Por Irina Ráfols (literatura2014@outlook.es)
Pese a que esta es una obra publicada en 1999, por Editora Intercontinental, no ha tenido mucha difusión como suele suceder con muchas buenas obras de la literatura paraguaya, no porque no se lo merezca, sino porque a veces es difícil encontrar espacios para los comentarios de libros y a veces no se encuentra quien lo comente. Y como el libro goza del beneficio de una suerte de eternidad no debe ser extraño que siga dando que hablar en el transcurso de un tiempo tan largo.
Primeramente, Cuentos de tierra caliente, es un conjunto de nueve cuentos cortos, muy bien escritos, que pueden elogiarse por tener un poco de todo: regionalismo y universalidad; realidad y ficción; capacidad de síntesis y vuelo literario. Los lugares escogidos son pueblos típicos del Paraguay con sus calles de tierra colorada, sus arboledas y su clima caliente. Pero más que características del entorno son condicionantes para los tipos humanos que se establecen. Esos condicionantes son la base para el regreso de historias universales que son recreadas, como una teoría circular en la que todos en determinado momento vivimos la vida de los otros, las mismas circunstancias en diferentes tiempos.
Ese es el caso de "El final de la odisea", personificada por Eliseo y Petronila, cuyo marco en vez de ser la dificultosa vuelta a Ítaca, toma a Itauguá como tierra añorada e idílica. Dirma juega con una sorpresa en las últimas líneas de la historia. O como en el caso de "La sentencia", que revive la tragedia de Shakespeare, en el papel de Hamlet ocupado por un jovencito que ha asesinado a su tío, quien se había casado inesperadamente con su joven madre. Lo original de este cuento se centra en la decisión del juez Martínez ante el móvil de este crimen. Estas historias universales les dan a los personajes una segunda oportunidad en el juego que baraja y reparte la creación literaria.
"A primera vista", es un cuento que desafía al lector, las pistas para entender la actitud de Digna en esa relación amo-amado, y el giro final, sorprenderá al lector con una sonrisa. Lo contrario sucede con "Siesta de verano", que es un cuento que apela a la compasión y trasciende por zonas de la oscuridad humana. En "La casa de las tres piedras", nos sorprendemos con una venganza sutilmente planificada. En "Pactos de caballeros", con los cambios de juego de la política.
Estos y otros cuentos más que componen esta serie son una promesa de deleite en la invitación a la lectura. La buena capacidad de síntesis, los giros inesperados, las sonrisas, el toque de humor o de una pena que sobrecoge, sirven fielmente a la catarsis que tantas veces necesitamos hacer y que solo es posible a través de la buena literatura.