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Cuando no está organizando protestas a las puertas de los gigantes campos petrolíferos de Basora, los graduados desempleados pasan sus días jugando dominó a orillas del río Shatt al-Arab. A la noche, gigantes llamaradas de gas iluminan el cielo y su juego, lo que en parte sirve para compensar los apagones.

"Ofrecemos el petróleo que mueve el mundo, pero vivimos en la oscuridad", dijo un manifestante.

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Después de que Lukoil, una empresa petrolera rusa, amenazó con detener la producción, las autoridades dispersaron a los manifestantes con violencia. Carentes de esperanza, los manifestantes debatieron si abandonaban las protestas pacíficas y si convocaban a Hashad al-Shabi para intervenir en su favor. Hashad al-Shabi son las milicias apoyadas por Irán que los ayatolás crearon para hacer retroceder al Estado Islámico en Irak y Siria.

Mientras el mundo mira hacia el norte (en la región), a la guerra contra el ISIS, los políticos locales argumentan que el sur plantea al menos una amenaza.

"Basora está financiando Irak", dijo Ali al-Shaddad Fares, quien encabeza el comité de petróleo del Ayuntamiento de la localidad. "La estabilidad de Irak depende de la estabilidad de Basora".

Basora debería ser la provincia más exitosa de Irak. Se encuentra más alejada de las líneas del frente de ISIS y tiene la tradición de ser la ciudad más cosmopolita del país. Sigue siendo el dínamo del país. Tiene los únicos puertos de Irak y su producción de petróleo genera alrededor del 95% de los ingresos petroleros del gobierno.

Sin embargo, cuatro décadas de guerra, sanciones, ocupación, la lucha interna chií y el abandono han hecho la convirtieron (a Basora) en decrépita y disfuncional. Sus utilidades son peores que las de Mosul, la segunda ciudad de Irak, que es controlada por ISIS. Los apagones duran la mayor parte del día. El agua es pegajosamente salina. El aire es corrosivo por las nubes de humo del petróleo y de las aguas residuales que se escurren en los canales colapsados que alguna vez le valieron a Basora ser llamada "la Venecia de Oriente". El cólera está de vuelta.

"Nuestra salud era mejor bajo las sanciones y Saddam Hussein", dijo el concejal.

Sin nada que hacer, la juventud de la ciudad se une a las milicias tomándolas como puestos de trabajo. Dichas milicias son, probablemente, la mayor empleadora de la provincia. El 70% de la Hashad proviene de Basora, dicen sus comandantes. Las compañías petroleras internacionales pudieron haber dado el impulso inicial a la economía, solo que optaron por localizar todas sus operaciones esenciales en el extranjero. Aunque la contratación local es más barata, en virtud de sus contratos petroleros, el gobierno iraquí paga a quien se contrata. Los costos están tan inflados que la producción de un barril de petróleo cuesta en Irak el doble de lo que cuesta en Arabia Saudita.

Las compañías petroleras argumentan que la mano de obra extranjera es más fiable. Si el entorno de seguridad hubiese sido mejor y si Irak pagaba sus cuotas, ellas podrían haber establecido centros de formación y universidades en Irak, como lo hicieron en Arabia Saudita.

Al blindarse ellas mismas en Irak están creando un círculo vicioso. A medida que la brecha entre ellas y los locales se amplía, crecen los agravios. El mes pasado, preocupados por las perspectivas, Occidental Petroleum Corp., el cuarto mayor productor de Estados Unidos, pidió al gobierno que le comprara su participación en Zubair, un gran campo petrolífero del sur.

La política iraquí agrava la falta de oportunidades. Los partidos en el poder en Bagdad reparten los ingresos del petróleo antes de que alcancen el sur. Sus representantes inmovilizan el resto. El gobernador, alcalde y jefe del consejo de Basora pertenecen a partidos religiosos chiítas, que son rivales. Cada quien veta las decisiones de la contraparte y los proyectos de los demás. Sus milicianos se disputan el control en las calles.

En octubre del 2014, Badr, la milicia más poderosa, se hizo cargo del palacio de Saddam Hussein, desde donde los británicos dirigieron la ocupación del país en el 2003, y cubrió los retratos del líder iraní supremo, el ayatolá Ali Jamenei, y del propio líder religioso de los chiítas de Irak, Ali al- Sistani. Carteles de sus mártires pueblan las carreteras de Basora. Las libertades políticas limitadas ganadas cuando la caída de Saddam están retrocediendo.

"Los estamos engañando al decirles que van a tener perspectivas", dijo Rashwan Sharif, el orador en una reunión reciente de 50 programadores de computadoras que pasan el fin de semana bajo el lema "No hablar, toda acción, poner en marcha una nueva empresa en 54 horas". "Basora es como el Titanic. Es muy rica, pero en camino de colisión con un iceberg".

Las compañías petroleras invitaron a callar todos los reclamos, argumentando costos prohibitivos de seguridad.

"La clase media está vendiendo los activos que todavía tiene y está huyendo del país", dijo un periodista local, que está dando vueltas a la idea de seguirlos.

Vuelos con destino a Estambul parten llenos y retornan medio vacíos. Los números en Basora se reponen rápidamente, sin embargo. El desmonte de los campos de petróleo ha provocado un éxodo rural, creando un cinturón de barrios pobres alrededor de la ciudad. Más llegan desde las provincias vecinas más pobres, aquellas que no tienen petróleo. Como la clase media urbana es sustituida por una más conservadora - personas más pobres de las zonas rurales-, el carácter de Basora está cambiando.

"Nunca tuvimos feudos tribales", dijo la cineasta femenino, Kholoud Jabbar. "Éramos una ciudad portuaria. Estábamos abiertos a culturas externas".

Jeque Zayed bin Nahyan, el primer emir de los Emiratos, dice que disfrutaba tanto de los bares y restaurantes de Basora que las usó como modelo para Dubai. Su escena artística era la más animada de la región. Desde hace mucho tiempo sus cines al aire libre se han cerrado bajo una prohibición religiosa. Los viejos balcones de celosía de Basora se desploman en los canales. Puertas talladas otomanas caen de sus bisagras y obstruyen los callejones. La restauración de los grandes y viejos palacios judíos y griegos de la ciudad se detuvo cuando Saddam fue derrocado.

A una hora en coche al norte de Basora, la ciudad de Amara muestra lo que podría ser posible. Allí, los partidos religiosos chiítas cooperan, apoyándose mutuamente para para sumar antes que bloquear los proyectos de los demás. La provincia ha renovado sus carreteras y sistema de alcantarillado y los llamativos edificios gubernamentales deportivos. Contratistas chinos compran en los mercados sin escoltas de seguridad. Dos nuevas plantas, con motor de gas están como para comenzar a operar el próximo año.

Sin embargo, lo peor también puede suceder. En el 2013, los iraquíes ya desfavorecidos al noroeste protagonizaron meses de protestas. Estas fueron ignoradas por las autoridades y, luego, ferozmente reprimidas. El Estado Islámico en Irak y Siria tomó el lugar de los manifestantes, ofreciendo otra forma de protesta.

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