Por Enrique Vargas Peña

Demasiado lentamente talvez, pero avanzando, se están empezando a desmontar los escandalosos privilegios que la clase política como tal, pues hay excepciones dentro de ella, ha ido acumulando a costa del pueblo paraguayo desde el mismísimo 3 de febrero de 1989.

Esta clase política rapaz nos obliga a todos los paraguayos que trabajamos a pagar la vagancia diaria de decenas de miles de parásitos sociales, sus "operadores políticos", incorporándolos al presupuesto general de gastos de la Nación en calidad de "funcionarios" que no sirven para nada que no sea la militancia política.

Por eso, los paraguayos no tenemos infraestructura, ni educación, ni salud adecuadas, pues esos planilleros de la clase política se llevan alrededor del noventa por ciento de los ingresos tributarios que aportan los que pagan impuestos. Y, disfrazados de constructores, enfermeros y maestros niegan con su estafa oportunidades de futuro a los menos favorecidos.

Esta clase política pudrió la administración de Justicia, violando para su beneficio el Artículo 261 de nuestra Constitución para tener una Corte Suprema domesticada bajo la amenaza de "no confirmación" de sus integrantes, sometiéndonos a todos a jueces y fiscales corruptos, nombrados solamente para proteger los negocios de integrantes de esa clase política.

Por eso nuestra Justicia es una vergüenza que a veces se desnuda a sí misma como con el repudiable proceder que está teniendo en el caso de Moria Casan (http://bit.ly/1NDjxN7), que es el pan de cada día de todos los paraguayos que deben sufrirla.

Esta clase política destruyó la confianza de la gente en los partidos de donde sale al pretender mantener, como ha hecho la mayoría de la Cámara de Senadores en las últimas semanas, una ley de financiamiento político que otorga el blanqueo a los narcotraficantes que le aportan recursos (eliminaron la prohibición de candidaturas que no presenten trazabilidad de aportes en internas, artículos 64, 66 y 68) y que niega al pueblo las cuentas de lo que hacen con los subsidios que nos obligan a pagarle (artículo 71) y que, con toda justicia, fue vetada por el Poder Ejecutivo.

Esta clase política ahora, entre otras cosas ruines que sigue realizando, está violando la ley de transparencia al borrar datos obligatorios de las páginas del Tribunal Superior de Justicia Electoral para ocultar cómo roban sus paniaguados (http://bit.ly/1TW1BRp), para viajar o ir al sauna (http://bit.ly/1PgornN), los impuestos que pagan los que trabajan.

Esta clase política crea organizaciones no gubernamentales para robarnos, crea universidades para robarnos, nos roba en los contratos públicos, nos roba sin importarle que se caigan los techos de las escuelas sobre los alumnos, hasta en el Hospital de Clínicas y en los almuerzos escolares roba, con lo que se puede ver su calidad moral y humana.

Una gran mayoría de los integrantes de la clase política es ahora millonaria, pero porque nos roba descaradamente mediante privilegios como los brevemente resumidos en los párrafos anteriores y pretende seguir manteniendo o aumentando esos privilegios a costa del pueblo.

Los más insignes representantes de esta clase política son los que están articulando semanas de "descontento social" con jornadas como la que se inicia mañana, una "huelga general" para la que están reclutando entre marginales, como hacía Adolfo Hitler con sus "Camisas Pardas", piqueteros que mediante el ejercicio de la violencia impedirán a los que quieran trabajar que lo hagan.

Yo reivindico el derecho de la clase política a defender sus privilegios, pues somos una sociedad libre; pero también reivindico mi derecho a combatir sus privilegios y a mostrar otro lado de la historia.

Basta leer la lista de "motivos" por los cuales se organiza la citada huelga para entender que tienen escaso o nulo contacto con el interés general y que no es más que una suma de intereses particulares con la que se pretende engañarnos a todos sobre la situación que vivimos (http://bit.ly/1PcQG4G) (http://bit.ly/1lZdwU4).

El ataque bien planeado de unos "bañadenses" a la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) del pasado viernes es una muestra de lo que se avecina. El Bañado es feudo del conocido operador de la clase política Francisco de Paula Oliva, viejo aliado del senador Juan Carlos Galaverna entre otros.

Los operadores de prensa de la clase política se apuraron en presentar los hechos como "una salvaje represión policial" a un sector desprotegido (http://bit.ly/1Ysb9oH), cuando lo cierto es que los mencionados "bañadenses" atacaron con violencia la sede de la SEN y destruyeron deliberadamente propiedad pública y privada. Impunemente, por supuesto, porque demasiados fiscales son operadores de la clase política.

Teodolina Villalba, jefa de la Federación Nacional Campesina, otra permanente aliada del senador Galaverna para las ocasiones especiales, confirmó la pasada semana que, efectivamente, actuará como Augusto Pinochet coaccionando por la fuerza a los paraguayos que usen las rutas a no usarlas (http://bit.ly/1NDiFrJ).

Si la policía y el Ministerio Público cumplen con la obligación constitucional que tienen de garantizar la libre circulación de los paraguayos por el territorio nacional, los operadores de prensa de la clase política ya tienen preparados sus titulares sobre la "brutal represión" de sectores sociales por parte del gobierno, a ser expuesta ante los casi cien periodistas extranjeros que estarán en el país mañana con motivo de la cumbre de Mercosur.

Esta presentación de hechos es la que requiere la clase política para justificar internacionalmente los siguientes pasos que pretende dar para mantener sus costosos privilegios (http://bit.ly/1QRBT1e).

Las sociedades del mundo viven, todas, en una constante competencia entre conservadores que quieren mantener privilegios y progresistas que queremos acabarlos. Y en todas las sociedades del mundo, las fuerzas conservadoras buscan siempre mimetizarse para que no se vea que su objetivo es conservar sus privilegios. Véase como ejemplo la dictadura de Nicolás Maduro.

Los paraguayos no deberíamos dejarnos engañar por una clase política que lleva veinticinco años largos robando a mansalva, robando en todos y cada uno de los contratos públicos que existen y que no ha producido nada bueno salvo algunos pocos temas que son las excepciones que confirman la regla y que se lograron porque el pueblo se las impuso.

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