Por Enrique Vargas Peña

Las enfermedades transmitidas por el mosquito aedes aegypti se ciernen sobre nuestra gente como las plagas con las que afirman que, en tiempos de Moisés, el dios Jehová aniquiló a Egipto, causando estragos y dolor.

Aunque seguramente hay creyentes que tendrán la temeridad de decir que esa deidad tiene un nuevo arranque de mal humor por el que nos está haciendo sufrir a los paraguayos, tengo la fundada sospecha de que las razones que explican el ataque del aedes aegypti son más terrenales que celestiales y que no es la crueldad de ningún dios sádico la causa de la situación, sino el mal funcionamiento de nuestras instituciones políticas.

Ya sabemos, lo hemos aprendido a la fuerza desde que en 1989 el aedes aegypti irrumpió con fuerza en nuestro país, según me lo recordaba la viceministra de Salud, María Teresa Barán, que el mosquito se desarrolla en estancos de agua y estudios más especializados muestran que son más propicios para ellos los estancos con ciertos químicos que estimulan particularmente el desove de sus hembras.

Ciertamente hay condiciones que hacen que el aedes aegypti se reproduzca en los domicilios particulares y aquí es donde empieza nuestra historia particular en Paraguay.

Nuestros empleados públicos, y sus cómplices en la prensa, insisten en tratarnos como puercos y en achacarnos la culpa de la expansión de las áreas de infestación del mosquito, por lo cual todas las campañas públicas y mediáticas sobre el tema se centran en la eliminación de los criaderos de las propiedades particulares.

Entonces, nosotros hacemos el esfuerzo de limpiar nuestras casas para reducir en ellas la suciedad, generando basura que es necesario poner en algún lugar.

En cualquier país donde los empleados públicos hacen su trabajo como corresponde, los habitantes limpian sus casas y dejan la basura para que se hagan cargo de ellas los servicios públicos de recolección, tarea que en nuestro país corresponde a los municipios, por imperio del Artículo 168 de nuestra Constitución.

Y, en efecto, los municipios nos cobran tasas para recoger la basura y para mantener limpios los espacios públicos.

Sin embargo, nuestros empleados municipales no recogen la basura con la asiduidad necesaria, con la periodicidad que nuestro clima requiere, por lo que nuestras ciudades, con poquísimas excepciones, son basurales a cielo abierto, donde el aedes aegypti encuentra condiciones extremadamente favorables para reproducirse.

Nuestros empleados municipales tampoco eliminan los estancos de agua en las calles y veredas, por lo que toda la campaña sobre eliminar los que existen en los domicilios sirve de muy poco.

Nuestros empleados municipales nos cobran por realizar una tarea que no hacen adecuadamente, pero nos dicen que ese dinero no alcanza, aunque se guardan muy bien de decir por qué no alcanza.

Y la verdad es que no alcanza porque usan el dinero en contratar más gente de la que es necesaria para pagar así a operadores políticos, personas que se dedican a la tarea de mantener las bases electorales particulares de intendentes y concejales municipales.

En la Junta Municipal de Asunción, por ejemplo, roban recursos del pueblo unos mil doscientos parásitos sociales, entre los que se cuentan, según el concejal (PDP) Elvio Segovia, unos cuatrocientos "jornaleros" recomendados sin función específica.

Hugo Cañiza, de la Secretaría del Ambiente, me contaba la pasada semana en la 9.70 AM que incluso en los escasos cuarenta municipios que tienen oficinas bajo el rótulo formal de "ambientales", supuestamente dedicadas a la protección del ambiente, alrededor de ochenta por ciento son solo encubrimientos para burócratas que no tienen normas ambientales que aplicar, ni políticas ambientales que aplicar, ni planes ambientales que implementar, es decir, son un engaño para pagar salarios a operadores políticos.

Me parece muy claro pues que sufrimos el embate del aedes aegypti porque sufrimos a una clase política inmoral, rapaz hasta la delincuencia, que no duda en sacrificar el cuidado del ambiente a que le obliga nuestra Constitución con tal de mantener pagados con dinero de los contribuyentes a sus operadores políticos parasitarios.

Cuando se les plantea a los intendentes o a los concejales despedir a esos parásitos para que haya dinero para hacer bien la recolección de basura y la limpieza de plazas, parques, calles y veredas, salen con el remanido discurso de que los despidos generarán lo que denominan "problema social".

Para ellos las epidemias de dengue, chikungunya o Zika no son problemas sociales o, en cualquier caso, tenemos que aguantarnos las epidemias para que ellos puedan seguir manteniendo a sus parásitos a nuestra costa.

Los doscientos sesenta y tres muertos por dengue en el 2013 no son un "problema social" para estos políticos sinvergüenzas, inmorales, inescrupulosos y ladrones, pues ellos prefieren seguir pagando a sus operadores, antes que mejorar la recolección de basura y el cuidado del ambiente.

La conducta de nuestros empleados públicos municipales puede y debe ser subsumida a las tipificadas en el Código Penal para quienes ponen en peligro la salud de la población y para quienes incumplen ignominiosamente las tareas por las que los contribuyentes les pagan.

Lastimosamente, una mayoría de los fiscales tiene miedo de los políticos que les recomendaron para ser agentes del Ministerio Público y, por tanto, nuestros empleados públicos municipales están seguros de la impunidad con la que podrán seguir usando nuestro dinero para pagar a sus operadores políticos.

Aunque esos contribuyentes se sigan enfermando, aunque sigan muriendo.

No es ningún dios cruel el que nos hace sufrir lo que estamos sufriendo. Es esa clase política deleznable que incubaron nuestros partidos políticos, una que solamente piensa en cómo enriquecerse desde el erario, en cómo dar impunidad a sus negocios, en cómo hacernos pagar a sus dependientes y en cómo reírse de nosotros desde los magníficos departamentos que con dinero malhabido adquiere en otros países.

Los intendentes y concejales municipales que, teniendo cientos de parásitos viviendo a costa del presupuesto, dicen que no pueden recoger la basura o limpiar los espacios públicos deben ir a la cárcel. Entonces combatiremos con eficacia al aedes aegypti.

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