Cerca de 27.000 bebés nacieron en el 2013 con dependencia a las drogas a las que eran adictas sus madres durante los meses de la gestación. Estos bebés nacen en la miseria de lo que se conoce como Síndrome de Abstinencia Neonatal, por la ausencia de opiáceos naturales como la heroína, sintéticos como la metadona o analgésicos recetados por prescripción médica con los que se mezclan o tratan las adicciones.
Los bebés con abstinencia neonatal tiemblan incesablemente, lloran sin parar, presentan cuadros de diarrea severa, estornudos y llantos profundos y repetidos que contorsionan todo el resto de sus cuerpos. Además, no comen porque rechazan la comida o porque se ahogan con ella; o comen compulsivamente. Muchos de ellos llegan al mundo bajos de peso. Algunos convulsionan. Y aunque los bebés expuestos a las drogas dentro del vientre materno no son un fenómeno nuevo, sí lo es la alarmante manera en que se ha tomado el territorio estadounidense.
Los médicos y autoridades sanitarias se refieren al hecho como una "epidemia" y han encendido las alertas por las "cifras récord" alcanzadas en el 2013, año del que están disponibles los últimos datos consolidados. Y los expertos están seguros que la tendencia sigue al alza.
En el 2004, siete de cada 1.000 recién nacidos en ese país presentaban dependencia física de narcóticos. Al final del 2013, la cifra aumentó a 27 entre cada 1.000. "La cantidad de bebés que nacen con abstinencia neonatal ha aumentado dramáticamente. En 2009, nacieron casi cinco veces más bebés con abstinencia que en el 2000", le dice a BBC Mundo la doctora Loretta Finnegan, médica especialista en adicción prenatal, que desarrolló la metodología mayormente utilizada en EEUU para determinar y tratar la abstinencia neonatal.
La abstinencia no mata a los bebés. Es una condición completamente tratable. El doctor examina al bebé y ve si está teniendo abstinencia, y lo trata adecuadamente, no debería morir. Unos 110 bebés que tuvieron abstinencia y luego murieron en sus casas. Pero esos bebés murieron por causas distintas al síndrome de abstinencia, apuntan los especialistas.