, sobre el siglo XIX europeo, la colonización del África, pero lo que ocurre en la tierra es algo especial, viene en el ADN con los antepasados, de ahí viene la identidad como nación y personas, son nuestros familiares, si cada uno nos remontamos, encontraremos un ascendiente de 4 o 5 generaciones que estuvo o padeció la guerra de alguna forma", expone.

Hay mucha desmemoria, existe una suerte de irrespeto por la historia, se le plantea a Óscar Pineda, como que la Guerra de la Triple Alianza y sus consecuencias no están claras en este país de presente difícil. "Es cierto y si es que saben pareciera que no captan en su dimensión lo que fue aquello. Una guerra es una experiencia única que nuestra generación no conoció, los abuelos, los tíos tuvieron la Guerra del Chaco. La guerra es la experiencia social más nefasta de las que puede suceder, requiere la intención de dañar de un colectivo a otro", sostiene.

"Fue una experiencia total, no fue como la guerra del Chaco donde buena parte de la población siguió con sus quehaceres diarios, todo el país lo sintió, involucró a toda la gente... exterminó a 2 tercios de la población paraguaya", recuerda.

Indagar en el por qué, sigue siendo una materia de estudio.

"Psico y sociológicamente hablando, el hermetismo de José Gaspar Rodríguez de Francia durante 30 años le dio identidad al Paraguay bajo la férula de un hombre fuerte. El habitante se sentía paraguayo y con un presidente, bajo ese predominio fue a la guerra. No se está alejado de la verdad cuando en los informes de los aliados se consigna que los soldados quedaban subyugados bajo la mirada de Francisco Solano López, y hacían proezas. Seguía fuerte la idea de el tendota, el mburuvicha, el paraguayo moría en el combate con la conciencia de haber cumplido con su deber, por la tierra y por López. Si observamos bien, hechos similares a los protagonizados no existen en la historia moderna, ni siquiera en el medioevo, hay que remontarse, a las guerras clásicas como la de las Termópilas para encontrar un paralelo", apunta.

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