María Eugenia Garay

Noviembre 2015 (Derecho a réplica)

En la producción literaria, las ideas, los arquetipos que permean la memoria colectiva, son de libre uso, y más que propiedad de un individuo particular, son propiedad de un colectivo social, lo que permite a un autor la autonomía para desarrollarlos según su estética propia y con un contenido particular del que sí son propietarios.

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Es precisamente aquí donde Aguilera avasalla los límites de lo permitido en su libro

"Karumbita la Patriota" 2010 y, toma íntegramente mi obra "Un viaje fantástico, el túnel del tiempo" 2005, la achica, la arregla y la reproduce sin citarme, como si fuera de su autoría.

Aguilera se apoderó de la concepción básica, adaptó la unidad total originaria y la hizo pasar por una procesadora donde redujo y eliminó parte del texto original; lo reconfiguró, utilizó otro lenguaje, pero plagia, de manera íntegra toda la estructura de mi obra: introducción, nudo y desenlace, burdamente maquillado.

La polémica se debe centrar exclusivamente en las similitudes o no, de estos libros y, no entran en discusión nuestras vidas privadas, sexo, religión o nacionalidad, ni nuestras otras obras.

Todo el libro de Aguilera cuenta prácticamente lo mismo que yo narro, no aporta nada original que no

esté en mi argumento y, eso sin referirme al tema meramente histórico, el cual jamás cuestioné, como tampoco jamás cuestioné que el viaje en la máquina del tiempo, era algo muchas veces abordado por escritores de ficción y no era creación mía. No obstante, para ridiculizarme, él tomó esos dos puntos afirmando que yo me atribuía la propiedad intelectual sobre ambos. Falso.

La Fiscalía de la Propiedad Intelectual a cargo de la Dra. Carmen Gubetich de Cattoni, ante el peso de la evidencia y, en razón que las dos peritos presentadas por Nelson Aguilera no pudieron probar la inexistencia del plagio, lo imputó y, entabló una querella contra él, por "plagio y apropiación indebida de creación ajena".

A esta querella, posteriormente, me sumé yo, en calidad de "querellante adhesiva". Es decir conmigo o sin mí, el Sr. Aguilera ya tenía una querella en su contra, que fue elevada a juicio oral y público. Allí, los tres jueces que conformaban el jurado leyeron las dos obras y encontraron a Nelson Aguilera culpable, proveyendo una sentencia unánime, cuidadosamente argumentada, que tiene una conclusión fulminante en contra suya.

Aguilera apeló y, con la misma unanimidad, un panel de tres jueces de Apelación ratificó la validez del

proceso en su contra y confirmó la sentencia anterior.

Debo decir que mis abogados contactaron dos veces con los de Aguilera a objeto de arreglar amigablemente este diferendo, cosa a la que él se negó. Él, no obstante, ya ha viajado a Buenos Aires a la Feria Internacional del Libro, solo que por haber sido hallado culpable, necesita el permiso del juez para viajar. A partir de allí, Aguilera comenzó una sostenida campaña de falsedades e injurias en mi contra, a objeto de desprestigiarme y presentarse como una víctima, de tal manera que muchas personas que no habían leído las obras en litigio, acogieron su prédica y repitieron los infundios.

Para denigrar al Poder Judicial promocionó la frase "el hermano de la denunciante es ministro de la Corte Suprema".

Aguilera desconoce si mis relaciones con mi hermano son amistosas o no. Si tiene pruebas de esto, debe aportarlas, si no, cae en el delito de difamación y calumnia. Y, en lo financiero afirmó falsamente "es una fortuna lo que tengo que pagarle", siendo que en lo Penal, no debe pagar nada a la otra parte. Ha tergiversado cuanto ha sucedido, con el propósito de denigrarme y lograr así que quienes desconocen la verdad, se pongan a su favor.

Además, expresó por escrito que su abogado cometió negligencia al no presentar a tiempo los testigos que ahora afirma maliciosamente que "no fueron aceptados".

Luego aplicó la dialéctica marxista de la lucha de clases: él es pobre y yo soy rica. Incitando así al odio hacia mi persona. Otra falacia, porque yo he trabajado 30 años en un banco donde me jubilé. Y eso a él le consta porque era ordenanza y me veía todos los días en mi trabajo. La distorsión de la verdad hace que las personas de buen corazón le compadezcan.

Su afán es estar todos los días en las noticias y todos los días difamarme. ¿Olvida acaso que su principal querellante es la misma Fiscalía?. ¿Olvida las dos sentencias y la firma unánime de seis jueces probos? . ¿Olvida que sus peritos no pudieron probar que no era plagio?. ¿Olvida que yo le ofrecí un arreglo amistoso?. ¿Por qué, al no poder probar en juicio su inocencia, solamente dirige sus venenosas ignominias en mi contra? . ¿Acaso no tengo yo el derecho consagrado por la Constitución

Nacional, de recurrir a la Justicia?.

Ahora, tras cinco años de infligirme una persecución inmisericorde, a mí y a quienes me apoyaron, salimos con que me bendice.

¿No fueron venganza, ni revanchas todas las calumnias que dijo en mi contra?. El cristianismo de este señor es muy particular, porque yo soy católica y jamás he deseado dañar a nadie, ni mucho menos difamar a una persona con aviesas injurias.

De qué bendiciones me está hablando, si durante más de cinco años, solo se dedicó a difamarme, a afirmar sin fundamento que tengo poderosas influencias y a desinformar con relación a este proceso, para enlodar mi honra y mi buen nombre.

La copia autenticada del expediente completo obra en mí poder, por lo tanto, cuanto aquí digo, está

refrendado por un documento válido.

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