MARCELO A. PEDROZA

COACH – MPEDROZA20@HOTMAIL.COM

El valor lo otorga la persona. La teoría axiológica pregonada por el filósofo americano Ralph Barton Perry (1876-1957) está centrada en la doctrina subjetivista. Valor, del griego axios, es lo digno de ser estimado o buscado. Lo valioso puede tener su origen en una necesidad. Donde hay una vida hay una necesidad en potencia, pueden ser fisiológicas, físicas, psíquicas, sociales, materiales, espirituales, laborales, y todas aquellas que en cada persona surjan durante su existencia.

Hay necesidades colectivas, que atañen a un grupo, a una ciudad o a una región, y que a través de las mismas el ser humano puede unirse para asumirlas en conjunto. Hay circunstancias

que destilan urgencias y también hay responsables que deben asumir la tarea de trabajar para atenderlas.

Perry creía que el sujeto es el que puede darle fundamento al valor. Hay una actitud de parte de la persona que decide darle estima a algo o a alguien. Para el profesor Ralph no es el objeto lo que provoca valor sino que es el sujeto el que se lo da.

Hay pilares necesarios para construir sociedades. La alimentación de los niños es determinante para el resto de sus vidas. La salud protegida desde la concepción en el seno materno fortalecerá su desarrollo. El aprendizaje a través del acceso a la educación formal les abrirá un nuevo mundo cognitivo.

Las bases parten desde los niños y surgen en cada sector etario y en todos los escenarios sociales. El desafío social que nos une es el de erradicar las carencias que privan a las personas del derecho de tener calidad de vida. Donde hay una necesidad debe existir aquello de ser estimado, atendido,

cobijado, protegido y querido.

El deseo de valorar al otro debe fomentarse. Hay que conseguir esa acción de desear que la gente esté bien; y ese sentimiento puede transformar un grupo y si puede entre unos pocos también es viable entre muchos. Lograr superar las necesidades sociales es posible.

Para ello es superlativo el valor que se tiene hacia los demás.No se trata de generalizar, es relevante individualizar lo que vivimos diariamente e identificar cómo convivimos con quienes están con nosotros. ¿Qué señales de valor aparecen en nuestras relaciones?, ¿qué gestos, mensajes o hechos testimonian el deseo de bienestar hacia el prójimo?.

Hay una estrecha relación entre deseos, necesidades y estimas. ¿Qué es lo digno de ser buscado? Lo valioso. Es lo que tiene mucha estimación. Lo preciado, lo precioso, lo provechoso.

Hay necesidades que desean ser estimadas.

Perry hablaba que las personas tienen una actitud para todas las situaciones de la vida y a la misma le llamó interés. Según el valor que le damos a un hecho es el interés que manifestamos.

El interés influye para aceptar o rechazar, para aprovechar o desaprovechar, para unir o dividir, para insistir o desistir, para estimar o desestimar.

El ser humano al ser libre puede elegir qué le interesa y qué no. A qué le presta interés y lo considera valorable. La sensibilidad inunda ese don de libertad cuando los deseos que interesan buscan satisfacer necesidades que dignifican la existencia.

La intención sensible libera la creatividad de los deseos sublimes. Es necesario pregonar por la participación social de mujeres y hombres impregnados de sensibilidad. La intensidad de lo que se siente ante las necesidades comunitarias puede servir de motor para vencer la apatía o la indiferencia.

¿Qué nos interesa como sociedad?, El foco hacia la atención de esos intereses tiene que estar sensibilizado. La preferencia de a qué le damos valor y a qué no, además de hacernos libres prueba nuestro nivel de compromiso.

Pueden coexistir intereses. En todo hay un valor por descubrir. Y eso nos obliga a ampliar nuestro ámbito de aplicación de aquello que consideramos interesante. Desde lo social el valor hacia lo constructivo puede transmitirse y arraigarse en nuestras vidas.

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