Por Jaime Egüez

Director del Club de Ejecutivos del Paraguay

Más de una vez me he encontrado en una reunión donde escucho a conocidos míos hacer algunas sugerencias de cómo una persona –sea conocida o no– debería resolver alguna situación desde su posición de poder. Es normal escuchar "no estoy de acuerdo con la acción que tomó, si fuera yo hubiese hecho esto".

Estas expresiones han permitido que reflexione lo lejos que estamos de entender como mandantes de la autoridad, que las personas que están ejerciendo un rol temporal buscan tomar las mejores decisiones, pero en base a la información total que tienen –que nosotros no disponemos– y analizan los costos relacionados con esa acción versus sus consecuencias (costos que nosotros no tenemos, pero cuyas consecuencias sí percibimos). Entonces si no tenemos una idea completa de los escenarios relacionados a una decisión, ni tampoco una estructura de costos vinculados con estas acciones, cómo pretenderíamos erigirnos en censores y creadores de soluciones mágicas para los problemas comunes a todos.

La única explicación es que lo que compartimos con las autoridades es la agenda de las "consecuencias que esperamos que ocurra". Compartimos la necesidad de un resultado anhelado por todos.

Desde esta óptica, lo primero que debe saberse es que la autoridad debe hacer es comunicar claramente, al inicio de su mandato, las "consecuencias esperadas de su gestión". Este marco será el juez implacable de su labor en el tiempo que el Pueblo le haya conferido para demostrar si puede cumplir su agenda.

Porque la verdad es que el precio del poder es justamente tener que ser criticado en la gestión por innumerables personas, incluyendo a los periodistas, y aun muchas veces familiares por actos y decisiones que deben tomar. Varias de ellas con información o con costes que son difíciles de comunicar públicamente. Ello aunque un buen mecanismo de comunicación masiva haría por lo menos perceptible a los observadores preparados una crítica relativamente objetiva, por su mecanismo de validación.

Muchas veces operativamente las personas de autoridad deben tomar decisiones sobre la base de la información que tienen en dicho momento aunque la misma no sea completa, pero que por lo menos sea fidedigna.

El poder tiene varios enemigos en su gestión. Aquellas personas que arman escenarios con una intención determinada, del cual la autoridad debe discernir entre realidades que benefician a la comunidad de las realidades que benefician solo a un grupo o "rosca ", como folclóricamente llamamos a esto en nuestra jerga.

Estar en función de poder requiere tener personas integras que le acompañen. Y que le permitan entender que una autoridad se debe a su agenda proclamada, al igual que a la ciudadanía. No al mero pragmatismo del momento. La agenda debe estar sobre las circunstancias y ser un mapa que ayude en los momentos de soledad del poder.

Muchos de nosotros no percibimos lo difícil que es estar en función de poder. La responsabilidad y sobre todo la demanda de sacrificio y tiempo personal hacia la comunidad, suponen un tiempo que ya no es propio sino de la gente. Por esto es tan importante respetar la institucionalidad del poder.

Las investiduras representan formalmente a los ciudadanos. Por eso en nosotros esta construir la institucionalidad en el Paraguay. Lo que implica que seamos responsables de nuestras opiniones y exijamos la coherencia necesaria en la consecución de los resultados, así como el cumplimiento de la agenda planificada por nuestras autoridades.

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